Ernest Wilimowski tenía 22 años cuando le marcó cuatro goles al Brasil de Leónidas, crack carioca que fue Pelé antes que Pelé. El 5 de junio de 1938, en el Stade de la Meinau de Estrasburgo, el pelirrojo fue la figura de aquel épico y emotivo cruce que el Scratch se llevaría 6-5 en tiempo extra ante la sorprendente Polonia de Jozef Kaluza. En Europa ya le proyectaban un éxito mayúsculo para la siguiente edición, la de 1942. Aún nadie imaginaba lo que ocurriría 461 días después: la invasión nazi al territorio polaco y el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Ezi todavía ostenta el imbatible récord de cuatro goles por partido de promedio en Mundiales. Pero ningún polaco está orgulloso de eso. Ningún polaco está orgulloso de Wilimowski: ese jovencito que mandó cuatro veces a sacar del medio a los brasileños, que sostuvo la esperanza del triunfo impensado, es considerado un traidor. Una mala palabra.

El fútbol probó lo que en Polonia consideran una alevosa deslealtad. Aunque hace falta conocer la historia completa para conocer geopolíticamente qué fue lo que llevó a este talento al destierro.

Ernst Otto Prandella nació el 23 de junio de 1916 en Kattowitz, en Alta Silesia. Un territorio de 510 kilómetros cuadrados y 26.000 habitantes que hasta el final de la Primera Guerra Mundial fue parte del Imperio Alemán, pero que pasó a dominio polaco luego de la firma del Tratado de Versalles en 1919. La ciudad pasó a llamarse Katowice -nombre que mantiene en la actualidad- y Ernst, Ernest. Diez años más tarde abrazaría el apellido de su padre adoptivo -Wilimowski- y dejaría de utilizar el de su padre biológico, fallecido en el frente de batalla.

Su segunda vida, ligada al fútbol, se inició en 1927, cuando Ernest tenía 11 años, en el FC Katowice. Un club formado por la minoría alemana de la urbe y que sería invitado precisamente ese año a integrar la incipiente Liga de Polonia.

La historia de Ernst Wilimowski.La historia de Ernst Wilimowski.

Aunque el FC Katowice -un club pro alemán- fue su nursery, su traspaso al Ruch Chorzów -institución pro Polonia- le permitiría alcanzar su esplendor. Se quedaría con las ediciones 1934, 1935, 1936 y 1938 de la Ekstraklasa, siendo el goleador de la liga en su primera y tercera temporada, alcanzando un total de 112 goles en 86 partidos. Un rendimiento que no era retribuido con millones de dólares: su traspaso costó mil zlotys, el sueldo anual de un cartero. Y su paga mensual era tan baja que debía compensar económicamente su salario trabajando como mensajero.

En su primer año en Chorzów, Jozef Kaluza lo convoca a la selección de Polonia. Wilimowski se transforma en el jugador más joven en llegar al equipo de élite con tan solo 18 años. Y en un partido amistoso disputado en Varsovia ante la Alemania nazi demuestra su talento: el 9 de septiembre de 1934 marca uno de los dos goles de Polonia en la derrota 2-5 ante los alemanes.

Sin embargo, sus actitudes socarronas dentro del campo y su poco profesionalismo fuera de él lo marginaron durante un tiempo del seleccionado: solía encarar, gambetear al defensor y pararse esperando a que le saliera el arquero; y una vez que éste lo atoraba, también lo eludía y llevaba el balón hasta la línea de cal, aguardando a que todos los rivales se acercaran para quitárselo. Y recién ahí, convertía el gol con un toquecito, riéndose en la cara de sus contrincantes, provocándoles rabia.

Una rutina que afectó su vida deportiva

Afecto a los pubs y al alcohol, vería a distancia los Juegos Olímpicos de 1936, la pantalla que Adolf Hitler utilizó para mostrarle al planeta el nefasto poderío nazi: Kaluza se negó a llevarlo. Sin embargo, sí lo convocaría para jugar el Mundial de Francia, donde apenas jugó aquel partido frente a Brasil. Su último encuentro para Polonia lo disputaría trece días antes del inicio de la Segunda Guerra, el 27 de agosto de 1939. Un 4-2 frente a la Hungría subcampeona del mundo en el que Ezi hizo hat-trick para revertir el 0-2 inicial.

Durante la madrugada del 1° de septiembre de 1939, Alemania invade Polonia y Europa vuelve a temblar: Francia y Gran Bretaña firman la declaración de guerra tres días más tarde y se inicia un conflicto bélico que se llevaría la vida de 55 millones de seres humanos.

Wilimowski tomó, entonces, la decisión que acabaría sepultando su idolatría polaca. El régimen Nazi le permite firmar el oscuro Deutche Volksliste, un registro que podían integrar sólo aquellos habitantes de los territorios ocupados que étnicamente tenían probada su ascendencia alemana. Ezi lo hace. Su hija Sylvia años más tarde diría que «le ofrecieron dinero y, además, no quería morir en la guerra». Esto último quedó comprobado cuando aceptó un puesto de policía en Sajonia. Integrándose, más tarde, al Polizei-Sportverein Chemnitz, el equipo de la Policía.

Una decisión que nunca fue perdonada

Lo que ocurre más tarde profundiza la herida con los polacos: en 1941 acepta la convocatoria de Sepp Herberger, el entrenador del seleccionado alemán. Y con él vuelve a Polonia: el 16 de agosto de 1942 participa del 7-0 de Alemania versus Rumania disputado en Bytom, a apenas 15 kilómetros de Katowice. En su última visita a su tierra natal marcó un gol. En total disputaría ocho partidos y 13 goles para el seleccionado de fútbol del régimen nazi. Y en paralelo sería un futbolista reconocido en el Reich.

En 1942 ficharía para el Munich 1860, donde jugó hasta que la liga alemana quedó suspendida en 1944, cuando el fin del régimen de Hitler se avecinaba. Ganó la Copa del Reich en 1941 y la Copa de Alemania en 1942. Sería goleador y una personalidad, aunque sus fueros no caían por derrame: al mismo tiempo que él brillaba, su madre Paulina fue acusada de “mancillar la pureza racial” por relacionarse con un judío ruso y fue enviada al campo de concentración de Auschwitz. Rezan los historiadores que Ezi conseguiría liberarla a través de su amistad con Hermann Graf, uno de los pilotos más reconocidos de la Luftwaffe.

La historia de Ernst Wilimowski.La historia de Ernst Wilimowski.

No alcanzaría tal gesto para redimirse. Su imagen en Polonia quedó mancillada hasta sus últimos días: jamás regresaría a su ciudad. En 1995, el Ruch Chorzów (actualmente compite como Ruch Hajduki Wielkie) lo invitó a su 75° aniversario, pero tal fue la campaña de desprestigio en los medios que Wilimowski desistió de su viaje. Moriría dos años más tarde en Karlshure, Alemania.

“Ernest Wilimowski: ¿el mejor futbolista polaco o un traidor?”, reza un artículo de la revista bimestral Polityka publicado el 14 de junio de 2016. El cambio de siglo no indultó a Ezi. El hombre que pasó del idilio al odio.

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Fuente: Olé

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