El astro del fútbol mundial Lionel Messi, oriundo de Rosario, fue un pibe barrio como muchos otros cracks que vistieron la camiseta albiceleste; como Carlos Tévez de Fuerte Apache o Diego Armando Maradona de Villa Fiorito.

Leo nació y vivió hasta los trece años en su Rosario natal hasta que el 17 de junio del 2000 se subió a un avión directo a Barcelona, donde terminó de forjarse la zurda que trajo la tercera copa del mundo a nuestro país. Hoy, más de 22 años después, sigue hablando en “rosarino”.

Leo y su infancia en La Bajada, Rosario.

La curiosidad y el hambre de conocer historias nuevas llevó a Juan Pablo Alagastino (@JPAlagastino), periodista de ESPN y Canal 13, a recorrer las calles que vieron nacer a nuestro capitán. Decidió mostrarlo a través de un hilo de Twitter, que se viralizó y maravilló a miles de argentinos.

“Cada puerta que tocábamos era una historia nueva. Lo que más me llamó la atención fue la poca sorpresa de la gente al ver a Leo Messi hoy triunfar”, comentó Juan Pablo. Según contaron los vecinos, desde chiquito “el 10” iba a todos lados pateando una pelota, ya fuera al quiosco o al supermercado. Siempre con una pelota.

Al lado de la casa de Messi vive Lidia, su vecina de toda la vida, tiene una colección que cualquier fanático del fútbol envidiaría. Camisetas e indumentaria de la selección argentina y del Barcelona, firmadas y dedicadas a Lidia. Entre tantas, cuenta con una de las primeras casacas de Messi en el equipo catalán, con el número 30 en la espalda.

“Fui a responderme por qué un chico que se fue con trece años a España sigue teniendo el acento argentino, el acento rosarino. Por qué tiene tanto sentido de pertenencia, y cuando llegué me choque con esto”, explicó Alagastino, al ver el gran cariño que sus viejos vecinos le tienen y la gran amistad que lo unía con sus amigos del barrio.

Rubén, su vecino de enfrente, se tuvo que esconder después de apostarle una coca por quien hacía más jueguitos. “Me ganó, le debo una coca. Cuando llegó a 160 le dije que ahí venía”, recuerda y cuenta que se tuvo que esconder para que Leo no le reclamara. Rubén fue el primero en verlo patear una pelota. “A Lio lo vi patear una pelota antes de saber caminar, tenía 9 meses y mi señora lo cuidaba cuando su mamá se iba de compras”, comentó.

Juan Pablo junto a Rubén, el vecino que vio patear a Leo por primera vez.

Carlos, dueño de un quiosco, era quien llevaba a los chicos a jugar a todos lados. Fue quien contó que Lionel desde chiquito jugaba con gente mucho más grande que él, hasta 7 u 8 años, y era el primero en ser elegido para el pan y queso.

“En todos estos años que lo conozco nunca le pedí una foto. Lo que haría sería abrazarlo y estar feliz por la familia que formó”, dijo Carlos, mientras le mostraba a Juan Pablo la última foto de Messi con sus amigos antes de viajar a España.

Carlos, el quiosquero que llevaba a jugar a la pelota a Messi.

Hace más de ocho años que Messi no pisa las calles que lo vieron nacer, pero prometió visitarlos en los próximos días.

La Bajada, el barrio del “10”, se prepara para recibirlo y los vecinos hacen los últimos arreglos para que Leo pueda, aunque sea por un rato, reencontrarse con la gente que lo vio crecer.

El próximo viaje de Juan Pablo es hacia Mar del Plata, en busca de más historias. Esta vez, la tierra del Emiliano “Dibu” Martinez.

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