Hay un pasaje fabril y el ecosistema del Riachuelo, una mole de metal y vecinos ansiosos por contar su historia. El pasado y el presente se unen en un paseo de poco más de una hora que puede realizarse los viernes y sábados a partir de la puesta en funcionamiento del Puente Transbordador Nicolás Avellaneda que conecta el barrio de La Boca con la Isla Maciel.
Desde enero, la plataforma que data de 1914 y se desplaza entre ambas orillas es operada por el personal de Vialidad Nacional para delicia de los turistas, que, en grupos de hasta 25, realizan el cruce mientras una guía cuenta la historia del puente transbordador que busca ser Patrimonio de la Humanidad y es uno de los ocho que quedan en el mundo en su tipo, y el único de América Latina.
El proyecto piloto que lleva adelante la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) tiene carácter turístico y ambiental ya que busca difundir el patrimonio histórico y natural de la Cuenca. Se llama “El puente y sus dos orillas” y es gratuito. Los boletos para cruzar el río se consiguen en las Estaciones de Promoción e Interpretación Ambiental de ambas orillas y desde allí sale el recorrido.
«El circuito propone acercarnos al río, conocer de qué se tratan las tareas de saneamiento y recomposición ambiental, a la vez que participar de una experiencia única que es apreciar el territorio desde la barquilla de un puente que es un ícono patrimonial de la Argentina. En esta etapa del saneamiento Acumar ha cumplido con acciones que permiten propiciar la revinculación de las personas con sus entornos naturales», analiza María José Parra, directora de Fortalecimiento Comunitario y Promoción del Desarrollo de Acumar.
Camila Solari es la guía que acompañó a Télam y a un grupo heterogéneo de turistas entre los que hay familias con niños, extranjeros que apenas hablan español y vecinos de Barracas que encontraron un gran programa para su sábado a la tarde.
“El puente transbordador que permite cruzar de una a otra orilla del Riachuelo es de 1914. Se trajo desarmado desde Inglaterra y se reconstruyó aquí para facilitar el traslado. Había otros a lo largo del río pero sólo éste sobrevivió”, recuerda frente a la mole de hierro gris nube que servía para cruzar el Riachuelo y constituía una alternativa más rápida a los tradicionales botes que hacían el trayecto incansablemente.
Luego señala al puente naranja que está a unos cuantos metros: “En la década del 40 se hizo el otro puente que tiene el mismo nombre, Nicolás Avellaneda, y es de hormigón. En la década del 60 el transbordador dejó de usarse e iba a ser vendido como chatarra hasta que en los 90 los vecinos se organizaron y lograron que fuese declarado patrimonio cultural y que se preservase”.
Cuándo y dónde
El transbordador funcionará los viernes y sábados de 10 a 16, con excepción de días de lluvia, vientos intensos o tormenta eléctrica y podrá ser utilizado por 25 personas en cada viaje, saliendo de cada orilla cada 30 minutos. Al final de cada día, el transbordador habrá realizado 13 viajes con un total de 325 personas.
El cruce entre una y otra orilla lleva apenas unos minutos sobre la barquilla que se desplaza operada desde un puesto de control en las alturas del puente. Durante el recorrido pueden verse las postales de los conventillos pintorescos de La Boca, más allá, las fábricas del Dock Sud y hasta habitantes de la fauna nativa.
“Por allá hay garzas, y acá veo peces que parecen ser carpas”, se asombra uno de los paseantes, que llegó desde Tigre con sus hijos y señala también las mangas con las que la Autoridad de Cuenca contiene los residuos que trae el agua y que luego recogen con grúas o catamaranes equipados con grandes palas.
Alguien recuerda que el transbordador se usó en algunos capítulos de la emblemática serie «Okupas», de Bruno Stagnaro, y la guía apunta que también se filmó en la Isla Maciel. Luego indica que el paseo puede concluir en la orilla opuesta o extenderse por la isla, donde los integrantes del tour pueden sumarse al recorrido que organiza la Municipalidad de Avellaneda con la colaboración de algunos vecinos.
Del otro lado el guía es Maximiliano Stugo, del área de Turismo de Avellaneda, secundado por pobladores de la isla. Lo primero que hace es terminar con la imagen de que Maciel sea una isla: “Menos desde el entubamiento del arroyo Maciel. No está separado del continente”, precisa.
A su lado, Horacio Eusebi precisa que en ese territorio que lleva el nombre de Cosme Maciel, un político santafesino «exiliado» que tenía un astillero en la zona, viven 7 mil personas, según el último censo.
“En 1895, eran apenas 160, una de ellas era mi bisabuelo”, se enorgullece el vecino, que pronto se transforma en anfitrión en la Casa Museo del Carpintero de la Ribera “Acá trabajaba mi papá, Pocho, que era el que reparaba los botes. Sabía elegir el tipo de madera para cada reparación y la moldeaba con agua caliente y sus herramientas. Hacía milagros, por eso algunos de los botes tenían la leyenda “Gracias, Pocho” en el cartel donde llevaban la matrícula”.
Con la guía de Maximiliano, Horacio y Andrés Soto, otro vecino del barrio, los visitantes realizan un recorrido rápido por la isla. Pueden ver los conventillos pintados de colores vivos como los de La Boca, la unidad sanitaria, el jardín de infantes, la capilla Nuestra Señora de Fátima donde trabajó por la gente el padre Paco de Oliveira y la Fundación por la Isla Maciel. Uno de los conventillos exhibe con orgullo un cartel que dice 1910: “Ahí había un garito y la gente se juntaba a jugar a las cartas y a otras cosas”, secretea uno de los vecinos.
“La idea es que si la prueba piloto funciona y tenemos visitas vamos a armar otros cuatro recorridos: uno de murales y otro en relación con el fútbol ya que en Maciel está la cancha del Club San Telmo, que en 1976 protagonizó una hazaña y le ganó a Boca Juniors por 3 a 1”, recuerda Soto con orgullo, mientras señala la cantidad de pobladores que usan la camiseta azul y celeste del club apodado “El candombero”.
Frente a la plaza José Hernández una serie de murales recuerdan el peso que la isla tuvo en la difusión de la cumbia santafesina. “Hubo un conductor de radio de Maciel que invitaba a los cantantes y pasaba música cuando no era conocida. Por eso muchas veces pasan a tocar en la isla”, apunta Soto. Los murales son fruto del proyecto “Pintó la isla” que motorizó la escuela 24 y convocó a visitantes de todas partes, y de todo el mundo, a llegar a la zona para colorear las paredes.
Hacia el final del paseo, frente a la orilla del río, Stugo repasa las películas y series que se filmaron en la zona, desde la muy reciente “El suplente” protagonizada por Juan Minujin, en la que debutó Brian Montiel, un vecinito del barrio; a “La Mary”, un film de culto protagonizado por Susana Giménez y Carlos Monzón.
El regreso a La Boca puede ser en el transbordador o utilizando la plataforma peatonal del nuevo Puente Nicolás Avellaneda, inaugurada por la entonces presidenta Cristina Kirchner en 2015, que cuenta con ascensores, escaleras mecánicas y cámaras de seguridad y facilita el cruce de los macielenses que estudian o trabajan en la Ciudad de Buenos Aires. Durante la semana la opción más pintoresca son los botes que realizan el trayecto en dos turnos: a la mañana y a la noche.
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Fuente: Telam