Solteros atosigados
El mundo no quiere gente soltera. Y yo creo que la soltería debería ser reivindicada en esta sociedad. Después de todo, la soltería es como la virginidad: una vez que la perdés no la volvés a recuperar. Podrás ser divorciado, viudo, separada, paria, rajado, pero soltero… no se vuelve a ser. Y no hay operaciones de reconstrucción solteril.
Hay dos grandes grupos de solteros: el soltero por elección propia y el soltero por elección ajena, o mejor dicho, por falta de elección ajena.
El soltero por elección propia no tiene fecha de vencimiento. Es soltero por elección hasta que se aburre o hasta que una pareja lo enganche con un “es mucho más barato vivir juntos”.
El soltero por elección ajena puede seguir siendo soltero por mala suerte, por demasiadas pretensiones o por no mirarse al espejo. Esta gente, sin embargo, no es muy confiable a la hora de mantener su estado civil: cualquier rapto de desesperación y se empareja con un lemur, con una leona o con una lasagna. O sea: esta gente está soltera, pero reniega de su condición. No quiere serlo. Y está bien. Es su derecho.
A mi me preocupa mucho más el grupo de los solteros por elección propia, sobre todo si fue una elección limpia y sin fraude. Yo siento que la sociedad los hostiga. Que la sociedad intenta decirle de mil sutiles formas que no está bien ser soltero.
Fijate en el supermercado: ¿por qué es más barato un producto si viene en “pack familiar”? ¿Hay que engendrar hijos para poder comprar papel higiénico más barato? ¿Cuántos litros de leche puede consumir un soltero antes de que se pudra en la heladera?
La sociedad te corre con la billetera: podés comprar el paquete “familiar” más barato de galletitas siendo soltero pero a la larga, sabés que te va a salir más caro, porque no te podés comer toda esa cantidad vos solo, se humedecen, y ya no las quiere comer ni el gato.
El Estado también hace lo suyo y te hostiga: lo último que te regala el Estado cuando sos soltero son las vacunas obligatorias y, dependiendo del tipo de gobierno reinante, una computadora para el colegio. Después, minga, nada, arreglate.
Y no entiendo por qué, siendo que los solteros le generan mucho menos gastos al Estado: no mandan hijos al colegio, no cobran asignación familiar, ni pensión, sacan mucho menos basura a la calle que los casados pero pagan lo mismo de ABL, son útiles para las compañías de transporte para venderles ese asiento suelto que de otra manera quedaría desocupado y tampoco congestionan las salas de espera de los consultorios porque van de a uno y no de a 4 para que el doctor la vea a la nena.
Hablando de doctores, obsérvese lo que pasa con la medicina prepaga: pagás mucho más por uno solo que por una pareja o una familia (siendo que el riesgo de que alguien de entre 4 se enferme es mucho mayor al de que se enferme uno solo).
¿Por qué existe como peyorativo «solterona» o «solterón» y no «casadona» o «casadón»? ¿Qué hace el INADI? Nada. La vista gorda. O mejor dicho, la vista excedida de peso.
Y como si fuese poco, al soltero lo acosa su propio entorno de amistades y familiares: «¿cuándo te vas a casar, nena?» “¿Te vas a quedar soltera toda la vida?” “Aunque sea bajate Tinder, macho”.
A los casados, en cambio, nadie vive preguntándoles: «¿cuándo te vas a divorciar, nene?»
Y hasta le ponen una edad límite al soltero para seguir siendo soltero. Un absurdo total eso de que a cierta edad no podés seguir siendo soltero. Decir que a los 40, por ejemplo, ya deberías estar casado, es como decir que a los 70 ya te deberías haber fracturado la cadera.
¿Qué sería de muchos negocios sin los solteros? Deliveries, laverraps, cafetines, piringundines… ¿Quién gasta más en estética: una soltera o una casada? Se depilan mucho más las solteras. ¿Quién usa más los gimnasios? Mucho más solteros que casados. ¿Quién consume mucha más comida light? Toda la industria light está focalizada más en los solteros que en los casados culpógenos.
Es más: a la industria light no le sirve que te cases, pero sin embargo insiste en vender alimentos en “pack familiar”.
Yo entiendo. El Estado y el sistema necesitan niños, mano de obra, compradores de juguetes, reclamadores de mascotas, usuarios de medicina pediátrica, pero… ¿no alcanza con los que ya tienen más de un hijo para dejar tranquilo a un soltero?
Por cada hijo de más de alguien, podrían dejar de hinchar a un soltero. Pero no. La sociedad y los Estados te impulsan a que te cases, despreciando así a los solteros. ¿Y sabés por qué pasa esto? Porque la sociedad y los Estados no pueden tolerar, bajo ningún punto de vista, que en el mundo haya gente feliz.
Fuente: Telam