De jugar en River a atender una ferretería

Leonardo Talamonti se retiró del fútbol hace cinco años. El ex defensor, que tuvo un paso por River y es recordado en Rosario Central, decidió volver a Álvarez, un pequeña localidad en la provincia de Santa Fe, en donde abrió su propia ferretería.

Sin dudas que la historia de Talamonti es particular: el hombre que hoy tiene 41 años debutó en Primera con Rosario Central en 2001 y, rápidamente inició una carrera que lo llevaría a Europa. Es que una vez afianzado como titular en el Canalla, Oveja pasó rápidamente a Lazio, club al que arribó con muchas expectativas, pero en donde no tuvo demasiada continuidad. Allí permaneció un año hasta que desembarcó en River.

En Núñez, el defensor tampoco sumó demasiados minutos ya que en el equipo que en ese entonces dirigía Leonardo Astrada, competía con Gabriel Loeschbor y Leandro Fernández el lugar de central. Lo cierto es que en el CARP no logró adaptarse y sólo jugó 32 partidos, en los que anotó dos goles. Además, según declaraciones que le dio a La Nación, padeció al «periodismo porteño», el cual le pegó duro en algunas de sus presencias con La Banda.

Por eso, a tan solo un año de su llegada, Talamonti pasó al Atalanta hasta recalar nuevamente en Rosario Central en 2011 con el objetivo de devolver al equipo a Primera. Una vez consumado el ascenso, el defensor pasó por Sportivo Belgrano, Atlanta y Platense, donde le puso el punto final a su carrera.

Una vez finalizado su camino por el fútbol, el Oveja se enfocó rápidamente en volver a su pueblo natal, en donde abrió la ferretería «Ferritodo». Por eso, no atravesó el proceso por el que pasan muchos jugadores post retiro, ya que, en el caso de Talamonti, tenía decidido pegar el volantazo y alejarse del mundo de la pelota, en el cual «el 80% de las cosas son negativas», frase que reveló que se la dijo Passarella en su estadía en el CARP.

De hecho, el ex Central disfruta de este oficio: «Ya llevo cinco años a cargo de la ferretería. Abro el local a las 7.30 y cierro a las 19.30. Me gusta mucho el rubro, interactuar con la gente del otro lado del mostrador, asesorarlos… Me apasiona», contó el Oveja quien, además de ser ferretero, empezó a hacer un curso de electricista para ampliar sus conocimientos: «En una de las clases el profesor nombró mi apellido para dar el presente y un alumno, que siempre asistía con la ropa de Rosario Central, se acercó para preguntarme cómo estaba mi hermano, dando por entendido que no era yo el jugador. Al explicarle que sí era, de inmediato me dijo: ‘Y, ¿qué haces acá? Fue un momento gracioso”, recordó sobre la sorpresa de un fanático al verlo por esos lares.

Y la vedad que sorpresivo es, porque no son tantos los futbolistas que pasaron por Primera y Europa que deciden dejar de lado todo para volver a la tranquilidad de su pueblo aunque, para Talamonti, esa tranquilidad era necesaria y su decisión se transformó en una de la más importantes de su vida.