El 4 de noviembre de 1922, el arqueólogo inglés Howard Carter realizó uno de los hallazgos más importantes del siglo XX: la tumba del faraón egipcio Tutankamón y un ajuar con sus tesoros. El descubrimiento constituyó un hito en la historia de Egipto y significó un gran avance en el estudio científico de la civilización del Antiguo Egipto.
Casualmente, este aniversario coincide con el bicentenario del desciframiento de los jeroglíficos, realizado en 1822 por el historiador francés Jean Francois Champollion, considerado como el “Padre de la Egiptología”.
La historia de Tutankamón comenzó a una temprana edad cuando tuvo que asumir el trono a sus 9 años durante el período de la Dinastía XVIII. Tuvo un reinado corto, de diez años (1336-1327 A.C.) hasta su muerte a los 19. Su reinado se caracterizó por restaurar el politeísmo y el culto al dios Amón, al templo de Karnak y a la ciudad de Tebas como sede de la realeza.
El descubrimiento de su tumba tuvo múltiples significados debido al contexto en el que se dio: era reciente el fin de la Primera Guerra Mundial y 1922 fue el último del protectorado inglés en Egipto y para los egipcios encontrar un rey propio (que había desaparecido de la historia con cosas maravillosas) se lo vinculó a la libertad.
Marcelo Campagno es doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires (UBA), se especializo en el estudio de los Estados Primarios y en Egiptología. En diálogo con LU5, contextualizó el significado del hallazgo de la tumba de Tutankamón: “la encontraron prácticamente intacta con todo su ajuar funerario, algo que era infrecuente porque la mayor parte de las tumbas de los reyes contemporáneos a Tutankamón fuero saqueadas y los objetos estaban desaparecidos”.
Dentro de su ajuar funerario se encontraron 5.398 artefactos, incluidos un ataúd de oro macizo, la máscara funeraria, tronos, arcos de tiro con arco, trompetas, un cáliz de loto, varios carros desmontados, comida, vino, sandalias y ropa interior de lino.
Además de lo llamativo que resultó encontrar la tumba intacta con tantos objetos, Campagno añadió que el avance tecnológico en los medios de comunicación propició la popularización del hallazgo. “El despegue de la prensa escrita generó que se formara un público general que se empezó a enterar de hechos e información que era solo para especialistas. Esta información tuvo una circulación mucho mayor que otras y eso provocó una especie de mayor aprecio por la cultura del Antiguo Egipto en sectores sociales más amplios”, señaló.