Hasta el ingreso del micro del seleccionado argentino por el portón del estadio Ahmad bin Ali, los hinchas argentinos fueron absolutos protagonistas del partido de octavos de final con Australia, entendido como un evento mucho más abarcativo que los estrictos minutos de juego.
En la Copa Mundial de Qatar, cada partido es una historia que comienza a escribirse desde horas tempranas, primero en la ciudad, luego en los medios de transporte, en las inmediaciones del estadio, en las tribunas y finalmente en el campo.
Más de tres horas antes del pitazo inicial, programado para las 22:00 de Doha, la línea verde del metro comenzó a recibir a hinchas desbordantes de entusiasmo rumbo al escenario del municipio de Al Rayyán.
Sus modernos vagones, estrenados en esta competencia, trasladaron a grupos de argentinos que, a puro canto por Maradona, Messi y Malvinas, realizaron el viaje de 20 minutos desde el centro hasta la cabeza de Al Riffa, conectada al megacentro comercial Mall of Qatar.
Después de ascender hasta la superficie por largas escaleras mecánicas y de ser filmados por cientos de teléfonos celulares, los argentinos desembocaron en un pasillo de 200 metros formado por vallas para conducir hacia el playón de acceso del estadio.
En ese lugar, de incógnito, esperaban algunos especuladores que saben de la desesperación de muchos argentinos para ingresar a este partido, cuya venta oficial se hizo sin conocer a sus protagonistas. «Tickets…», soltaban con voz tenue mientras desfilaba la multitud. El precio más bajo constatado por Télam fue 700 dólares.
De un lado, las luces rojas de la cubierta del Ahmad bin Ali; del otro, los llamativos neones del Mall of Qatar y entremedio la fiesta de los argentinos y de los fanáticos extranjeros de la Selección.
Una banda de cumbia contratada por la organización animó desde uno de los sectores de la explanada y en otro, un show de percusión local fomentaba al espíritu fervoroso.
Selfies, abrazos, banderas, móviles de la TV argentina, influencers generando su propio contenido y maquilladoras árabes pintando los colores celeste y blanco también sumaron para la colorida espera de la Scaloneta.
Fuente: Telam