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Los Valles Calchaquíes tucumanos, con escenarios naturales ideales para el turismo aventura, la posibilidad de conocer la historia precolombina a través de ruinas arqueológicas, y sus impactantes cielos nocturnos se impone como un destino especial para quienes visitan la provincia.

Ubicados en el norte de Tucumán, ofrecen destinos como Tafí del Valle, Amaicha del Valle, El Mollar o Colalao del Valle, que se pueden visitar durante todo el año, con paisajes ideales para senderismo, cabalgatas, áreas naturales protegidas, sitios arqueológicos y un observatorio astronómico, además de su cultura y gastronomía.

Tafí del Valle se encuentra a 107 kilómetros de San Miguel y se puede llegar través de la Ruta Nacional (RN) 38 y la Ruta provincial 307, con unos 60 kilómetros de camino de montañas. A 2.000 metros sobre el nivel del mar (msnm), separa las cordilleras de la Sierra de Aconquija, al sur, y las Cumbres Calchaquíes, al norte, y ofrece vistas panorámicas imperdibles.

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El pueblo aún conserva ruinas y parte de las culturas precolombinas de quienes habitaron sus cerros, que luego se mezclaron con las costumbres españolas.

El pueblo aún conserva ruinas y parte de las culturas precolombinas de quienes habitaron sus cerros, que luego se mezclaron con las costumbres españolas

Entre los circuitos destacados está la Vuelta al Valle, por un estrecho camino de cornisa que a traviesa las localidades de La Banda, El Churqui, La Ovejería y El Mollar, sitio donde se encuentras la reserva arqueológica Los Menhires.

Los menhires son pinturas de rostros humanos o animales -en especial felinos-, junto a piedras de formas geométricas de más de 200 años que pueden medir hasta tres metros y pesar cuatro toneladas, que fueron talladas por indígenas que habitaron la zona como una forma de proteger sus cultivos y el ganado.

Un destino imperdible es el Valle de la Ciénaga, a 2.700 msnm, entre el parque de alisos y quebradas, que ofrece vistas panorámicas del valle de Tafí y de los restos de antiguas civilizaciones.

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El Museo y Capilla Jesuítica de la Banda también es un atractivo del lugar, donde funciona un mercado artesanal y un restaurante de comidas típicas.

A 54 kilómetros de Tafí se encuentra Amaicha del Valle, un destino elegido por sus días soleados durante casi todo el año, que tiene la primera bodega comunitaria de América del Sur, llamada Los Amaichas; un emprendimiento de agricultores de la zona donde se elabora vinos con la cepa criolla, sin químicos ni fertilizantes, a partir de un modelo de economía solidaria, que genera empleo para las familias de la región.

Los visitantes pueden recorrer la bodega y conocer el proceso de elaboración de sus vinos y la historia de la cultura vitivinícola de las primeras comunidades del lugar.

Una lugar ideal para los amantes de la naturaleza es la Cascada del Remate, con sus aguas cristalinas, en la quebrada que lleva el mismo nombre y constituye una zona de reserva gestionada por la comunidad Los Amaichas.

Una de las celebraciones amaicha más importantes, al igual que en la mayor parte de los poblados valles y que coincide con los carnavales, es la elección de la Pachamama, cuando todo el pueblo se viste de fiesta para recibir a la nueva Madre Tierra y agradecerle por la fertilidad del ganado y los cultivos.

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En Amaicha está el Museo de la Pachamama, una puerta que permite adentrarse en las costumbres y tradiciones ancestrales de la cultura diaguita-calchaquí a través de cuatro salas dedicadas a etnología, geología, tapices, pinturas y patio de esculturas.

Para quienes disfrutan de la observación del cielo nocturno, los valles ofrecen una vista imperdible; y para quienes quieran conocer más en detalle está el Observatorio Astronómico en Ampimpa, a 10 kilómetros de Amaicha del Valle, que ofrece opciones de visitas guiadas.

Desde allí, por la RN 40 se llega a la Ciudad Sagrada de Quilmes, donde estuvo asentado desde el año 800 uno de los pueblos prehispánicos más importantes de los Valles Calchaquíes.

Las ruinas cuentan con reconstrucciones de la zona residencial, rematada por una fortaleza situada en la cima y dos fortines a ambos costados, sobre la cornisa.

Esta ciudad fue el último bastión de la resistencia indígena ante el avance español, que claudicó en 1667, cuando 1.700 sobrevivientes fueron trasladados a pie hasta la actual ciudad de Quilmes, en la provincia de Buenos Aires, a donde solo llegaron 400.

Otro atractivo para visitar son Las Ruinas de Condorhuasi, en El Pichao, a ocho kilómetros de Colalao del Valle, donde entre los años 1.000 y 1.500, habitaron grupos indígenas de agricultores y pastores. Además, fue el sitio elegido por algunas comunidades para refugiarse después de la caída de los quilmes a manos de los españoles.

También se puede recorrer la parte central, que posee una superficie cubierta con terrazas de cultivo, las obras de irrigación y estructuras habitacionales realizadas en piedra, y cementerios donde los entierros de adultos eran realizados en cestas de piedra cubiertos por una piedra plana, y los de niños se inhumaban en urnas de alfarería.

Fuente: Telam

Por admin

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