01/04/2024 08:08hs. Actualizado al 31/03/2024 20:10hs.
Solo algunos pasos separan a la puerta 12 del Estadio Monumental de su adyacente, la número 11. Las dos son entradas con características similares: tienen un enorme portón corredizo de hierro, dan a la misma Avenida y se llenan de gente en cada partido. Son tan pero tan similares que las dos fueron testigos mudos del horror cuando decenas de personas, en un fatídico encuentro con el destino, terminaron aplastadas, asfixiadas y reventadas contra el imponente portón sellado.
La tragedia de la 11 ocurrió luego de un River 2-1 San Lorenzo en 1944, y la de puerta 12 fue tras un River 0-0 Boca en el 68. En ambas puertas pasó lo mismo, con 24 años entre cada caso. La única diferencia es que hoy, la doce tiene una placa conmemorativa mientras que la otra ya acumula 80 años de olvido…
Aldo Nápole tiene 101 años. Vive solo, se cocina, toma mate y hace sus mandados. Es hincha fanático de San Lorenzo, vivió la etapa amateur, la primera Copa del Mundo en 1930, el desarraigo cuando el Ciclón dejó Boedo y estuvo a dos escalones de morir aplastado en el Monumental. En diálogo con Olé, ejercita una memoria intacta que lo ayuda a recordar todo lo que sucedió: “La puerta 11 es una tragedia que quedó en el olvido. Despues de eso, nunca más volví a la cancha de River”.
Empezaba julio. Tarde fría, ideal para ir bien empilchado a disfrutar de un partido clave: River y San Lorenzo se jugaban la punta del campeonato. “Nos juntamos en el café La Humedad, ahí en la esquina de Boyacá y Gaona, y salimos con 36 amigos de San Lorenzo. Contratamos un micro que nos llevó, fue una linda caravana”, recuerda Aldo mientras pasa las páginas de un álbum de fotos.
Según relata el archivo impreso que Aldo atesora entre sus carpetas de archivos sobre San Lorenzo, la cronología del partido arranca con un gol de Rinaldo Martino para el Ciclón en el amanecer del juego. “Fue un partido charlado y caliente, y que varias veces se fue de las manos a Bartolomé Macías, juez del match. A los 33 del segundo tiempo, y tras una jugada dudosa, Adolfo Pedernera puso el 2-1 y fue esta la gota que colmó la paciencia del pueblo sanlorencista, que ya venía susceptible por la no sanción de dos supuestos claros penales en su favor. Lo que prosiguió luego tiene tantas versiones como intereses existieron. Podría contarse que la historia verdadera (no la oficial) ocurrió más o menos así...”, es lo escrito en las hojas que nos muestra Aldo. Luego, deja los papeles y procede a contar lo que ocurrió aquella tarde.
-Si todo era una fiesta: ¿Cuál fue el problema que desató la avalancha?
-Bartolomé Macías, el arbitro que dirigía el partido. Favoreció a River. Por eso se armó el revuelo.
-¿Y qué pasó?
-Antes de que terminara el partido, Macías le cobró un gol a River y se armó un lío tremendo en la tribuna de San Lorenzo. La gente comenzó a salir de la cancha porque el ambiente se estaba poniendo feo. Entonces, muchas personas se metieron en ese laberinto que eran la vieja escalera de la cancha de River.
En aquellos años, las escaleras de la cancha de River tenían un ambiente lúgubre. Un sucio lugar de tránsito que solamente estaba iluminado por un tenue foco amarillo que se prendía y apagaba constantemente. La poca luz se perdía entre las altas y frías paredes de hormigón, convirtiéndolo en un lugar aun más tenebroso.
A Aldo se le quiebra la voz mientras sigue con el relato estremecedor: “Cuando llegaron a la puerta, los de la entrada no habían abierto la puerta y estaba cerrada con candado. Los que iban llegando abajo gritaban: ‘Por favor, para atrás’, pero por el tumulto que había en la tribuna cada vez se metían más queriendo bajar. Hasta que se produjo la tragedia”.
-¿Usted dónde estaba?
-Había empezado a bajar y quedé a dos escalones de la puerta. Empujaba para atrás, pero un íntimo amigo de aquel entonces quedó parado en el medio y lo apretaban de todos lados. Estaba parado y lo único que hacía era rezar, pidiendo poder volver a su casa lo antes posible. Ese quedó ahí… Otros amigos míos terminaron con fractura de pierna y de brazos.
-¿Vio muertos?
-Sí, claro. Vi a siete personas muertas. Aplastadas. Los tenía ahí enfrente, a gatas podía respirar. Entre ellos, un chico de 14 años que había ido por primera vez que iba solo a la cancha. Lo apretaron y lo aplastaron. Fue tremendo…
-¿Nunca escucharon los de arriba?
-No. Seguían bajando porque querían irse lo antes posible y cada vez te apretaban más. Y lo peor fue ver como dos soldados murieron electrocutados.
-¿Cómo fue eso?
-Los dos estaban ahí con el uniforme y querían salir. Se treparon a una pared, agarraron un caño cayeron electrocutados. Se fulminaron.
La tristeza de perder a sus amigos
Aldo interrumpe su charla y sigue revolviendo el archivo. «Mirá, leé esto… Para que entiendas lo trágico que fue». Saca una hoja y señala un párrafo puntual. Era el obituario de aquella tarde.
«El primero en morir fue un chico de Villa Luro de 14 años llamado Vicente Pintado. lba por primera vez a la cancha. Su caída azuzó el pandemónium. Carlos Latrecchi (17 pirulos) era vecino suyo dos casas de por medio pero no habían ido juntos. La turba lo arrasó. Francisco Enrique y Francisco Fau eran dos muchachos de 15, y excelentes estudiantes en sus respectivos colegios. Rafael De Luca de 26 se había casado el fin de semana anterior. Alberto Ratti tenía 22, era Santiagueño y estaba conscripto en la Marina de Guerra. José Díaz fue la víctima de mayor edad. Apenas 34. Un día mas tarde murió en el Hospital Militar Alberto Martínez (17), tenía el cuerpo desfigurado por múltiples fracturas. 10 días después del domingo fatal, en el Fernández, se iría José Alfredo Del Prado (26), a los pies de su lecho estaba su esposa, con la que se había casado un mes atrás».
Una tragedia olvidada
-¿Qué sintió cuando paso lo mismo en Puerta 12?
-Lo vi en el diario y en las noticias. Sentí una tristeza tremenda. Pero la tragedia de Puerta 12 fue mediática porque murieron 71 personas. Sacaban los cadáveres y los ponían en la cancha. No lo pudieron ocultar.
-¿A Puerta 11 la ocultaron?
-La ocultaron porque no le convenía al gobierno y a la AFA, a nadie. Es una tragedia que quedó en el olvido.
-¿Volvió al Monumental luego de eso?
-No. Desde ese día, jamás volví a pisar la cancha de River. Habían silenciado esta tragedia para siempre, pero en la Puerta 12 no pudieron. Porque fue tanta la gente que murió. Terminaron poniendo la placa en la 12.
-Y en la Puerta 11, nada.
-Nada. Hasta hace varios años no había registros de lo ocurrido. Solamente el recuerdo de los que fuimos.
-¿No volvió por el trauma o por la bronca que le generó que lo hayan ocultado?
-Por el trauma. La bronca de que lo hayan ocultado pasó con el tiempo, pero hoy tengo 101 años y nunca volví.
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Fuente: Olé