Martirena, campeón con Racing: del «fue el mejor centro de mi vida» a contar la ayuda que le pidió a Costas

Buscó una cabeza y encontró un golazo. El que abrió un triunfo que quedó sellado en los libros de historia de Racing. El primero del 3-1 sobre Cruzeiro que proclamó al equipo campeón de la Copa Sudamericana en la Nueva Olla, en Asunción, en un 23 de noviembre que será imborrable en la vida de la institución. «Fue el mejor centro de mi vida», le reconoció Gastón Martirena a Olé, sin vueltas, en una buena síntesis entre o que intentó y lo que le salió.

La pelota ya había bajado como una bomba por detrás de la espalda de Cassio y se había metido en un ángulo, cuando desde las tribunas (con amplia mayoría de hincha de Racing), bajó el «uruguayo, uruguayo» que en un tiempo supo escuchar Rubén Paz, ídolo del club que justamente había ganado la el anterior títulos internacional, en la Supercopa de 1988. No es enganche ni tiene la capacidad creativa de aquel jugador excelso, pero vaya si se destapó con goles de los lindos e importantes y generó alegrías en los hinchas…

«La verdad, quise tirar el centro. Pero le pegué tan bien, tan fuerte, que la pelota pudo ir ahí», admite el lateral-volante que puso el 1-0 después de meter un tanto antes que fue anulado por un offside muy fino de Maximiliano Salas. No se rindió el oriental y fue por la revancha que consiguió en el partido más importante de su carrera. Hoy parece mentira, pero hasta hace unos meses era cuestionado por los hinchas y hasta Gustavo Costas decidía sacarlo del equipo. Es que su rendimiento, a decir verdad, era flojo.

«Como lo dijo Gustavo (en una conferencia de prensa), le pregunté qué necesitaba para que yo mejorara. Y de eso salió todo esto. Costas te anima -asegura- y confía en nosotros». Lo que floreció fue un defensor que cuando se manda al ataque lastima en serio. Que no ya no insinúa más de lo que cumple. Que ya no termina mal las acciones, sino que empezó a animarse a más y se fue alimentando desde su mentalidad solidificada. Eso lo ayudó a progresar.

«Capaz que tengo menos marca, pero la confianza fue clave para mí. Yo soñaba con esto y seguir creciendo. Es lo que me enseñaron mis padres, siempre con los pies sobre la tierra. Estoy contento por mí y por mis compañeros, esto es muy importante para el club y en lo individual en un club grande», narra su sensación. Y revela algo que el transcurso de futuro cercano se encargará de acomodar: «Todavía no me doy cuenta de lo que logramos. Cuando pase el tiempo y vemos la locura de la gente, cuando esté más tranquilo, ahí me daré cuenta».

Seis goles lleva Martirena en Racing en este 2024; uno se lo hizo a Newell’s en 2023. Tres de los del actual año fueron en la reciente Sudamericana, uno extraordinario en Brasil, en el 2-2 con Corinthians: aceleró, pasó entre dos (caño incluido), construyó una pared con Almendra y definió bárbaro junto a un palo. Antes les había convertido un gol a Athletico Paranaense y otro a Defensa y Justicia, por la Liga, ambos desde afuera del área.

«Lo puteaban todos y yo lo había sacado. Hoy es Cafú. Hace goles, va al ataque y está corrigiendo muchas cosas», recordó Costas, orgulloso del crecimiento del uruguayo al que viene apuntalando. Debutó en 2020 en Liverpool de Uruguay y a mitad de 2023, con Fernando Gago en el club, llegó a Racing. Los cuestionamientos no lo apichonaron. Se hizo fuerte, tuvo la grandeza de aceptar que no estaba jugando bien y pidió que lo ayudaran a evolucionar.

¿Qué gol le gusto más de los últimos? «El que le hice a Corinthians y después éste«, confesó. Claro, el otro fue una jugada con brillo, aunque en importancia el que hizo en Asunción no tiene comparación con nada.

Desde esa humildad llegó a ser lo que es hoy: un lateral que cuando se proyecta deja su marca. Ahora, como artífice de la gloria continental. Gloria que, en pleno festejo de partido, compartió con José González, el hincha de Racing al que le donó 150.000 pesos para ayudarlo a viajar a Paraguay tras una rifa que armó el joven. Es todo corazón Gastón Martirena.