Uno de cada seis adultos cuidadores de niñas, niños y adolescentes de hasta 14 años aseguró que alguna vez un profesional de la salud le recomendó no vacunar al menor a cargo, según el Índice de Confianza y Acceso a Vacunas (ICAV) 2022, elaborado por la Fundación Bunge y Born, que también mostró una correlación entre esa recomendación y niveles más bajos de confianza y acceso.
Por otro lado, este relevamiento realizado a fines del año pasado sobre una muestra federal de 7.299 casos demuestra que el grupo etario con menor índice de confianza (IC) en las vacunas son los adolescentes y jóvenes de entre 15 y 20 años «con una tendencia a la baja constante desde 2019» que el año pasado registró el mínimo histórico de 80.09 puntos en una escala de 1 (confianza nula) a 100 (confianza plena).
«La vacunación tiene un impacto directo en la reducción de prevalencia de enfermedades y muertes; Argentina cuenta con uno de los calendarios de vacunación más actualizados y completos del mundo e incluso a través de fuentes oficiales se puede conocer la tasa de cobertura», dijo Julio Ichazo, coordinador de Proyectos de la Fundación.
Sin embargo, «no conocemos qué se esconde detrás» de este indicador en términos de confianza y capacidad de acceso, «ni cómo entender las variaciones» en la percepción de la población respecto a la importancia, seguridad y eficacia de las vacunas en general, y la eventual presencia de barreras para la vacunación.
«El objetivo es generar conocimiento que posibilite mejoras en el diseño de programas y estrategias de inmunización, y orientar de manera más eficiente recursos humanos y financieros de salud pública», dijo.
«La vacunación tiene un impacto directo en la reducción de prevalencia de enfermedades y muertes; Argentina cuenta con uno de los calendarios de vacunación más actualizados y completos del mundo e incluso a través de fuentes oficiales se puede conocer la tasa de cobertura».Julio Ichazo
En cuanto a los resultados más generales, el estudio arrojó que el IC de la población en las vacunas durante el año pasado fue de 85,9 puntos en una escala del 1 al 100, lo cual implica que «ha interrumpido su tendencia a la baja» (subió 0.5%) en relación a la medición de 2021, «aunque no logra recuperar los altos niveles existentes previos a la pandemia» cuando se ubicaba en 93,7 puntos, dijo Ichazo.
El IC está formado por tres componentes -efectividad, importancia para los niños y seguridad- y fue diseñado siguiendo el modelo del Índice de Confianza de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres que se viene utilizando desde 2015 en diferentes países del mundo.
Los resultados de este año arrojan que sigue descendiendo – aunque levemente- el número de personas que piensa que las vacunas son efectivas -88.5 versus 88 puntos- y de aquellos que piensan que son importantes para los niños -89.1 versus 88-, mientras que la confianza en la seguridad de las vacunas experimentó un leve aumento respecto a los dos últimos años ubicándose en 90.4 puntos, aunque sin alcanzar las cifras de 2019 (95,9) «lo que explica la estabilización del índice de confianza respecto a años anteriores».
Y si bien el nivel de confianza «es homogéneo entre regiones», la Ciudad de Buenos Aires y su área metropolitana tienen un comportamiento diferenciado porque allí «la confianza sigue cayendo» mientras que en el resto, «ha vuelto a crecer».
Por otro lado, se evidencia una gran variabilidad en la evolución en el nivel de confianza de acuerdo con el grupo de edades.
Así, quienes están entre los 21 y los 30 años aumentaron su confianza en un 3,59% (3 puntos) y algo similar ocurrió entre los que tienen entre 31 y 40 años (4,9 puntos), mientras que el grupo entre 41 y 50 se mantuvo estable en sus percepciones (87,7 puntos).
En cambio, el nivel de confianza en las vacunas descendió entre los jóvenes de 15 a 20 años, entre quienes la tendencia al descrédito de las vacunas se manifiesta como una constante desde 2019.
Así, ese año confiaban el índice de confianza en las vacunas en ese grupo era de 90.6 puntos, cifra que descendió a 85.5 en 2020, a 81.6 en 2021 para llegar a la actual mínima histórica de 80.9.
«Este dato es preocupante ya que próximamente serán los responsables de vacunar a sus futuros hijos», indicaron.
El nivel de confianza también bajó entre los mayores de 65 años – entre quienes experimentó un descenso del 8% -, pero el año pasado había aumentado en una proporción similar y «este comportamiento errático y volátil puede asociarse al contexto como grupo de riesgo de la pandemia».
Como novedad de este año, la edición de este año del ICAV incluye algunos ajustes en el índice de acceso a partir indicadores propuestos por la OMS, razón por la cual no es posible realizar la comparación con años anteriores.
«Para refinar la medición, incluimos preguntas específicas que ponen el foco en los cuidadores de menores de 14 años, que son los responsables de la vacunación», dijo Ichazo.
El índice de acceso en 2022 fue de 66.9 puntos sobre 100 – donde cero es el acceso nulo- para quienes cuidan de niñas, niños y adolescentes menores de 14 años, y cuando las tareas de cuidado las desempeñan mujeres o personas que se identifican con el género femenino, el acceso se ve facilitado (68.5 versus 64 puntos sobre 100), «lo cual es importante ya que existe evidencia que demuestra que son ellas quienes están más involucradas en las tareas de cuidado», dijeron.
En tanto, las regiones del país en las cuales las y los cuidadores experimentaron un mayor acceso a las vacunas en 2022 fueron: Cuyo (73.1); Patagonia (72.3) y región Centro (70.2). Y las regiones donde el acceso fue percibido como más dificultoso fueron GBA (62); NEA (63.5); CABA (64.8) y NOA (67.3).
«Las diferencias de hasta 10 puntos, muestra que el concepto de accesibilidad no es homogéneo en el país, sino que depende de las realidades provinciales», dijo Tomás Olego, especialista en estadística matemática de la Fundación.
Por otro lado, la accesibilidad varía aún más fuertemente -hasta 20 puntos- en relación al nivel educativo de los cuidadores, y aquellos con menor tiempo de escolaridad «parecen tener las peores posibilidades».
Uno de los datos más alarmantes de este apartado es que el 17% de los cuidadores entrevistados aseguró que alguna vez un profesional de la salud le recomendó no vacunar a las niñas, niños o adolescentes a su cargo; aunque no se indagó respecto a qué vacunas en particular fueron desaconsejadas en esas ocasiones o si éstas formaban parte o no del calendario obligatorio.
«Si tenemos en cuenta que el profesional de la salud es ‘la’ figura de autoridad para los cuidadores en términos de vacunas, se nos presenta una oportunidad de mejora como sociedad en este aspecto», agregó Olego.
El relevamiento muestra después que hay una correlación entre esa experiencia y la confianza o el acceso a las vacunas: entre quienes recibieron la sugerencia de no vacunar, el nivel de confianza en este tratamiento es significativamente menor que entre quienes no recibieron ese consejo (77.3 versus 87.3 puntos); y lo mismo con el nivel de acceso (55.8 versus 69 puntos).
Por otro lado, al 12% de las y los cuidadores consultados, el profesional de la salud no le preguntó si el menor a cargo tenía al día su calendario de vacunación durante el último control médico y el 21% de esos encuestados desconoce las vacunas que le corresponden por su edad y situación particular de salud.
Fuente: Telam