Si bien Gyula Kosice, el artista cinético impulsor del movimiento Madí y ensayista profuso, conocido por su futurista «Ciudad hidroespacial», no hablaba de ecología cuando en los 50 comenzó a desarrollar su idea de nuevos hábitats para el hombre, sus obras e ideas son recuperadas en un presente de crisis medioambiental a partir de un trabajo entre el laboratorio argentino de tecnología digital UxArt y el Museo Kosice, este último ganador del premio Ibermuseo por su proyecto en solitario, «Ciudades para el futuro: crear utopías».
Algo incuestionable es lo anticipatorio de la obra de Kosice ante la superpoblación humana y la recargada agenda medioambiental, un tema que comienza a desplegar como preocupación y respuesta ya en la revista Arturo (1944) con «El hombre no ha de terminar en la Tierra» y como arquitectura -concebida como «ambiente y formas desplazables en el espacio»- en el Manifiesto Madí (1946). Esos textos anticipaban su proyecto de la «Ciudad Hidroespacial» nacido a mediados de la década del 50, que concretó con sus bocetos, dibujos e investigaciones científicas sobre la construcción de ciudades suspendidas en el aire, en la atmósfera terrestre.
La propuesta artística, científica y filosófica de Kosice sobre «un posible estar en el mundo» está siendo trabajada por Uxart y el museo con tecnología en entornos inmersivos que permiten sentir desde dentro la ciudad, como si se estuviera parado en sus distintos niveles -algo novedoso incluso para Kosice- por medio del uso de gafas; escuchar la voz del artista, reconstruida por Inteligencia artificial; y en hologramas de alta definición (4k holográfico). También trabajan en la digitalización de sus obras de arte y en portales 360º que implican la interacción directa del movimiento del usuario por medio de una aplicación en el celular.
Se recupera al artista en soportes virtuales que dotan de nuevos sentidos y resignifican su obra de un modo impensable años antes, para concretarla tanto desde un proyecto local que se continúa como en la materialidad que lo soporta. Y aunque no se pueda visitar una ciudad que flota con sus distintos hábitats, transparencias, circularidades y fábricas de nubes -que tiene su aurora boreal como homenaje en la apuesta inmersiva-, la experiencia redunda en la cercanía de la propuesta, y tal vez, en un futuro no tan distante llegue a trascender la virtualidad y el boceto del proyecto urbano, como lo ideaba el artista.
Conocido por su nombre artístico, Ferdinand Fallik, nacido en Košice (actual Eslovenia) en 1924 y fallecido en Buenos Aires en 2016, afirmaba que su obra principal era la propuesta de la Ciudad Hidroespacial: «Hasta ahora hemos atravesado los mares, conocido la redondez de la tierra en su totalidad, pero el espacio es infinito, no lo hemos ocupado», entonces «¿por qué no crear una ciudad que esté a 1.500 metros de altura?, están todos los parámetros científicos para lograrlo, pero tardará 20 años más en su concreción», auguraba después de 2010 al tiempo que repetía: «esa es mi esperanza y mi deseo».
«Con la Ciudad Hidroespacial, Kosice propone un arte de todos, que se integraría tácitamente a los hábitats, disolviéndose en ellos y en la vida, una obra compuesta por maquetas, constelaciones, dibujos y fotomontajes«, explican desde el Museo Kosice, que tiene en el Museo de Bellas Artes de Houston, Texas, Estados Unidos, una sala especial que lo contiene.
Algo incuestionable es lo anticipatorio de la obra de Kosice ante la superpoblación humana y la recargada agenda medioambiental.
El trabajo común entre el museo y el laboratorio argentino de criptoarte creadora de la experiencia de mapping sobre el Obelisco con obras de Julio Le Parc en 2019, comenzó a inicios de la pandemia, en 2020, con experiencias como la de «habitar» la Ciudad Hidroespacial que, suspendida, se encuentra digitalizada en el Museo virtual que UxArt tiene en la plataforma Decentraland – mundo emergente de la Web3 que emula al real-, coronando el edificio que contiene obras de Marta Minujín, Eduardo Mac Entyre, Miguel Ángel Vidal, Eduardo Rodríguez, Ary Brizzi y Rogelio Polesello entre artistas cinéticos, generativos y pop, en el metaverso.
En la Bienal de Venecia que se celebro este año, la «Gota de agua negra» (1968), de Kosice, fue recuperada como un holograma en movimiento proyectado, «una obra ya pensada para 3D», destaca Beto Resano, a cargo del desarrollo; un evento que contó con obras digitales de Le Parc, Vidal y Alberto Echegaray Guevara presentadas en la exposición «The Times of the Chimeras» del novedoso Pabellón de Camerún, que «no tuvo la repercusión esperada por parte del público argentino», comenta Felipe Durán, cofundador de UxArt.
Para Durán, Kosice hablaba de nuevos formatos con nuevas economías, en un momento donde «lo que buscaba era la poética y el arte como forma de salvarnos y llevarnos a un nuevo modelo de contrato y de sociedad». Se trata de fundamentos a ser rescatados porque «son parte del imaginario colectivo, de lo que veníamos soñando», agrega.
Al trabajar sobre estos artistas, que ya pensaban en los 60, tiempos de imaginación estallada, «se materializan y nos llevan a nuevos formatos que estamos viviendo también como reales -dice Durán- Cuando se dice no vivir en la Tierra -como plantea Kosice- , pero (vemos que) también estamos conectados a un celular, a Internet, es una forma de vivencia en la que nos relacionamos, pero el Internet que se viene es 3D y es inmersivo”.
«Queremos avanzar en el sueño compartido de democratizar el arte -agrega-: que las personas puedan acceder a estas piezas y que los museos puedan revalorizar su patrimonio. Esa es la esencia del metaverso, donde lo importante además de productores y servicios es la creatividad y la capacidad de contemplación que genera».
«El 90% de nuestro público son escuelas de nivel inicial, primario y secundario», explica Max Pérez Fallik sobre el museo que atesora la obra Kosice, y la idea del proyecto educativo más extendido «es motorizar transformaciones sociales» para «repensar nuestros modos de vivir».
La Ciudad de Hidroespacial, objeto de conversaciones con Ray Bradbury, Jorge Luis Borges y Umberto Eco entre otros, para Kosice no era ciencia ficción ni utopía, señala: una de sus frases favoritas, indica, era que «una utopía lo es hasta que deja de serlo». Y cita: «el pensamiento utópico es un puente que nos permite llegar a un futuro ideal, pero si no se trabaja en la consecución de ese futuro queda en un proyecto artístico».
«Por eso me parece interesante pensar lo espacial no solo como obra escultórica, sino como un proyecto no sólo urbanístico y arquitectónico, sino también científico tecnológico y filosófico humano», remarca Pérez Fallik.
¿Qué significa vincular lo tecnológico al legado de Kosice? «Para nosotros es una continuación teórica y espiritual de su obra. Nunca sentimos la imposición del deber hacer, de meternos con productos tecnológicos, por eso elegimos ‘La Ciudad Hidroespacial’, que tiene la sensibilidad puesta en la proyección tecnológica a futuro», aclara.
«Por suerte Kosice escribió mucho y eso está muy documentado -añade-, por eso tenía mucho sentido desarrollar un proyecto de realidad virtual también en un contexto pandémico, justamente, eso fue lo que lo que nos animó a pensar la proyección de la obra vinculada con tecnologías digitales que es algo que él en vida no llegó a hacer».
El diseño del proyecto educativo fue diseñado durante y para un contexto de aislamiento social, en 2020 junto al Museo Xul Solar, para que los alumnos propongan ciudades utópicas como lo hicieron Xul Solar (1887-1963) con «Vuel Villa» y Kosice con su gran proyecto.
«El desarrollo lo hicimos nosotros en 2021 e incluyó piezas en realidad aumentada, realidad virtual, un cortometraje animado, cuadernillo de actividades educativas y capacitaciones y visitas virtuales con docentes y mucha articulación institucional, eso fue clave», explica Pérez Fallik sobre la convocatoria de la cual recopilaron las experiencias.
«Así como Kosice partió del diagnóstico de la superpoblación y cómo solucionarla, la idea no era replicarlo pero si la búsqueda, que cada escuela pensara en sus necesidades y diseñaran ciudades utilizando cualquier lenguaje artístico, con un basamento científico, tecnológico o puramente expresivo», explica.
«El premio fue notificado hace dos semanas», cuenta sobre ese respiro económico que esperan recibir en breve desde Ibermuseos. Tres son los proyectos seleccionados por el organismo intergubernamental que reconoce y fomenta el papel educativo de los museos de Iberoamérica desde 2007 y que en esta ocasión premiará a los mejores 17 proyectos de los 115 inscriptos de 17 países de los 22 que integran la Comunidad Iberoamericana.
«El premio fue notificado hace dos semanas», cuenta sobre ese respiro económico que esperan recibir en breve desde Ibermuseos. Tres son los proyectos seleccionados por el organismo intergubernamental que reconoce y fomenta el papel educativo de los museos de Iberoamérica desde 2007 y que premiará a los mejores 17 de 115 proyectos inscriptos de 17 países de los 22 que integran la Comunidad Iberoamericana.
El premio otorga en la primera categoría 5.000 euros y 3.500 para la segunda, de realización de proyectos nuevos, cuya lista de 14 está encabezada por el Centro Cultural de la Ciencia – C3.
A la espera del envío de documentación complementaria para otorgar el galardón, entre los tres de la primera categoría que reconoce proyectos iniciados en 2020 o 2021 están el Museo La Tertulia de Colombia, y los de Argentina, el Museo Regional de Pintura «José Antonio Terry» de Tilcara con «Terrycolas. Pequeñxs habitantes del museo», y el Museo Kosice -que funciona desde 2005 en el barrio de Almagro- con su «Ciudades para el futuro: crear utopías».
Las poéticas artísticas tiene un futuro promisorio en la virtualidad
La experiencia de crear nueva obra derivada a partir de la de Gyula Kosice, con la virtualización y digitalización de algunas de sus piezas emblemáticas como la «Gota negra», «La lluvia de la calle Florida» o «Ciudad Hidroespacial» y la próxima sobre «La democracia» por parte de una apuesta tecnológica, aborda temas tan relevantes como el ímpetu del criptoarte y la necesidad de la preservación ética y conceptual de la obra original.
María José Herrera, curadora de la exposición «Real/virtual arte cinético argentino en los años sesenta» en el Museo Nacional de Bellas Artes en 2012, acompaña el proyecto que expande al universo digital el arte «tradicional» y que vincula el trabajo entre el Museo Kosice y el laboratorio UxArt, cuya base física se encuentra en el Delta del Tigre, en la Isla El Descanso.
«Me parece una forma de enriquecer y dotar de contenidos actuales las obras porque algo muy difíciles de lograr es que las nuevas generaciones puedan disfrutar de las cosas que son más tradicionales. Es una excelente forma que podría incluso hacerse con el arte precolombino si se quisiera», ejemplifica e indica que se trata de «utilizar la tecnología para difundir y actualizar imágenes».
Además sostiene que «en este caso se empezó por el lugar donde más relación ideológica tiene, porque estos artistas pensaban en la tecnología y la usaban, el horizonte estaba puesto en la tecnología», y actualizarla por medio de una «adaptación que tiene que ver con la forma de ver de los jóvenes hoy implica acercarla, porque siempre la educación, la historia del arte, es acercar, sea en contenidos o en formas».
La finalidad del vínculo de esta «alianza virtuosa» implica que «por un lado está uno de los museos que analiza contenido, conserva y preserva obra y por otro está la tecnología que es un mundo que quiere avanzar y construir, entonces, unos tienen los objetos y los otros la forma de perpetuarlos», aclara.
Y subraya: «no es una obra de Kosice sino una nueva obra inspirada en la poética de Kosice y lo bueno es mantener el valor moral y ético», es algo que todos tenemos que cuidar, tanto los técnicos como los historiadores, pero que hay que difundir y actualizar, no me cabe ninguna duda», afirma sobre esta accesibilidad promisoria.
Fuente: Telam