El miedo, la vergüenza, la falta de apoyo económico, el desconocimiento sobre las herramientas para recibir ayuda, la falta de respuestas a sus pedidos y la falta de independencia por tener a personas bajo su cuidado, son las principales barreras a las que se enfrentan las mujeres víctimas de violencia de género en la Argentina para encontrar una salida a su situación, según reveló una encuesta realizada a nivel regional por la Fundación Avon.
El trabajo se basó en identificar los escollos que encuentran las víctimas en lo que se denomina la «ruta crítica», que «empieza con la decisión y determinación de las mujeres de apropiarse de sus vidas y la de sus hijos», de acuerdo con la definición de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Allí, el relevamiento realizado en la Argentina mostró que el 80% de las mujeres encuestadas transitó «al menos una situación de violencia por motivos de género» pero sólo el 11% solicitó ayuda.
Además, el informe mostró que sólo el 5% de las encuestadas llegó a una instancia judicial: «El Poder Judicial y las Fuerzas de Seguridad siguen siendo los lugares más críticos de la ruta que deben transitar las mujeres», precisó en diálogo con Télam la directora ejecutiva de la Fundación Avon, Ana Inés Álvarez.
En la Argentina, el rastreo de la «ruta crítica» se realizó sobre la base de 617 mujeres encuestadas en todo el país.
Desandando ese camino es posible conocer «los factores que impulsan a las mujeres a buscar ayuda, las dificultades encontradas para llevar adelante tal decisión, sus percepciones sobre las respuestas institucionales, y las representaciones sociales y significados sobre la violencia intrafamiliar que existen entre el personal de las instituciones que deben ofrecer respuestas a este serio problema de salud pública», especifica la OPS.
Los obstáculos para salir de la violencia
Las barreras identificadas por las argentinas en el camino de búsqueda de salidas a la violencia fueron varios, pero más de la mitad de ellas coincidieron en señalar el «miedo» a las «consecuencias» que podría tener el hecho de denunciar o exponer las realidades que atravesaban.
La segunda barrera más importante de las señaladas en el relevamiento fue vergüenza, un sentimiento reconocido por el 43% de las encuestadas.
«La vergüenza es una barrera subjetiva, pero también cultural; por eso, uno de los objetivos de este trabajo es conocer los obstáculos para generar información y acciones para que las mujeres conozcan sus opciones y se las acompañe», señaló Álvarez.
Entre los testimonios -de los que se preservan las identidades en el estudio-, una argentina compartió: «Tenía mi red de contención pero, al saber que estaba mal estar con una persona así, no lo contaba y ahí te sentís sola».
Otro de los aspectos señalados como obstáculo en esa «ruta crítica» que transitan las víctimas de violencia fue el económico: cuatro de cada diez entrevistadas respondieron que la necesidad de subsistir económicamente frenaba su pedido de ayuda.
Luego, un tercio contó que no sabía dónde recurrir para pedir ayuda y otro 30% sintió que no iba a tener respuestas.
«Cuando fui a denunciar pensaba que ellos iban a venir e iban a tomar cartas en el asunto y le iban a decir a él que se retire de mi casa y que me deje tranquila, pero no fue así», señaló una de las entrevistadas.
Otro obstáculo no menor son las amenazas: una de cada tres las sufrió de parte de su victimario cuando intentó salir de la situación de maltrato y violencia.
En momentos donde el tema de cuidados de familiares está en agenda pública, un trabajo que no es remunerado y está mayoritariamente a cargo de mujeres, el informe aportó que siete de cada diez personas encuestadas en la Argentina mencionó su condición de cuidadora como obstáculo adicional para salir en busca de ayuda.
«Estos datos aglutinan las vivencias de las mujeres en situación de violencia por motivos de género. Tenemos que hablar de lo que nos pasa, hacer foco. Porque ¿cuántas trataron de salir y no pudieron?», analizó la directora ejecutiva de la Fundación Avon.
En el detalle de los testimonios recabados en la muestra -que abarcó también a Colombia, Ecuador y México-, una entrevistada argentina contó que «ir a la comisaría era vergonzoso, tener que estar hablando de tus problemas delante de otras personas, contar, porque te preguntaban así, delante de todo el mundo a qué ibas».
Como contrapartida, en el contexto regional del trabajo, la Argentina es el país que exhibe mayor nivel de conocimiento respecto del significado y las implicancias de la violencia de género, y, junto a México, donde se le atribuye mayor gravedad a este tipo de situaciones, es decir donde mayor grado de concientización existe.
«En términos geográficos, podemos afirmar que la violencia de género es un fenómeno pancultural ya que, indistintamente del país, más del 80% de las mujeres encuestadas ha atravesado alguna situación de este tipo: el piso se encuentra en la Argentina, con el 80%, y llega al 90% entre las mujeres mexicanas. Es en Colombia donde se presenta una mayor distancia entre quienes identifican las implicancias de la violencia de género (32%), y quienes la transitaron (83%)», señala la encuesta.
Álvarez explicó que la idea de este trabajo es que «aporte para generar conversaciones con actores claves, pensar los roles de cada persona en esta «ruta crítica», cómo los asumimos, cómo nos interrelacionamos para acompañar a las mujeres».
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Fuente: Telam