Bouzat, el héroe de Vélez: se crió como 9 en el mismo club que Lautaro, jugó por Boca y pasó por casi todas las posiciones

Chiqui, chiqui, boom, boom. Homenaje -con licencias de reescritura, claro- a Charly García. En Córdoba se reeditó el concierto subacuático con otro rockstar: Agustín Bouzat. El hombre que desató el pogo en la tribuna Artime. El que revitalizó a un Vélez que vio cómo en un segundo tiempo volátil pasó del 2-1 al 2-3, para luego terminar ganándolo por su héroe.

“Me tocó jugar mucho y no convertí tanto en el año… Me pone feliz poder ayudar al equipo en un momento complicado”, razonó en voz alta el nativo de Bahía Blanca. Un (ahora) volante de 30 abriles que aprovechó en el Kempes aquellas enseñanzas que le bajaron en sus primeros años como delantero en Liniers (BB): criado en la misma nursery que Lautaro Martínez, Chiqui supo poner el cuerpo -y el alma- para convertir cuando el partido emocionalmente parecía acomodarse en favor de Boca.

Ingresado para jugar los últimos 31 minutos, paradójicamente Bouzat había fallado donde casi nunca se equivoca -perdió en el medio con Milton Giménez en la génesis del 2-2- pero acertó donde nadie lo tenía: el área. Primero, para darle el puntazo definitivo a una jugada que nació con un pelotazo frontal de Elías Gómez que bajó perfecto Michael Santos. Y, después, definiendo a la red un centro perfecto de Joaquín García cuando el cronómetro marcaba exactamente los 89 minutos.

“Ahora, a descansar. Tenemos que disfrutar de estas pequeñas cosas que vamos logrando. Nos clasificamos a la Libertadores a tres fechas de que terminara el torneo. Ahora estamos en una final. Jugamos todos los partidos de las competencias que disputamos. Hay que valorarlo”, analizó Bouzat el año -y el presente, especialmente- de un Vélez que ahora aspira a ganar el campeonato doméstico. Que tiene una voracidad abrumadora producto, en parte, de lo que pregona su entrenador: Gustavo Quinteros.

“Él tiene mentalidad ganadora. Más allá de lo que trabaja en lo táctico y estratégico nos metió esa confianza de que Vélez tiene que pelear todo y lo estamos haciendo muy bien”, opinó el mediocampista, que nació futbolísticamente como delantero, pero que luego jugó como extremo en Boca (adonde llegó a los 17 años pero no llegó a consolidarse), como carrilero en Defensa y hasta como lateral en el Colo Colo de Quinteros. Un deté que lo preservó y lo llevó al banco, pero que entendió que era importante mandarlo al campo. Y vaya que acertó.

Porque más allá de ese error ante Giménez, Bouzat no sólo marcó dos goles decisivos sino que también fue el futbolista que más veces fue a disputar la posesión (10, igualó a Claudio Aquino que participó de 78’) y el que más veces se impuso en esos duelos (seis) desde que entró a la cancha. Y también le cometieron faltas (3) e interceptó pases filosos (2).

Vélez celebra cada una de esas métricas. Pero especialmente esos dos gritos eufóricos para un cuadro que necesitaba tomar envión. Al que le costaba convertir y en un partido marcó cuatro. Esta vez, para llegar a una nueva final. Para propiciar, entonces, el festival de optimismo en Liniers.