Diego Armando Maradona tenía 18 años y ni siquiera había sido campeón mundial sub-20 en Japón, cuando cumplió un sueño que venía acunando desde el mismo momento en que también aspiraba a vestir la camiseta celeste y blanca: conoció personalmente a su admirado Pelé.
El factótum de ese encuentro fue el periodista Guillermo Blanco, que por entonces trabajaba en la prestigiosa revista deportiva El Gráfico.
La gestación de esa historia tuvo lugar en Montevideo, en un caluroso enero de 1979, cuando justamente ese seleccionado juvenil disputaba el Sudamericano clasificatorio para el Mundial de Japón de ese mismo año.
«Diego tenía el sueño de conocer a Pelé, me confesó después de una nota que le hice en un día libre en que se trasladó con su familia a la playa de Atlántida. Estaba muy feliz en ese momento por su presente personal y deportivo. La exclusión del Mundial 78 a último momento ya había quedado atrás«, le empezó a contar Blanco a Télam.
«Sabés Guillermo que mi sueño es conocer a Pelé, me dijo Diego. Apenas volví a Buenos Aires, inmediatamente empezó el operativo para reunirlos, algo que en la revista nos llevó dos meses concretarlo», explicó el reconocido periodista oriundo de 9 de Julio.
Blanco precisó que al cabo de ese período de intensas gestiones el contacto con Pelé se concretó y el astro brasileño dijo que le «encantaría» esa posibilidad de recibir a Maradona.
«Todo se consumó el lunes 9 de abril de ese año, cuando viajamos con su representante, Jorge Cyterszpiler, el fotógrafo Ricardo Alfieri, el padre de Diego y yo. Nos hospedamos en el Hotel Palace, de Copacabana», recordó.
«Eran otros tiempos. Diego ocupó una habitación triple junto con su padre y su representante y yo fue con el fotógrafo. Llegamos el domingo 8 y a las tres de la madrugada del lunes sonó el teléfono y era Cyterszpiler quien me llamaba para pedirme autorización porque Maradona quería tomar una gaseosa del frigobar. Todo el viaje y la estadía estaba a cargo de El Gráfico», advirtió.
El viaje «se hizo en absoluto secreto, al punto que el propio presidente de Argentino Juniors, Próspero Consoli, se enteró cuando Diego ya estaba arriba del remise, porque lo vio y le preguntó adonde iba. ‘Me voy a Brasil’, le contestó Maradona. Los lunes eran sus días libres».
«Una vez concretado el encuentro fuimos todos hasta el piso 16 de un edificio en el que vivía Pelé en Río de Janeiro, y al ingresar todos Pelé ‘gambeteó’ hasta al propio Maradona y se estrechó en un gran abrazo con Don Diego. Así empezó todo», recordó con absoluta precisión.
«La charla entre los dos fue muy amena y se extendió por espacio de una hora. Durante todo ese tiempo Pelé, además de cantarle una canción tocando su propia guitarra, le dio a Diego varios consejos sobre como cuidar su cuerpo, y también su dinero. Qué hacer y que no, para tener una larga carrera», describió Blanco.
El retorno a Buenos Aires se produjo esa misma noche, porque al otro día Diego tenía que entrenarse con Argentinos Juniors.
El encuentro, retratado por Alfieri y contado por Blanco, no tuvo las características de una nota convencional, sino la referencia de un espectador de lujo que fue testigo del primer encuentro entre Pelé y su sucesor argentino, cuya dimensión alcanzaría ribetes históricos y testimoniales muchos años después, cuando también llegaron otros desencuentros.
Ese esfuerzo de producción debía tardar una semana en ver la luz, ya que la revista salía a la venta los lunes, en ese caso el 16 de abril, pero dos días antes, el sábado 14, Víctor Emilio Galíndez conquistaba el título mundial mediopesado de la Asociación Mundial de Boxeo al vencer en Nueva Orleans al estadounidense Mike Rossman.
La foto de la portada del lunes se la llevó entonces la victoria del pugilista de Vedia, y el encuentro entre Pelé y Maradona fue un recuadrito al pie. Hoy sería la tapa de todos los diarios del mundo. Historia viva y gigante de dos grandes de toda grandeza que seguramente ya deben estar jugando un cabeza en el cielo como alguna vez lo hicieron en un estudio de un canal de televisión porteño.
Fuente: Telam