Como prolongación de una transformación esbozada el año anterior, el 2022 consolidó la visibilidad de las mujeres artistas en el campo del arte en exposiciones dedicadas a ellas en los museos, en la adquisición de obras de autoría femenina por parte de la instituciones y también en los resultados de la convocatoria al Premio Adquisición de Artes Visuales 8M con el objetivo de lograr paridad en las colecciones públicas, evidencias que para algunas analistas representan un avance pero no implican todavía un giro decisivo para desarmar los sesgos de género que han dominado la historia y el mercado del arte.
Durante el año pasado, los museos argentinos alojaron muestras donde las mujeres fueron protagonistas en continuidad con un proceso social y político en Argentina y el mundo que incorpora la perspectiva de género en el arte y explicita la importancia de fomentar acciones que impulsen cambios en los patrones culturales. En el Museo Nacional de Bellas Artes, por ejemplo, se encuentra disponible hasta el 26 de febrero la muestra “Revelaciones espaciales. 1957-1987”, dedicada a la pintora y escultora argentina Raquel Forner y que reúne sus pinturas de gran formato, litografías y bocetos de las últimas décadas.
“Desde hace unos años, venimos siendo testigos de un número creciente de estas exposiciones. No todas necesariamente con un criterio feminista pero sí todas movidas por un deseo de dar a conocer los logros, los aportes de las mujeres en el campo del arte”, analiza en diálogo con Télam Georgina Gluzman, historiadora y curadora de “El canon accidental”, una muestra sobre la producción de las mujeres en la historia del arte que tuvo lugar precisamente en la misma institución durante 2021.
Los avances en materia de visibilidad de mujeres en el arte se pudieron ver también en el Museo de Arte Latinoamericano (Malba) que concretó durante el año pasado una exposición de la artista peruana Ana Teresa Barboza (1981) y otra abocada a la trayectoria de la brasileña Anna Maria Maiolino (1942), que está disponible hasta febrero de este año. La obra de Barboza llamada “Quebradas que forman redes (2022)”, que materializa un trabajo de la artista durante 3 meses junto a 5 tejedoras, se destacó por su gran tamaño, que pudo verse desde desde la entrada del museo, mientras que “Schhhiii…” de Maiolino asombró por reunir más de 200 obras que la ubican, según el curador Paulo Miyada, como “una sabia narradora sobre la existencia, el cuidado, el deseo, el llanto y el goce”.
“Desde hace unos años, venimos siendo testigos de un número creciente de estas exposiciones. No todas necesariamente con un criterio feminista pero sí todas movidas por un deseo de dar a conocer los logros, los aportes de las mujeres en el campo del arte”Georgina Gluzman
«Cualquier exposición, sobre todo si cuenta con catálogo y material disponible para la consulta posterior, aporta muchísimo a nuestro conocimiento de las mujeres artistas tanto del pasado como de nuestra contemporaneidad”, indica Gluzman.
“El canon accidental”, desarrollada durante el 2021 en el Museo Nacional de Bellas Artes, se encuentra disponible en una plataforma online. Para la curadora, la posibilidad de que la exposición aún permanezca de manera digital está relacionada con “el reconocimiento de parte de las autoridades de que hay que mostrar mayor cantidad de obras de mujeres artistas en el relato permanente, aunque sigan siendo muy pocas”.
Andrea Giunta, historiadora del arte e investigadora, cuenta a Télam que el acrecentamiento de las exposiciones que incluyan artistas “sin duda aporta mayor visibilidad al acervo artístico femenino» y “es efecto o respuesta a la evidencia del borramiento de las artistas mujeres en las instituciones, que no es exclusivo del arte argentino, se constata en el arte internacional”.
“Nada garantiza que todas estas obras que se están incorporando luego vayan a ser parte de los relatos histórico-artísticos sino empleamos un criterio de equidad a la hora de construir las colgadas permanentes de los museos”Georgina Gluzman
La necesidad de visibilizar la vida y obra de artistas argentinas también apareció en el espacio digital. Las investigadoras Paloma Etenberg y Guadalupe Loreto crearon un archivo virtual llamado “Entre lienzos” que compila un total de 40 artistas (pintoras, dibujantes, grabadoras, fotógrafas y escultoras) como Lola Mora, Luisa Isella, Julia Wernicke, Procesa Sarmiento o Julie Méndez, entre otras. El origen del proyecto fue la escasa información que había disponible en Internet sobre estas profesionales.
Este proceso también se volcó en la composición de las listas de los premios. El mes pasado la galardonada con el Premio Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes (FNA) fue la actriz Graciela Borges. “Si en 2017 el Fondo Nacional de las Artes otorgaba reconocimientos a la trayectoria artística a diez artistas varones y una mujer, hoy todas las instituciones, premios, jurados, han internalizado la paridad”, señala Giunta y agrega: “El borramiento de la trayectoria y la obra realizada por artistas mujeres implicaba un empobrecimiento cultural que la representación igualitaria ha permitido dejar en el pasado”.
Hace unos años, cuando Giunta resaltaba la disparidad que existía en el otorgamiento de premios, recibía como contraargumento que “no importaba si el artista era varón o mujer, sino su ‘calidad’». ¿Cómo irrumpe esa valoración cualitativa en la escena actual? “Ante la paridad actual podríamos concluir que las artistas mujeres han mejorado increíblemente su calidad. Sin embargo, no es así. Lo que se ha modificado es la forma de ver y de juzgar”, plantea la autora del libro “Feminismo y arte latinoamericano”.
La discusión de paridad se dio también en el Palais de Glace a partir de una encuesta en 2018 que ese mismo año modificó el reglamento de los salones. Durante el 2022 se agregó una nueva modificación que profundiza en la búsqueda de un equilibrio y garantiza “un 5% de un cupo travesti trans no binario para identidades que están aún más sesgadas dentro de esas participaciones”, según detalló a Télam la directora de la institución Feda Baeza.
“La modificación del reglamento del Salón Nacional fue un hecho significativo pero no fue el único que modificó la representación. También fue central la continua visibilización de las consecuencias que la censura sistémica tenía sobre las artes visuales”, plantea Giunta y define a la “censura sistemática” como “el formato que adquiere el techo de cristal en el mundo del arte”.
“Cuando pensamos que los patrimonios gestados durante un siglo o más reúnen miles de obras, estas adquisiciones no modifican los porcentajes en forma significativa. Los montajes de las colecciones pasan entonces a ser cruciales, ya que en ellos sí es posible considerar criterios de visibilización”Andrea Giunta
“No es que las mujeres artistas estuviesen prohibidas, sino que se había naturalizado su ausencia. Hoy se ha internalizado la necesidad de una representación igualitaria, quizás ya no sean reglamentos, que son una estrategia, no un objetivo”, puntualiza.
También se observa una intención de equidad en las adquisiciones por parte del Museo de Arte Moderno durante el 2022 ya que, de un total de 51 obras, 25 corresponden a artistas mujeres. Otra conquista es el lanzamiento del Premio Adquisición de Artes Visuales 8M en el 2021, que durante ese año y el 2022 permitió incorporar 32 obras de artistas mujeres y otras identidades de género al patrimonio cultural nacional. “Claro que cuando pensamos que los patrimonios gestados durante un siglo o más reúnen miles de obras, estas adquisiciones no modifican los porcentajes en forma significativa. Los montajes de las colecciones pasan entonces a ser cruciales, ya que en ellos sí es posible considerar criterios de visibilización”, observa Giunta.
Un aire mas igualitario, pero ¿es sificiente?
Es evidente que el mundo del arte respira un aire cada vez más igualitario pero ¿es suficiente para afirmar que se ha alcanzado la paridad de género en el arte? Sobre la cantidad de muestras dedicadas a mujeres en comparación con el número de obras que los museos toman en su patrimonio, Giunta observa que “no se adquieren en el ritmo en el que deberían incorporarse”.
“Las colecciones de los museos argentinos (pensemos en el Museo Nacional de Bellas Artes) siguen siendo patriarcales. Y no me refiero a las obras del siglo XIX, que sería imposible recuperarlas, dado que en muchos casos ya no existen. También en las colecciones del siglo XX hay poca presencia de nuestras creadoras”, advierte la historiadora.
“Las mujeres artistas tienen menor presencia en el mercado de arte, en las colecciones, sus precios son más bajos y todavía es reducida su presencia en las colecciones privadas y públicas”Andrea Giunta
Para Gluzman “es importante que procedamos a una revaloración de los acervos”, más allá de “los cupos y los premios que son necesarios”. La investigadora advierte que en los patrimonios de las instituciones artísticas “hay una enorme cantidad de mujeres artistas que no se muestran”. Y argumenta: “Nada garantiza que todas estas obras que se están incorporando luego vayan a ser parte de los relatos histórico-artísticos sino empleamos un criterio de equidad a la hora de construir las colgadas permanentes de los museos”, señala.
La curadora de “El canon accidental” encuentra un ejemplo interesante en la donación que realizó Graciela Taquini, pionera en el videoarte en Argentina, cuando legó en octubre del año pasado dos de sus obras (el video «Lo sublime/banal» y la reciente instalación lumínica «¿Hay arte?») al acervo público. «Las donaba esperando que en 100 años una investigadora como yo las pudiera descubrir”, cuenta Gluzman sobre el discurso de Taquini. “El gesto poético es hermoso pero al mismo tiempo me pregunto, ¿es necesario esperar que pasen 100 años? Tenemos que empezar a reformular estos relatos ya”, afirma.
“Las mujeres artistas tienen menor presencia en el mercado de arte, en las colecciones, sus precios son más bajos y todavía es reducida su presencia en las colecciones privadas y públicas”, señala Giunta. Sin embargo, observa que “el campo de las artes visuales ha sido muy receptivo” y “ha modificado parámetros con mucha celeridad”.
Fuente: Telam