Radiodeportes nos invita a recorrer los temas musicales y recordar detalles de los mayores encuentros futbolísticos. Hoy los invitamos a recordar Sudáfrica 2010.
El tema oficial del Mundial 2010 fue Waka Waka interpretado por la colombiana Shakira.
“Esta canción, que reúne voces de todo el continente americano, África y Oriente Medio, simboliza cómo la música y el fútbol pueden unir al mundo”, dijo Kay Madati, directora comercial de la FIFA, por medio de un comunicado.
De inmediato usuarios en las redes sociales recordaron Waka Waka como uno de los estribillos más pegadizos en la historia de los mundiales, incluso más que el de Ricky Martin y su famosa La copa de la vida (Francia 1998). La nostalgia no se hizo esperar para aquellos que vieron a España convertirse en la selección campeona del mundo.
La canción fue muy popular, ya que desde su lanzamiento el 28 de abril de 2010 logró colocarse con más de 15 millones de copias vendidas alrededor del mundo. El tema, que combina ritmos afro-colombianos, se integró en el noveno álbum de estudio de la colombiana, Sale el sol.
Waka Waka también cambió la vida de Shakira ya que su interacción con el futbolista del Barcelona, Gerard Piqué, se dio luego de sus acercamientos a raíz del videoclip, en donde también aparecen Lionel Messi, Dani Alves, Rafael Márquez Álvarez y Carlos Kameni.
La cantante colombiana interpretó en vivo este himno en el concierto de apertura del mundial, el 10 de junio.
La historia de ‘Waka Waka’
Pese a su éxito, el tema no se salvó de algunas polémicas como el supuesto plagio a “El negro no puede”, tema que fue escrito por Wilfrido Vargas e interpretada por el grupo Las Chicas del Can. Sin embargo, fue el propio rey del merengue quien desestimó una posible demanda.
El cantante español nacido en Almería, David Bisbal, fue el encargado de poner voz a la versión latina de la canción oficial de Coca-Cola del Mundial 2010 de Sudáfrica, “Waving Flag” (Agitando la bandera). Bisbal adapto al castellano e interpretado la composición original del cantante somalí K’naan, que participó junto al español en esta versión latina.
El ex de Operación Triunfo aseguró que está muy orgulloso de formar parte de este proyecto porque se considera “un artista que piensa que el deporte y la música tienen una conexión muy fuerte“.
Ser el anfitrión, una ruleta
Organizar un Mundial es una apuesta arriesgada. La inversión que hacen los países anfitriones en infraestructuras son de miles de millones y a cambio, se espera que la atracción turística y de capital extranjero supere esos gastos multimillonarios durante la celebración de la Copa del Mundo y en los meses y años posteriores.
Sin embargo, aunque tras los tres últimos mundiales de Sudáfrica, Brasil y Rusia los tres países confirmaron un incremento exponencial de sus ingresos, sobre todo en el sector turístico, el balance económico de los tres organizadores no fue el esperado. Sólo el de Rusia 2018 presentó unos beneficios casi inmediatos. Sudáfrica, que invirtió 4.000 millones en la construcción de estadios para su Mundial en 2010, no logró revertir su gasto hasta el 2016. En Brasil, los beneficios superaron la inversión después de cinco años (3.020 millones de euros sólo en estadios) pero tras ese tiempo, el honor de organizar un Mundial apenas hace eco en la economía del país sudamericano.
A pesar de estas cifras, los balances económicos postmundialista de los tres últimos organizadores no son tan malos como la imagen que dejan sus estadios. Campos en ruinas, apartados de lugares con tradición futbolística y gradas vacías son la fotografía más habitual entre las 34 sedes que suman los estadios de Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018, cuyos estadios alcanzaron un coste de 11.165 millones de euros.
Los datos de asistencia media en los estadios de los tres últimos Mundiales son pobrísimos: teniendo en cuenta las competiciones domésticas y los partidos internacionales, en la última temporada sólo se llenó el 23,2% del aforo total de las 34 sedes (el 9,7% en Sudáfrica, el 22,9% en Brasil y el 37% en Rusia).
De todos los campos, sólo tres estadios rusos superaron el 50% del aforo con frecuencia (al menos 15 partidos por temporada): el Otkrytie Arena de Moscú, donde juega el Spartak y al que acuden de media 30.941 espectadores (caben 46.990); el Kretovski de San Petersburgo, en el que juega el Zenit y al que van 48.122 aficionados (el aforo completo es de 69.500) y el Rostov Arena, casa del Rostov FC, que consigue llenar 31.034 de las 43.702 localidades que tiene.
Estadios como Maracaná, en Río de Janeiro, o el Luzhniki de Moscú, tienen buenas cifras de asistencia, pero son estadios que sólo se llenan cuando hay partidos internacionales (en ninguno de los dos, más de cinco al año). En Maracaná, cuando juegan Flamengo y Fluminense, el aforo medio es del 35%.