Colapinto es el combo ideal

Los escépticos por vocación sintetizan el fenómeno Colapinto solo por el lado del marketing y no por el mérito deportivo. Se atormentan por los millones de paracaidistas que cayeron en la F1, impulsados primero por la recomendable serie Drive to survive y más aún cuando un argentino, al que la mayoría ni conocía, se sienta a la mesa de los Verstappen, Norris o Leclerc. La realidad demuele cualquier especulación o prejuicio al lado de la aparición de un chico de 21 años codeándose en la elite de la elite.

Tiene onda, es ocurrente, derrocha frescura y está para dar clase de carisma y empatía popular a más de uno. Todo eso no alcanza para correr a 300 kilómetros por hora y no morir en el intento. En Austin, hubo más señales contundentes de que ante todo -antes de los millones publicitarios que pueda vender, antes de colgarse del alambrado y ser aclamado por miles-, tiene una capacidad técnica y mental impresionantes.

Los análisis profundos estarán en otras notas, pero sirve solo enumerar algunos hitos para comprender la dimensión de lo que está haciendo. El primero, que se confirmó post carrera, su insistencia para arrancar con neumáticos duros cuando su equipo no lo creía conveniente. El momento fantasía, el video que no faltará en un resumen de su corta carrera en la Máxima: el sobrepaso a un campeón del mundo como Alonso. Luego, cómo limpió a Gasly, pero aún más impresionante fue que cuando volvió de los boxes debió aguantar la presión de Magnussen, que ya tiene unas 180 carreras en el lomo y diez años en este circo.

Y cuando confluyen las habilidades técnicas con la empatía popular, pasa que un tal Manu Ginóbili se acerca para sacarse una foto con él.Sí, el mejor basquetbolista de la historia argentina atraído por este combo ideal, que carrera a carrera demuestra que no solo maneja muy bien, sino que su techo está bien lejos.