La descripción del siguiente escenario no debe tomarse como que el avance de Argentina en Qatar estuvo y está servido en bandeja. Ya sabemos que todas las precauciones son pocas, que Lionel Scaloni no se aparta del discurso despresurizador por el cual todos los partidos son difíciles y con cualquiera se puede perder, y que lo que nos pasó en el debut dejó cola p’al norte a todo aquel que pensara que la fase de grupos sería un juego de niños.
Pero es un camino que le ha dado a nuestra Selección más de una señal positiva, en cómo se fue alineando el programa de partidos y en algunas circunstancias del juego mismo.
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A la lectura inicial de que lejos estaba de ser el “grupo de la muerte” el que Argentina acaba de ganar, se suma cómo se fueron acomodando las piezas para que lo que parecía ir de cabeza hacia un cruce infernal con la Francia campeona del mundo, termine siendo contra Australia, aquel equipo que se metió en la Copa en repesca, con el arquero barbudo y saltimbanqui en los penales contra Perú.
¿Es pan comido? No, seguro que no, ninguno lo es, y menos con un cuarto de hora como el del arranque del segundo tiempo con Arabia. Pero no me digas que no es un rival accesible, más que Dinamarca (el que era candidato lógico a ser segundo de Francia).
Selección Argentina – 1-12-2022
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Y en dos de los tres partidos, cuando las cosas iban 0-0 y el gran tema era en qué momento Argentina iba a poder quebrar la paridad, nos dieron dos penales de VAR, que los árbitros de campo ni habían visto ni se atrevieron a discutirle al de la cabina, jugadas en las que las imágenes cuadro a cuadro dan coartada para “ver” falta pero en lenguaje futbolero admiten otra interpretación, y el 80% no cobraría. Si nos las hubiesen pitado en contra estaríamos armando un escándalo con nuestras habituales teorías conspirativas.
Así que, muchachos, mientras haya viento de cola, tratemos de aprovecharlo.
Fuente: Olé