Benjamin Netanyahu asumió otra vez como primer ministro al frente del Gobierno más religioso y ultranacionalista de la historia de Israel, que promete medidas que podrían causar revuelo nacional y regional y alienar a los aliados del país.
Una mayoría de 63 de los 120 miembros de la Knesset (Parlamento) votaron a favor del gobierno de Netanyahu, integrado por los partidos de ultraderecha Likud, Sionismo Religioso, Fuerza Judía, Noam, más dos partidos ultraortodoxos: Judaísmo Unificado de la Torá (UJT) y Shass.
Durante su intervención, Netanyahu fue objeto de improperios y respondió acusando a la oposición de no aceptar los resultados de las elecciones del 1° de noviembre.
«Escucho los constantes lloriqueos de la oposición sobre el fin del país y la democracia. Perder las elecciones no es el fin de la democracia, sino su esencia», dijo, y agregó que «en una democracia no nos subimos a las vallas del Capitolio ni a las vallas del Parlamento».
Luego admitió que no espera que los partidos opositores «aplaudan», pero sí que «respeten la decisión de los votantes y cesen su rebelión contra el gobierno electo».
En las inmediaciones del Parlamento, cientos de israelíes protestaron contra este Ejecutivo que consideran una amenaza a la democracia y a los derechos de las minorías; mientras se desarrollaba la sesión en la que Netanyahu presentó a su nuevo gabinete, expuso sus líneas de acción y juró el cargo.
Ganador de las elecciones legislativas del 1° de noviembre, Netanyahu presentó su equipo ministerial a los diputados, antes del voto de confianza en el parlamento, donde su coalición tiene la mayoría de escaños.
El premier anunció el nombramiento del exministro de Inteligencia, Eli Cohen, como jefe de la diplomacia, un día después de indicar que Yoav Gallant, un antiguo oficial considerado próximo al movimiento favorable a los asentamientos en Cisjordania ocupada, obtendría la cartera de Defensa.
Además, Amir Ohana fue elegido nuevo presidente del Parlamento y se convirtió en la primera persona abiertamente homosexual en ocupar ese cargo.
El nuevo Gobierno prometió priorizar la expansión de la colonización de los territorios palestinos de Cisjordania, una acción ilegal para el derecho internacional y que la mayoría de los países ve como un obstáculo para la paz en la región.
La coalición de Gobierno entrante impulsa también extender subsidios masivos a sus aliados ultraortodoxos e impulsar una reforma radical del sistema judicial que, según sus críticos, podría poner en peligro las instituciones democráticas del país.
Netanyahu es el primer ministro con más años de servicio en el país, ya que ocupó el cargo desde 2009 hasta 2021 y en la década de 1990.
El año pasado, luego cuatro elecciones sin un claro ganador, ocho partidos de diversas tendencias se aliaron en una coalición opositora a Netanyahu y consiguieron la mayoría parlamentaria necesaria como para formar Gobierno y sacarlo del poder.
Sin embargo, esa coalición se rompió en junio pasado, y Netanyahu y sus aliados ultranacionalistas y ultraortodoxos obtuvieron una mayoría parlamentaria en las elecciones celebradas en noviembre.
El discurso del flamante premier fue interrumpido repetidamente por abucheos de los líderes de la oposición, quienes en ocasiones gritaron «débil».
«Miembros de la oposición: perder en las elecciones no es el fin de la democracia, esta es la esencia de la democracia», les dijo Netanyahu, informó el diario Times of Israel.
Analistas dicen que su programa de Gobierno podría alienar a grandes sectores del público israelí, aumentar el riesgo de conflicto con los palestinos y enfrentar a Israel con aliados históricos, incluidos Estados Unidos y la comunidad judía estadounidense.
Presentación de la plataforma de gobierno
El Gobierno de Netanyahu publicó su plataforma, que afirma que «el pueblo judío tiene derechos exclusivos e indiscutibles» sobre la totalidad de Israel y los territorios palestinos y avanzará en la construcción de asentamientos en la Cisjordania ocupada.
La plataforma incluye el compromiso de anexar todo el territorio, algo que se espera genere una fuerte oposición internacional al destruir cualquier esperanza de que los palestinos puedan fundar el Estado propio que anhelan desde hace décadas.
La inmensa mayoría de la comunidad internacional considera que la solución de dos Estados, que incluye la creación de un Estado palestino, es la mejor fórmula para lograr la paz.
El colonialismo israelí en territorio de Cisjordania
Desde hace años, Israel, que se enorgullece de su democracia, es acusado de aplicar un sistema de apartheid similar al que tenía Sudáfrica, y críticos dicen que esta visión se profundizaría si anexa Cisjordania sin dar ciudadanía israelí a sus millones de palestinos.
Los anteriores Gobiernos de Netanyahu fueron firmes defensores de la construcción o ampliación de asentamientos de Israel en Cisjordania, y se espera que eso se acelere bajo la gestión entrante.
Israel capturó Cisjordania en 1967 y Jerusalén este en una guerra contra países árabes.
Los palestinos quieren fundar un Estado independiente que incluya a Cisjordania y que tenga a Jerusalén este como capital.
Desde 1967, Israel ha construido allí decenas de asentamientos judíos que ahora albergan a unos 500.000 israelíes que viven junto a unos 2,5 millones de palestinos.
La mayor parte de la comunidad internacional considera que los asentamientos israelíes en Cisjordania son ilegales y un obstáculo para la paz con los palestinos.
Estados Unidos ya advirtió al Gobierno entrante que no tome medidas que puedan socavar las esperanzas de establecer un Estado palestino independiente.
El nuevo gobierno también generó temores de un embate contra los derechos de las minorías y de las personas LGBTQI+.
En Jerusalén, afuera del Parlamento, varios miles de manifestantes ondearon hoy banderas de Israel y de las diversidades sexuales y corearon «no queremos fascistas» en el Gobierno.
A principios de esta semana, dos miembros del Partido Sionista Religioso dijeron que promoverían una enmienda a la ley contra la discriminación del país que permitiría a las empresas y los médicos discriminar a la comunidad LGBTQI+ sobre la base de la religión.
El primer ministro saliente, Yair Lapid, que ahora volverá a ser líder de la oposición, dijo al Parlamento que entregaba al nuevo gobierno «un país en excelentes condiciones, con una economía fuerte, con mejores habilidades defensivas y una fuerte disuasión, con una de las mejores clasificaciones internacionales de la historia».
«Trata de no destruirlo. Volveremos pronto», dijo Lapid a Netanyahu.
Fuente: Telam