Video: doblete de Solari, pedido de disculpas y adiós sequía de River

Junta sus manos contra el pecho, a modo de emoji. No grita, Pablo Solari. El desahogo va por dentro. Hacia afuera, sólo le sale ofrecer disculpas. Ya elevó su brazo derecho después de golpearse varias veces el escudo de River frente a la gente ubicada entre la Centenario y la Belgrano. Sabe que la atmósfera no está para delirios, ni para celebraciones, ni para sonrisas. Aunque el equipo haya cortado una sequía de 354 minutos que había desplomado su promedio de gol a 1,47 por partido, su bombazo pretende que sea de reconciliación. A fin de cuentas, él es uno más.

Luego de una mala marca de Mathias de Ritis, Solari inició el camino de la redención. La suya y la del equipo que integra. Recibió de frente un pase de Santiago Simón, controló con clase dando una media vuelta perfecta y sacudió un tiro al primer poste. La pelota se clavó arriba, cerquita del ángulo de un Facundo Sanguinetti que podría haber puesto un poco mejor las manos para intentar detener lo que el destino eligió que se colara en el arco.

Cincuenta días pasaron desde la última vez que el equipo de Gallardo había metido uno de jugada: aquel de Facundo Colidio, por la vuelta de los cuartos de final de la Libertadores. Demasiado para un River que aspiró, en un octubre seco, a terminar de consolidarse bajo el mando del Muñeco aunque todo aquello que presupuestó, quedó sin efecto. En la Copa. Y también en un torneo en el que terminó alejándose. Todo aquello se acabó.

Así lo ratificó Solari. Afilado. Entusiasmado. Energizado. Eléctrico para, en el arranque del segundo tiempo, mostrarse vigoroso iniciando una jugada y terminándola, previa asistencia de Claudio Echeverri, con una definición top. Golazo por confección que, de nuevo, Pablo César eligió festejar con mesura antes de que se cumpliera el primer minuto de juego del segundo tiempo. Siempre sin estridencias, aunque un tanto más relajado. Con una leve sonrisa.

Jugó suelto, Solari. Ante Banfield hizo dúo con Facundo Colidio en una reconfiguración del ataque: el Muñeco decidió relegar al banco al goleador Miguel Borja para darle agilidad al último tercio. Apostando por un Pablo César que en 2022 supo ocupar el rol de punta en los últimos meses del primer ciclo de MG. Y con éxito incluso en la red. Algo que se certificó en el minuto 43 del primer tiempo: su latigazo le permitió interrumpir una métrica de 168 días sin gritos propios (el último, a Belgrano, el 18 de mayo).

Para encontrar un doblete hay que rebobinar mucho más en el almanaque. Hasta la goleada 5-1 frente a Barracas Central del 27 de agosto de 2023, en el mismo Monumental pero hace 433 días. Demasiado.

Considerando esa marca, y los rendimientos con altibajos que tuvo durante un 2024 en el que fue perdiendo terreno, Solari entonces decidió ofrecerles su corazón a los fanáticos. Mostrando empatía en un momento difícil. En el que hacía falta levantar el cepo del gol. Un paso importante que deberá certificarse en los próximos siete partidos.