31/03/2024 07:00hs.
“¿El mensaje? Preguntales a los jugadores si les llega. Hay una idea, es la realidad. A pesar de que sea doloroso perder, y que sea la primera derrota del año, hay números que reflejan un montón de cosas hasta hoy. Perder siempre duele, pero si repasás las estadísticas, éramos el equipo que estaba mejor posicionado en un montón de aspectos. No sé de qué mensaje hablás: la idea refleja buenos números…”. La última respuesta de Martín Demichelis en la conferencia de prensa post derrota con Huracán, a una pregunta que claramente no le gustó, encierra tal vez la dualidad que define a River de un tiempo a esta parte. Es curioso lo que sucede con el equipo de MD: los números, indiscutiblemente buenos en muchos ítems, parecen perder algo de peso cuando se les agrega un contexto y, sobre todo, cuando se ven producciones como la que tuvo el CARP en el Ducó.
River, efectivamente, perdió por primera vez en 2024 en un partido oficial y cortó un invicto de 17 juegos, el más extenso en vigencia hasta el viernes en el país. Es uno de los equipos con más poder de fuego de la Copa de la Liga y también una de las vallas menos vencidas. Está dentro del top cuatro que clasifica a los playoffs del torneo. Con Demichelis ganó ya tres títulos, el 50% de las estrellas que tuvo en juego hasta ahora. Tampoco perdió ningún clásico. Llegó el año pasado a un récord histórico en el Monumental. Tiene al goleador del campeonato (Borja). Al mayor asistidor (Barco). En todo caso, la cuestión de fondo es determinar si las estadísticas son, como sostuvo el entrenador, el fiel reflejo de una idea y qué tan elocuentes y certeras son para explicar el momento del equipo.
Los registros del CARP contrastan con una realidad que está a la vista: desde que obtuvo la Liga 2023 con un nivel altísimo (que sí iba de la mano, evidentemente, con números igual de altos), el equipo no logró volver a jugar a lo que jugó en ese primer semestre del ciclo salvo alguna contada excepción (Vélez en Núñez, la más clara). No haber perdido en todo este tiempo es meritorio pero pareció responder mucho más a la jerarquía de un plantel que a escala doméstica debiera sacar diferencias por su propio peso que a un funcionamiento colectivo de alto vuelo, con un Armani que además -según recopiló hace pocos días TNT Sports- sostuvo desde el arco una marca de goles en contra similar a las de sus últimas temporadas a igual cantidad de partidos pero con la particularidad de que en este 2024 lleva casi el doble de atajadas que en años anteriores. Ése también es un indicador estadístico. También lo es que ganó apenas tres de sus últimos nueve partidos oficiales. O que salvo Vélez y Estudiantes, aún no venció a rivales de cierta dificultad (las otras victorias: Barracas, Riestra, Excursionistas, Independiente Rivadavia y Gimnasia de local). O que de visitante fuera del AMBA ganó dos veces en 14 presentaciones durante esta era, uno de los grandes desafíos que tendrá que afrontar en esta Libertadores.
De cualquier forma, los números merecen ser analizados en un contexto. Aunque River no pierda, o pierda muy poco, aún no se advierte consolidado como debiera estar a esta altura del asunto, a horas de arrancar la Copa. River sigue teniendo algunos problemas crónicos. Aún con buenos números de goles en contra, el retroceso es uno de esos déficits. No son pocas a esta altura las contras peligrosas que recibió tras un tiro libre o corner a favor, algo que acaso haya quedado más en foco el viernes por el gol de Mazzantti: en ese sentido, ubicar como último hombre en las pelotas paradas a un jugador que hasta acá no se destacó por la velocidad para retroceder como Fonseca no parece ayudar a solucionar una patología más amplia. El uruguayo mostró a su ingreso que tiene un muy buen pie para filtrar pases clave al último tercio del campo, pero dejarlo solo en la mitad es también un riesgo en términos colectivos de defensa. Una defensa que sin Paulo Díaz sufre y que sigue baja en los laterales, con una banda derecha en la que nadie termina de asentarse y un lateral zurdo que hoy ocupa un Enzo Díaz en un nivel amesetado hacia abajo respecto a su gran 2023.
Hacia adelante, aunque es uno de los equipos más goleadores, suele tener problemas de efectividad, pero también conceptuales. Borja es el goleador del año (con Maravilla Martínez, que lo empardó este sábado con un hat-trick), pero jugando sin un delantero de compañía pierde influencia: de los 11 goles que lleva el colombiano en 2024, diez los hizo cuando tuvo a su lado a Solari, Colidio o Ruberto (el único tanto que hizo sin un segundo punta y con el esquema de cinco volantes por detrás fue ante Independiente, un gol out of context que se fabricó él solito en un primer tiempo muy flojo de River). En ese sentido, Barco es el mayor asistidor de la temporada (seis pases gol), pero necesita también meterla: hizo un solo gol en sus últimos 30 partidos.
Más allá de los registros estadísticos, que representan una mitad del vaso medio llena, Demichelis sabe que su equipo necesita encontrar un funcionamiento más depurado. Por algo se ilusionó el técnico después de aquella dramática final con Estudiantes con un “despegue”, con que ese partido destrabara el juego de River. Aún no sucedió. Los números que hoy sostienen la mirada positiva sobre el ciclo deberán tener un mejor colchón. Si no, el día que no estén, desabrigarán muy rápido a un equipo que sigue bastante lejos de su mejor versión.
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Fuente: Olé