La tercera jornada de la Competencia Internacional del Festival de Cine de Mar del Plata presentó hoy dos películas dirigidas por mujeres, que con sus miradas le dieron un toque cinéfilo a un día marcado por la clásica media maratón de la ciudad balnearia, que con su bullicio hizo levantar a las 6 de la mañana a los acreditados alojados frente a la Plaza Seca.
Con el indolente sol costero que calentaba la incansable ventisca marplatense, el Auditorium abrió a las 9 de la mañana para, ante la incredulidad de los presentes, proyectar la portuguesa «Lobo e Cao», de Cláudia Varejao. La sorpresa no fue grata, ya que el programa del festival anunciaba que la cinta sería la esperada «O trio em mi bemol», de Rita Azevedo Gomes, algo que ni la presentadora del filme aclaró e hizo que algunos se quejaran.
Pasada las desinteligencias, la película de Varejao es un comming of age de un grupo de adolescentes en una isla de Portugal. Todos ellos, homosexuales, no tienen ningún problema con su identidad sexual, aunque a parte del pueblo esto le molesta. Sin embargo, lo que podría haber sido el conflicto de la película, pasa completamente desapercibido, ya que ninguno se ve afectado (más allá de alguna pelea con un joven con su padre).
Varejao intenta retratar el encierro que puede parecer una isla, cuya mentalidad está arraigada en el medioevo, pero en vez de transformar la realidad de los adolescentes en algo claustrofóbico, muestra vías de escape prácticamente en todas las escenas.
Para ello, a la mitad de la película, sin aviso previo, aparece como revoleada desde un avión una amiga de la protagonista con quien, predecible, tendrá un amorío. Película de extensos planos y que abusa de las procesiones religiosas campechanas, en lo que parecería ser un guiño al neorrealismo italiano, pero afincado en el Siglo XXI. Las actuaciones, eso sí, le dan credibilidad y delicadeza a un género cinematográfico que lo exige y, en este caso, cumple con creces.
En segundo turno se presentó «So Much Tenderness», de Lina Rodríguez, presente en la sala junto a su productor y la protagonista de la historia, Noëlle Schönwald. Rodríguez es una directora colombiana afincada en Canadá y, explicó, su película tiene el cruce de culturas que ella misma vive.
Aurora (Schönwald) se escapa de Colombia luego de que asesinaran a su marido y amenazaran de muerte a su hija. Ya en Canadá, a donde entró de manera ilegal, se presenta ante las autoridades para pedir asilo y recuperar a su hija. Lo que parecería ser el inicio de una trama interesante, es tan solo una secuencia de escenas que solo sirven para presentar, pero no para ingresar al conflicto.
Con una elipsis de aproximadamente 5 años (esto no queda claro, pero se supone por la edad de la hija), Aurora, que no hablaba inglés, se encuentra instalada, dando clases de idioma y con un novio mucho más joven. Viajando en el subte, se cruza con el supuesto asesino de su marido. Nuevamente, pareciera que ahí está la verdadera historia, pero la película vuelve a caer en una letanía de planos, escenas y diálogos poco naturales, que solamente se salvan por la interpretación impecable de Schönwald.
En un fin de semana agitado, la Feliz también recibió al exmulticampeón con River y exjugador de la Selección Juan Pablo Sorín, quien viajó a presentar «Érase una vez en Qatar», cinta que produce bajo la dirección de Federico Rotstein e Ignacio Ceroi. También se presentó John McTiernan en la Charla de Maestros y Maestras, para contar su experiencia tras de cámara en clásicos como «Duro de matar» y «Depredador».
Fuente: Telam