Son de Humahuaca, perdieron 16-0, y juegan donde Bilardo preparó a la Selección para México 86

Un paso adelantado, casi en offside, Carlos Bilardose había llevado al noroeste argentino, en enero del 86, a una banda con fragancia campeonamundialista. “Un estudio de altura”, dijo el doctor en su argumento visto de costado y en la búsqueda de emular los efectos de unos 3000 metros sobre el nivel del mar y la temperatura-humedad de México. La estadía veraniega incluyó dos amistosos-picaditos en Humahuaca (5-0 y 5-1), frente a un combinado local. Sin el imán de Diego Maradona, por entonces en el Napoli, quedan aún imágenes de un Ricardo Bochiniintentando hacer malabares para dominar la globa en el humilde campo del club Estudiantes y la onda positiva de una docena de players que levantaría la Copa del Mundo meses más tarde en el Azteca.

Hoy, en ese polvoriento y pedregoso potrero de lujo sobre la avenida San Martín, Independencia experimenta en el corazón de la Quebrada esa sensación de trascender desde El Alto -como La Vaca Estudiosa de María Elena Walsh- en este torneo Regional Amateur que otorga cuatro muy lejanos ascensos al Federal A.

La relevancia llegó por la ventana. En la jujeña Palpalá, en su debut contra el zonalmente histórico Altos Hornos Zapla, la humilde institución de escudo similar al de Independiente, perdió 16-0 y las imágenes dieron vuelta por el país. Así y todo, su gente, que recorrió 140 km por un bautismo cruel, despidió a sus jugadores como héroes. Incluso a Alvaro Ramos, el Dibu, su vapuleado arquerito de 22 años apodado como Emiliano Martínez por su intuición en los penales.

“En un momento perdí la cuenta de cuántos goles me habían hecho porque preferí disfrutar de mis atajadas. En el vestuario, durante el entretiempo, me contaron que perdíamos por nueve pero igual salí a la cancha como si fuéramos 0-0… No me importaba nada. Viví la chance de jugar un fútbol verdadero, con un pasto que parecía alfombra. En la Quebrada tengo que protegerme con mangas largas y rodilleras para no rasparme mucho”, le confió a Olé este estudiante de gerontología en el Instituto de Nivel Superior 11 de San Salvador, donde vive y se entrena en soledad, lejos de sus compañeros que le hacen una vaquita de 2000 mangos por cabeza -salvo que el kiosquito/buffet funcione bien- para bancarle un viaje de tres horas de viaje en bondi para cada partido. Igual, se perdió la segunda fecha por lesión…

Armar, jornada a jornada, al equipo campeón de la Liga Quebradeña es toda una artesanía. Incluso el conseguir DT con carnet habilitante. Por ejemplo el centrodelantero, “Farfán, el 9 de los goles importantes”, tal como le autodefine Gustavo ante Olé, no arrancó el certamen por cuestiones de trabajo. En Independencia y en buena parte de la región, el que no labura, estudia. “Eso pasa con la mayoría porque no vivimos del fútbol. Nadie nos paga por jugar. De hecho, raro que nos podamos juntar todos a entrenar. Y eso que lo hacemos todos los días desde las 20. Trabajo en Gendarmería Nacional hace 13 años y ahora estoy en una empresa de transporte como encargado de personal”, comenta su realidad quien ha jugado en Buenos Aires para el Deportivo 14, un elenco de militares que participa de torneos amateurs en San Miguel, Hurlingham, Moreno y donde pinte el deporte.

El último domingo, contra Racing de Ojo de Agua, Farfán tuvo revancha. No con la red: perdieron 3-0. Pero sí con la planilla. “Pedí permiso y pude jugar. Pensé que iba a estar más caliente pero la gente se fue satisfecha. Tuve dos chances y una pegó en el travesaño. Más allá de que estoy acostumbrado es complicado controlar la pelota en una cancha así”, reconoció. Y el ‘así’ tiene su párrafo aparte.

Allá por 2017, Independencia de Humahuaca ganaba espacio en los medios nacionales por estrenar la cancha más alta del país a 3012 msnm (superada ahora en 430 mts por el estadio de La Quiaca). Incluso Olé le dio un lugar destacado en su página web. Sin embargo, por la falta de vestuarios, de un alambrado perimetral y de la decisión del Consejo Federal, hoy no puede usar el césped sintético de su Raúl Pacífico Campos y debió salir de urgencia a restaurar la mentada cancha de Estudiantes sobre la ribera del Rio Grande.

La casa prestada queda a medio kilómetro del centro de la ciudad nacida en 1594, centro comercial colonial del antiquísimo camino al Alto Perú, y dueña de un Carnaval tradicional. El paisaje natural es de no creer. Detrás del arco norte hay un terreno baldío, viejo matadero; detrás del arco sur, la cancha histórica y (también) de tierra del Sportivo. ¿Cuál es la referencia para los forasteros? A dos cuatras está la estación de servicio de la petrolera que banca a Franco Colapinto.

“Ahora es pura tierra. Antes era hermosa, de puro césped natural. Tuvimos que rastrillar el terreno, sacar árboles, escombros… Para poner todo en condiciones y jugar el Regional en nuestro pueblo nos ayudó la intendenta Karina Paniagüa. Y dieron una mano tanto los jugadores como sus familias. Y la hinchada, claro…”, le cuenta a Olé la presidenta del club Cintia Liquín.

“Tenemos unos 80 socios que pagan 1000 pesos de cuota por mes. Nuestros ingresos son el alquiler de la cancha, la venta de platos de comida, la plata que nos acercan allegados… Electro Villa, de Santiago Villa, nos dona las camisetas y la empresa El Quiaqueño nos da una mano con el colectivo. Yo estudio Ciencias Políticas y me recibí de profesora de Educación Física y Despachante de Aduana y Transporte. Pero todos trabajamos ad honorem. Desde los 11 años jugué acá al fútbol femenino, de 2, de 6. Tenemos escuelita, básquet, handball. Pero todo es sudor para nosostros. El plantel, horas antes de arrancar, estaba cavando y quitando piedras todavía”, grafica. “Fue todo rápido. Eliminamos a Bárcena Norte y a las dos semanas empezamos el torneo. No pudimos pagar refuerzos”, reconoció la mandamás de la institución nacida un 9 de Julio de 1993. Sí, todo cuesta.

“Jugar de local sale como 500.000 pesos. Entre la terna arbitral y los 20 policías del operativo, se te va mucho dinero…”, hace números el polifacético Maxi Cruz en diálogo con Olé. El zaguero maneja las redes del club y es además, posiblemente, el mejor guía turístico de la zona. “Vivimos de esto. Somos unos 15.000 habitantes y cada uno colabora como puede y desde donde puede. Hay chicos de 18 y 20, hay grandes de 35 y 36. Técnicamente nos falta una banda de cosas aunque intentamos sacar ventaja de jugar en tierra. Todo por amor al club y al fútbol…”, asevera.

Las diferencias son enormes para el primer representante de Humahuaca en la historia del Regional. “El 9 y yo somos, físicamente, los más grandes del equipo. Y no le llegábamos ni a los hombros a los defensores de Zapla. Cuando vuelvan les vamos a pedir intercambiar las camisetas. Disfrutamos la experiencia aunque acá nos cargan los rivales históricos: nos burlaron por el 16-0. Si a nosotros, campeones, nos fue así, imaginate a ellos…”, picantea un Cruz que -por falta de tiempo y temporada alta- estudia seguir por streaming el partido del domingo contra Sportivo Rivadavia de El Carmen o, más adelante, pagar 3000 pesos su ticket por anticipado (5000 en boleterías) para alentar a los suyos desde el terraplén. Ah, y como buen guía, le da el OK a los dichos de Walsh. “Sí, hay vacas en la Quebrada de Humahuaca. Pero algo más alejaditas de acá y cuando la gente del valle las trae para quitarlas del frío”, confirma con la misma sapienza del doctor Bilardo hace más de 38 años…