El 30 de noviembre murió Jiang Zemin, ex presidente de la República Popular China (RPC) y el hombre que lideró al país durante la vertiginosa década clave de 1990. Para entender la significancia de su figura debemos hacer un breve retrato de la compleja coyuntura histórica que debió navegar.
La combinación de la represión en Tiananmen y la disolución de la Unión Soviética desencadenó una abrupta reconfiguración entre los altos cuadros del Partido Comunista Chino, resultando en un período de transición que duró entre mediados de 1989 y principios de 1993. Al final de este período, quien emergió como líder principal de la RPC fue precisamente Jiang, antiguo alcalde y Secretario del Partido de la ciudad de Shanghái, dando inicio a la llamada Tercera Generación de líderes. Este veterano político, oriundo de la provincia sureña de Jiangsu, fue elegido por ser una figura de poco peso propio que no aparentaba representar una amenaza a ninguna de las diversas facciones de la dirigencia china. Además, como líder en Shanghái, Jiang había manejado exitosamente tanto las protestas de 1989 como las de 1986, demostrando una gran aptitud en la resolución de crisis.
A su vez, el ascenso de Jiang significó un nuevo modelo político en China, en el cual el liderazgo nacional pasó a quedar en manos de quien ostentase simultáneamente los tres cargos clave de Secretario General del Partido Comunista, Presidente de la República Popular, y Presidente de la Comisión Militar Central, en dos mandatos consecutivos de cinco años.
En los primeros años de la década de 1990, los altos estratos del Partido se encontraban divididos entre una vieja guardia, formalmente retirada e internamente dividida pero que aún conservaba un considerable peso propio entre bambalinas y los jóvenes miembros de la elite que se encontraban debilitados y golpeados por los eventos de Tiananmen. A esto se le sumaba la división existente entre aquellos sectores que sostenían la necesidad de profundizar las reformas de mercado y aquellos que habían adoptado una actitud más cautelosa frente a los cambios abruptos. En sus primeros años, Jiang fue capaz de navegar entre estos distintos sectores mientras crecía bajo el ala de su predecesor Deng Xiaoping.
Sin embargo, luego de asumir la presidencia del país en marzo de 1993, Jiang hizo explícitamente suya la causa de la reforma acelerada; una línea política que mantendría hasta su retiro de la escena pública en 2004. Consecuentemente, bajo Jiang, la RPC transitó una época de transformación económica tan eficiente como radical: la transformación de la matriz industrial del país basada hasta el momento en empresas estatales resultó en el despido de unos 25 millones de personas de las mismas entre 1993 y 1999 que, sin embargo, no afectó el vertiginoso crecimiento económico que, a lo largo de los trece años de Jiang como Secretario General mantuvo un promedio de anual de crecimiento del 9.7 por ciento del PBI.
En el plano diplomático, Jiang debió enfrentar inicialmente un ambiente hostil resultado de la condena de la comunidad internacional frente a Tiananmen. A su vez, esta línea dura sobre China era reforzada por el hecho de que la desintegración del Bloque del Socialista había convencido a muchos políticos y funcionarios de alto nivel alrededor del mundo de que el colapso de Beijing era inminente. De esta manera, el post-Tiananmen y la transición del sistema bipolar al unipolar parecían reducir el margen de maniobra de la RPC bajo la nueva hegemonía estadounidense.
Frente a ello, China emprendió una ofensiva diplomática de una manera más estratégicamente focalizada, que le permitiese rebalancear las sanciones, las condenadas y el aislamiento político que Washington y sus aliados occidentales le intentaban imponer. Gracias a ello, con el correr de los años la RPC se reposicionó en el escenario internacional, reinventándose desde una postura de multilateralismo. En relación a este último punto, uno de los eventos más destacados de la era Jiang fue sin dudas la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing en septiembre de 1995. En cuanto refiere a la actuación de la RPC en las organizaciones multilaterales, el desarrollo más importante que tuvo lugar en estos años fue, sin lugar a dudas, el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC), a finales del año 2001, luego de 15 arduos años previos de negociación.
En el plano bilateral, la era Jiang estuvo marcada por una paulatina reconstrucción de las relaciones sino-estadounidenses, el traspaso de Hong Kong en 1997 (dando inicio al modelo de “Un País, Dos Sistemas”), y la resolución de la demarcación fronteriza con Rusia.
El propio Jiang se explayaría su visión de mundo, durante su discurso en el marco del 15to Congreso Nacional del Comité Central del PCCh en 1997. En el mismo, en clara alusión al avance de la hegemonía neo-liberal impulsada por el Consenso de Washington, el presidente chino argumentó a favor de la necesidad de respetar la diversidad en el mundo y del derecho de cada nación de elegir su propio sistema social, estilo de vida y modelo de desarrollo de acuerdo a sus propias condiciones locales.
No obstante, el mandato de este líder chino también estuvo marcada por tres crisis con Washington que pusieron a prueba sus habilidades diplomáticas: la visita del presidente de Taiwán Lee Teng-hui a EEUU que desencadenó la Tercer Crisis del Estrecho de Taiwán en 1995, el bombardeo estadounidense a la Embajada de China en Belgrado en 1999, y el incidente del avión espía estadounidense en la Isla de Hainan en 2001.
En los tres casos, Jiang fue capaz de sortear numerosos obstáculos y llegar a un entendimiento a través dialogo y la negociación. Por cuestión de coincidencia, la crisis de Hainán tuvo lugar durante el viaje de Jiang Zemin a Argentina entre el 7 y 10 de abril de 2001. Debido a ello, Argentina se encontró circunstancialmente en el rol de intermediario entre Bush y Jiang, quien inicialmente se rehusaba a retomar el diálogo con su contraparte estadounidense.
Al igual que muchos líderes de la década de 1990, Jiang cultivaba una personalidad descontracturada, accesible y poco convencional. Un notable ejemplo de esto último fue la entrevista que le dio al periodista estadounidense, Mark Wallace, para su programa de televisión, 60 Minutes, a mediados del 2000, poco antes de las elecciones presidenciales estadounidenses y en las vísperas de su propia visita al país norteamericano. El hecho de que se haya dejado entrevistar por un medio extranjero de esta manera son una muestra de la conciencia de Jiang de la manera en la cual los medios y la revolución de la información habían comenzado a impactar en la dimensión de las relaciones internacionales.
Durante la entrevista (que se encuentra completa en YouTube), Jiang aprovechó la oportunidad para enviar un mensaje optimista y amigable tanto para el pueblo estadounidense como para los dos candidatos presidenciales. No obstante, debido a la naturaleza del programa, Jiang también debió referirse de manera directa sobre una serie de cuestiones particularmente sensibles, tales como las protestas de Tiananmen, los problemas de la desigualdad y la corrupción y la naturaleza del propio gobierno chino.
Al terminar su mandato, Jiang supervisó una transición ordenada y sin incidentes que resultaron en el ascenso de Hu Jintao en 2003, mientras que Jiang vio como su principal teoría política, la Triple Representatividad, fue incorporada a la Constitución de la RPC en 2004.
En la actualidad, lejos de ser un personaje histórico olvidado, la figura de Jiang ha tomado una renovada relevancia. Su muerte se dio en el contexto de las mayores protestas que China haya presenciado desde 1989, como reacción a la continuada y estricta política de Covid Cero llevada adelante por Beijing. Debido a ello, la imagen un tanto idealizada del “abuelo Jiang” como la de un reformista relajado y carismático presidiendo sobre una era de boom económico y transformación meteórica ha sido adoptada por algunos sectores de oposición como una crítica implícita de la presente coyuntura.
Por último, la muerte de Jiang establece también otro paralelismo con 1989 que todos los actores involucrados tienen presente: fue justamente la muerte de otro líder reformista, Hu Yaobang, lo que sirvió como catalizador de las Protestas de Tiananmen.
Fuente: Telam