El cantante estadounidense Michale Graves, mítica voz de Misfits en su refundación de los años noventa, sostuvo que aún se mantiene en la música “no para ser famoso o una celebridad” sino para alcanzar “a la gente en sus almas y corazones” y, en especial, a los fanáticos de su exbanda, a quienes servirá con clásicos de la agrupación de horror punk.
“Todos tenemos cosas buenas y malas que nos están pasando en nuestras vidas, pero cuando conozco a los fanáticos y paso algunos minutos con ellos, comprendo el impacto del intercambio. No importa donde esté o qué esté haciendo, siempre me tomo tiempo para estar con la gente y amarla. John Lennon estaba en lo cierto: ‘todos lo que necesitamos es amor’”, señaló, en diálogo con Télam, antes de su show de este viernes en Groove de Palermo.
Un adolescente Graves, con apenas 19 años, cumplió en 1994 su sueño de estrella de rock cuando el destino terminó por cruzarlo con el de los hermanos Jerry Onlye y Doyle Wolfgang von Frankestein en la refundación del grupo: su aporte fue vital para que Misfits saliera del clóset de los artistas de culto para sentarlos en la mesa grande de la escena rockera internacional.
Fue la voz del grupo desde 1994 hasta el 2001, pero además el principal compositor de las canciones de “American Psycho” (1997) y “Famous Monsters” (1999), que expandieron la influencia del grupo a la escena del hardcore y el metal, mientras conquistaba a toda una generación que nunca los había escuchado con la voz de su creador Glenn Danzig.
El autor de grandes canciones como «Dig Up Her Bones», «Fiend Club», «Scream», «Saturday Night» y «Descending Angels» sigue conectado emocionalmente con esa etapa de su vida y carrera: “Esas canciones son una expresión de mi vida, de mi experiencia, de mi modo de ver el mundo y la vida. Es muy especial estar delante de audiencias tan entusiastas y apasionadas, tocar ante generaciones de fanáticos”.
“Entiendo cuán importante es esta música para ellos. Es lo que me hace trabajar más duro para ser capaz de llevar esta música a todos. Yo no compongo para ser famoso o ser una celebridad, sino para alcanzar a la gente en sus almas y corazones. Cada vez que me subo al escenario y voy a lugares como Argentina, me siento muy dichoso”, añadió el músico.
– ¿Siempre estuviste en paz con tu historia con Misfits o alguna vez sentiste la necesidad de matar al personaje que habías construido en aquellos años?
– Mi imagen es muy muy intensa; soy conocido por performances muy intensamente emocionales, porque así es como soy. Al ser así, jamás necesité necesariamente de un personaje, sino que en el escenario encontraba una oportunidad para ir realmente al máximo. Después de un tiempo de estar en ese nivel de intensidad, resulta muy cansador. En mi mente todo se vuelve muy intenso, y eso se traduce luego en el escenario. No han sido unos 27 años fáciles, pero fue la interacción con quienes se han sentido marcadas por mi música, que he logado mantenerme con los pies sobre la tierra y concentrado. Tengo algo de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Mucha gente me dice que soy muy gentil y es cierto, pero también tengo ese otro lado que es puro fuego. Un lado salvaje.
– ¿Con qué soñaba el Michale de 19 años antes de entrar en Misfits?
– Ese Michale era intratable. Mis sueños en ese entonces eran ser músico y hasta solía tener vividos sueños de estar arriba de un escenario delante de mucho público. Me crie en los ochentas, en el momento en el que la Unión Soviética se estaba disolviendo, vi caer el Muro de Berlín y viví toda esa gran libertad que estaba ocurriendo en todo el mundo. Después de la caída del muro, hubo un gran concierto en Moscú en el que tocaron The Scorpions, Skid Row y otras bandas populares de la época. En ese momento supe que la música podía salvar al mundo, al ver todo ese amor y a la gente reuniéndose, siempre quise ser parte de eso. Mi sueño era ser parte de algo que uniera a la gente y los ayudara en sus vidas. Eso es lo que aún persigo desde los tiempos de Misfits.
– ¿Seguís pensando hoy que la música puede salvar el mundo?
– Sí, incluso si se tratara del mundo o sólo de un individuo: la música tiene el poder de ayudarnos a sentirnos seguros. Escuché muchas historias de gente que escucha música y que eso la ayuda a dar un nuevo paso. Gente que tiene dolores tremendos como la pérdida de un hijo o de un ser amado y que dicen que determinadas canciones les dieron fortaleza para seguir. Eso es algo bastante poderoso; no hay cantidad de dinero ni de fama que pueda superarlo. Y eso es lo que siempre me honró, por encima de todas las cosas que hago en mi vida y en mi trabajo.
– En contraposición con ese lado salvaje que describiste antes, tenés editados varios discos acústicos ¿Por qué te volcaste entonces por ese tipo de canciones?
– Adoro la música más simple: un pianista o un guitarrista acústico porque hay verdad detrás de eso, no hay nada que ocultar. El sonido que te sale no lo podés ocultar, así que tenés que llenar ese momento con emoción, energía y algo que le dé un alma, que sea capaz de penetrar en los corazones de las personas. Y es algo difícil de lograr y algo que no todos pueden. Soy un poco ‘nerd’: me gusta la antropología, la sociología, las comunicaciones. Ese aspecto es lo que más me fascina.
– Siempre fuiste muy respetuoso con la figura de Glenn Danzig ¿Tuviste la oportunidad de hablar con él alguna vez? ¿Cómo es asumir la voz de una obra creada por otra persona?
– Con Glenn no pude tener una conversación sobre nada, lamentablemente. Siempre tomé, y aún lo hago, su legado muy seriamente, incluso cuando era muy joven y entré a Misfits. Siempre me dije a mí mismo que iba a tratar de crear de la mejor manera, con la esperanza de que él se sintiera orgulloso por mi trabajo en el escenario. Fue él quien empezó con este legado en el que me introduje.
– ¿Te paso algo parecido con las canciones de Ramones en las giras que hiciste junto a Marky Ramone?
– Antes de tocar juntos, Marky y yo pasamos mucho tiempo juntos cuando todavía él tocaba en los Ramones y también cuando tuvo su proyecto solista. También había podido pasar tiempo con Joey, con quien hablábamos de música. Una vez me senté en el estudio y pude verlo trabajar en algunas de sus canciones. A Dee Dee (Ramone) también, cuando estaba en un plan solista y me encomendó abrir sus conciertos. Con Johnny (Ramone) también pude charlar poco antes de que muriera. Es por eso que cuando Marky me pidió que hiciera esas canciones con él, para mí era realmente era algo muy personal, porque los Ramones eran una de mis bandas favoritas de todos los tiempos, por supuesto. Pude canalizar toda esa experiencia de haberlos conocido, y hay veces que estoy en el escenario y casi que puedo sentirlo a Joey ahí conmigo.
– ¿Qué relación tenés con la otra parte que completa el universo del grupo como las películas de terror? ¿Qué recordás del rodaje de “Animal Room” de 1995?
– Es gracioso porque la gente cree que tengo en mi casa esqueletos y cosas terroríficas, pero en realidad vivo en un campo pequeño. Me encantan las películas del género y me identifico con ellas como escritor y creador, sobre todo de los aspectos visuales y lo que se trata de transmitir. Hoy crío pollos, cabras y patos en mi casa en las montañas del estado de Nueva York, donde llevo una vida muy sencilla. De joven amaba el terror porque me gustaba lo paranormal, los fantasmas y la ciencia detrás. Fui muy afortunado de trabajar con gente como Craig Singer. Mi vida es increíble.
Fuente: Telam