La aparición en español de «Inéditos», del escritor y fotógrafo francés Édouard Levé, es una oportunidad para revisitar una obra que reivindica el cruce del humor con la apuesta por escribir obras que siempre quedarán inconclusas, pero también para leer las prosas, las canciones, los poemas, las obras y vivenciar las performances de este artista suicida en un libro póstumo lleno de vida.
La obra inédita del escritor, pintor, fotógrafo y filósofo Édouard Levé recién comienza a ser publicada por autorización de su hermano, muchos años después de que Levé se suicidara en 2007, con tan solo 42 años. En el caso nacional, la editorial Eterna Cadencia toma la iniciativa con la traducción de «Inéditos», a cargo de Matías Battistón, que reúne una serie de textos seleccionados por Thomas Claerc para la edición francesa de 2022.
El perfil del artista
En 1991, Levé comenzó su carrera artística como pintor, pero pronto quemó sus obras y se volcó hacia la fotografía, donde encontraría su verdadera pasión. Su serie «Homónimos», de 1999, que presentaba retratos de personas desconocidas con nombres de famosos, como Georges Bataille, Yves Klein y Henri Michaux, tuvo un reconocimiento inmediato. Esta serie marcó el inicio de su exploración de temas como la identidad y el motivo del doble y el desdoblamiento, que se convertirían en insistencias de su obra, como ocurre constantemente en «Inéditos». En 2006, publicó «Amérique», un proyecto fotográfico que documenta ciudades estadounidenses que toman sus nombres de ciudades europeas, como Florencia, Berlín y París. Esta serie evidencia su fascinación por la multiplicidad de sentidos y la ambigüedad de las identidades.
A lo largo de su vida, publicó varios libros. Uno de ellos, «Obras» (2002), un catálogo de 533 proyectos artísticos imaginarios, se distingue porque abre universos referenciales monumentales (la obra) y al mismo tiempo desafía las convenciones del arte y pone en crisis ciertas políticas de la literatura. Mientras que en otros sus títulos como «Diario», «Autorretrato», «Ficciones», se advierte una voluntad minimalista, de anclaje en géneros y recorridos conocidos, evitando así la suntuosidad literaria.
En 2008 publica «Suicidio», que narra el suicidio de un amigo y que luego de su propia decisión de quitarse la vida, de decidir ahorcarse, adquiere mucho mayor impacto y se colma de nuevos sentidos.
«Inéditos» ofrece una selección de obras nuevas, donde se podrá apreciar la inventiva incomparable del autor. Este libro incluye solo una parte de los archivos depositados por su familia en el «Institut Mémoires de l’édition contemporaine» IMEC (Caen) en 2008. De su totalidad, unas treinta y un cajas, Clerc realiza una selección precisa y se ocupa de establecer parámetros de clasificación por géneros, pero sin desatender los deseos de Levé y manteniéndose fiel a su obsesión por la «clasi-ficciones».
El volumen está dividido en siete secciones: «América, epopeya popular», «Diccionario», «París», «Prosas diversas», «Canciones, poemas», «Obras y performances» e «Intervenciones». La primera es la única sección que lleva un título puesto por Levé y presenta el primer capítulo de una novela inconclusa ambientada en América, que es una extensión de su libro de fotografías «Amérique». Sorprendentemente, el capítulo está ambientado en Bagdad (Florida), mostrando desde el inicio la fascinación de Levé por la experimentación y la singularidad en la narrativa. A pesar de que Levé prefería las narraciones documentales o autobiográficas a la novela, eligió el título «epopeya popular» para marcar su interés por la experimentación literaria y la singularidad en la forma de narrar. Clerc explica que «el carácter ficticio del texto, que adopta los códigos del relato autobiográfico, es discutible.» Desde su punto de vista, la sencillez del estilo, lo que él llamaba «lo neutro», era más interesante y universal que los clichés de la ficción convencional. Aunque no pudo completar esta «epopeya», su obra muestra una mezcla de observación aguda de la realidad y un documentalismo personal, con un toque de humor bizarro que era una de sus cualidades más apreciables.
La segunda parte es «Diccionario», donde el autor presenta un lexicón personal con diecinueve entradas, con el que explora conceptos que van desde lo cotidiano hasta lo íntimo, revelando su perspectiva y su estilo literario distintivo.
El contenido autobiográfico del diccionario recuerda al «Diccionario de las ideas recibidas» de Gustave Flaubert que cierra la novela inacabada «Bouvard et Pécuchet», publicada también de manera póstuma en 1881. Así, al principio de la entrada de «Amor», se puede leer: «He amado muchas veces. De una manera intensa, pero breve. / He amado menos de lo que me han amado. / Me quiero menos de lo que me han querido. / Me sorprende que alguien me ame».
La entrada «Comida» dice: «Evito los alimentos con efecto retardado. Pasta, arroz, sémola» y en «Sade»: «La gente no esperó a Sade para cometer salvajadas en nombre de ideologías respetables».
La tercera sección es «París» y está compuesta por textos que luego de «Resumen de paseos» (único texto fechado en el domingo 5 de diciembre de 2005) siguen un orden alfabético. Toda esta parte ofrece una mirada fragmentaria pero evocadora de la capital francesa, a través de textos que funcionan como instantáneas literarias de la ciudad, que capturan momentos y lugares con afán poético y reflexivo.
En «Bosque» comienza diciendo: «Desde mi departamento sueño con el bosque como lo opuesto a la ciudad. Cuando no puedo visitar ninguno – al no tener lo que me gusta, me tiene que gustar lo que tengo – , disfrazo la ciudad de bosque.» Y en «Prostitución» se anima a una descripción propia de las trabajadoras sexuales: «Son mujeres blancas de más de cincuenta años, vestida como profesionales: látex, cuero, goma, medias de red, zapatos de punta, color negro predominante. Pechos al aire, siluetas curvilíneas».
En la cuarta parte, «Prosas diversas», se agrupan dos series de textos que anuncia el editor: «por un lado, textos de ficción pura (cuentos, relatos cortos, experimentos con el lenguaje, proyectos artísticos, etc.) y, por el otro, textos autobiográficos, que encarnan dos tendencias simétricamente opuestas, pero a la vez constitutivas del arte de Édouard Levé». Aquí se evidencia la capacidad del autor para explorar la narrativa en todas sus formas, desde cuentos hasta proyectos artísticos experimentales.
La quinta parte, «Canciones, poemas», constituye la expresión lírica de Levé, con composiciones que reflejan su sensibilidad melancólica y su interés por la musicalidad del lenguaje. También se incluyen los tercetos inéditos que el escritor descartó para «Suicidio», libro que termina con setenta y nueve de estas formas poéticas. En algunos de ellos se lee, por ejemplo: «La Iglesia me irrita / Dios me aburre / Jesús me pasma» o «La felación me excita / La penetración me colma / La sodomía me cambia».
En otros poemas añade una capa adicional de complejidad a su obra, como la serie de «El remero» o el poema «Sustantivo yo verbo».
La sección sexta, «Obras y performances», nos conduce a la oralidad y a la dimensión escénica de la creación de Levé, con experimentos basados en documentos sonoros, obras radiofónicas y descripciones de performances que amplían aún más su indagación artística que evocan sus puestas en escena fotográficas.
Por último, el séptimo capítulo «Intervenciones» contiene textos ocasionales relacionados con la actualidad política y artística, lo que demuestra el compromiso de Levé con el mundo que lo rodea y su convicción sobre la relevancia de reflexionar sobre la coyuntura social desde un posicionamiento artístico. En muchos casos han sido publicadas por la prensa, confirmando una curiosidad sin límites que estaba lejos de reducirse al campo exclusivo del arte contemporáneo.
En este libro Levé explora y cultiva diversos géneros literarios y soportes artísticos, lo que hace de este volumen una muestra incomparable de las formas de expresión que asume hoy el arte contemporáneo: heterogeneidad, inespecificidad, versatilidad y experimentación. A través de estas obras, asoma un lado menos conocido de Levé pero igualmente impactante, que además relativiza la imagen de perfección formal que se tenía de él hasta ahora. En este volumen se dejan claras marcas de cómo el estilo ya es un arte en sí mismo, definido por una predilección por las restricciones y las reglas, una característica que se vincula con su admiración por Georges Perec. Esta preferencia se manifiesta en el desarrollo de una prosa concisa, precisa y notablemente puntuada, que a menudo adopta la apariencia de silogismos y aforismos. El autor recurre a los enigmas, paradojas y constataciones para crear su propio estilo: un estilo austero que se potencia con la aguda observación de lo real y un gusto exacerbado por el grotesco. Desde la arquitectura hasta la vestimenta, Levé revela una sensibilidad excepcional hacia la desproporción, la mezcla de estilos y el kitsch, dotando esas zonas en desorden de una insólita belleza.
Fuente: Telam