River perdió en todos lados

En los ocho años del primer ciclo Gallardo, River ganó muchísimo. También perdió, y en algunos casos dolorosamente. Pero nunca terminó un partido con un escándalo como el de anoche en Mendoza. Este semestre del regreso del Muñeco tuvo escasos reflejos de aquellos años. En el comportamiento que refleja el descontrol al alejarse de los últimos objetivos, y en la cancha.

La primera derrota contundente ocurrió en el juego: cuando el equipo había juntado puntos como para -al compás de la irregularidad de los de arriba- imaginar un final de torneo con atropellada, fue a jugar con un rival del último tercio de la tabla, que iba penúltimo en la anual, e Independiente Rivadavia lo superó con claridad casi todo el segundo tiempo.

Perdió en el minuto 53’, sí; tuvo algunas chances de ganar, sí; pero la imagen de Armani revolcándose hacia todos lados daba una idea de la endeblez de aquella expectativa.

Ni el festejo de Villa apuntando a un sector con hinchas de River ni ninguna eventual provocación que haya podido haber, justifica el final tumultuoso, con un montón de jugadores corriendo detrás de uno. Allí, lo que había era una tremenda bronca por haber perdido en el final, y una gran impotencia: a Villa, justamente, no lo habían podido parar en toda la noche.

Lo que quedó es que las cuatro fechas en las que River pensaba ir arrimando el bochín de esta Liga en la medida que perdieran puntos los demás -como viene sucediendo-, ahora lo que deberá hacer es remar para mantener el cupo en la Libertadores del próximo año.

Y en esos partidos, además, el técnico tendrá que afinar el ojo y la punta del lápiz para ver quiénes, de este plantel que quedó entre la herencia y lo que trajo, pueden formar seriamente parte de un proyecto de “River de Gallardo” que recupere los valores, en la cancha y afuera, que distinguieron al anterior.