Miguel Ángel Rodríguez, nombre propio indiscutido de una época dorada de la televisión argentina por su participación en programas como «VideoMatch», «Son Amores» y «Los Roldán», estrena este viernes en el Teatro Nün la obra «Quieto», que marcará su debut en el circuito independiente y que, reconoció, le permite «a los 63 años seguir aprendiendo en caminos nuevos».
«Durante tantos años de profesión me tocó transitar por una avenida y ahora estoy yendo por otra, completamente distinta, que me da la posibilidad de hacer, por primera vez, un personaje en un lugar que es como el living de tu casa, con mucha gente cerca, y la sensación es una maravilla», contó el actor a Télam después de un ensayo en la sala de Villa Crespo.
«Quieto», escrita y coprotagonizada por Florencia Naftulewicz («Las cuñadas», «Devil») y dirigida por Francisco Lumerman («La vida sin ficción», «Muerde») es la historia de un reencuentro entre un padre y una hija. Renzo es un hombre que enviudó hace dos años y, desde entonces, se encerró en su casa sin querer ver a nadie. Un día, su hija Julieta vuelve a pasar un fin de semana con él para intentar rescatarlo de su cueva de recuerdos.
Lejos de la época de «Los Roldán», la tira que llegó a marcar más de 40 puntos de rating en el prime time y que protagonizaba junto a Florencia de la V, el Puma Goity y China Zorrilla; o del éxito de sus imitaciones en el primer «VideoMatch» de Marcelo Tinelli, Rodríguez se encuentra en un momento de menos exposición mediática pero transitando nuevos desafíos.
Después de haber encabezado el elenco de «Edmond», la pieza del dramaturgo francés, Alexis Michalik, que imagina la primera representación de Cyrano de Bergerac y que reinauguró el Teatro Alvear, actualmente está grabando la serie «Las reglas del boxeador», adaptación del libro homónimo de la escritora argentina Jazmín Riera para Star+, y se prepara para rodar en Uruguay la segunda parte de «Barrabrava» para la plataforma Amazon Prime.
«Un verdadero actor -señaló- tiene que estar entregado a hacer todo: ‘La peluquería de Don Mateo’ y una obra en el Teatro San Martín, sin prejuicios».
«Quieto», los viernes y sábados
«Quieto» se presenta, a partir del 2 de febrero, los viernes a las 21 y los sábados a las 18 en NÜN Teatro Bar (Juan Ramírez de Velasco 419). Las entradas están a la venta por Alternativa Teatral.
-Miguel, ¿qué fue lo que te llevó a hacer «Quieto»?
-El libro es totalmente conmovedor, con idas, vueltas, vaivenes de estado de ánimo y, sobre todo, para mí tiene pinceladas de algo retro, en el sentido de que me recordó a Luis Sandrini, aunque totalmente aggiornado, porque él manejaba esa tensión maravillosamente. De lidiar con la emoción y al final aflojar, jugando con el humor, la acidez. Esta obra tiene algo de eso y me encanta.
-¿Cuál es el rol del humor en una obra que claramente no es una comedia?
-El humor siempre salva. Para mí es la base para vivir y acá está utilizado muy bien. «Quieto» es una comedia dramática y por el trabajo que hace la hija para intentar sacar a su padre de ese estado, en los ensayos quedó de manifiesto que muchas veces lo que te lleva a reír es la incomodidad, ese flechazo en el corazón que no sabés de qué manera revertirlo. A lo mejor no es tanta la gracia que te pueda causar algo sino la misma incomodidad que vive el espectador frente a lo que sucede.
-¿Cómo definirías a Renzo?
-Es un tipo común, que trabajó toda su vida en una mueblería y que, luego de la muerte de su mujer dos años atrás, se dejó. Está enojado, siente que la vida le arrebató algo y por eso no quiere ir al cementerio y su casa sigue intacta, como si ella todavía viviera ahí. Es su manera de que todo siga igual, como si estuviera esperando que la muerte se lo lleve a él también. Renzo no ve a la hija, no ve al hijo, no ve a los nietos y, además, cumple con el estereotipo del viudo: a diferencia de las mujeres, que suelen organizarse para viajar juntas o salir, el hombre cuando enviuda suele quedarse quieto.
-¿Qué nuevos caminos te permitió explorar ese personaje?
-Yo siempre sigo aprendiendo. El teatro independiente es un formato totalmente distinto para mí. Cuando jugás al fútbol en la cancha de River y un día te toca ir a la de Argentinos Juniors, que es chiquita, es otro fútbol. Esto es lo mismo, es otro teatro, que me da la posibilidad de transitar el desafío de hacer un personaje en un lugar más chico, con la gente más cerca y tenés que ocuparte de que se vea muy creíble también a esa distancia. Renzo me desafía a componer desde estar quieto, a decir con pocos movimientos, con el texto, las pausas.
-¿Extrañás las épocas de los cuarenta puntos de rating?
-No, la verdad que no. Tengo un recuerdo maravilloso. Lo viví, me encantó, estoy muy agradecido, pero ahora estoy grabando series, haciendo cosas en otro formato, conociendo gente que no conocía, que transitaron otros caminos. Me encantaría que la tele ahora tuviera lugar para un montón de gente que no hizo esa experiencia, pero ya no hay programas televisivos, ni comedias ni dramas. Todo eso se perdió.
Fuente: Telam