Es que a los 47′ minutos del primer tiempo, una pelota atravesó la línea lateral en dirección a donde estaba el cuerpo técnico Tatengue. En el apuro por querer jugar rápido, Rodrigo Llinas, entrenador de arqueros del club santafesino, saltó a buscar la número cinco pero nada terminó como esperaba.
En el medio del salto, el cráneo de Llinas impactó contra un filamento que había en el techo del banco y se abrió la cabeza. Tuvo que ser rapidamente asistido por los médicos y debió irse al vestuario porque terminó todo ensangrentado.
Por suerte, fue solo un susto, ya que minutos más tarde se pudo recomponer y seguir con su labor.
Fuente: Olé