En el contexto de un Padre Tiempo que no hace excepciones con el fútbol, cuando los almanaques empiezan a hacer mella en Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, el ya entronizado Kylian Sanmi Mbappé Lottin consiente que sea sindicado como el futbolista más determinante del planeta y no extrañaría que su reinado fuera extenso y luminoso.
Mbappé será la estrella máxima en el firmamento del campeón defensor, ya en Rusia 2018 jugó con la maestría de un genuino fuera de serie y la serenidad de un veterano, rompió todos los manuales y gestó un tsunami en un vaso de agua: cuatro goles, rendimientos deslumbrantes y Mejor Jugador de la Copa del Mundo.
No había por entonces en el universo de la pelota número 5 otro jugador de menos de veinte años que estuviera en condiciones de exhibir sus credenciales con el admirable desparpajo con las que las exhibió Mbappé.
¿Qué credenciales?. Las que se expresaban amparadas bajo el manto protector de 178 centímetros y 73 kilogramos lanzados a una velocidad supersónica, sazonados con atrevimiento, habilidad, guapeza, sentido colectivo y sangre fría para hacer de los 7,32 x 2,44 del arco un fulgurante cartel de bienvenida.
Todo, en Mbappé, auguraba un futuro de cielo vasto, sin dejar de ser un presente venturoso que, desde entonces, ha sabido resistir a alguna que otra nube, a alguna que otra baja de nivel, en fin, a vicisitudes aisladas, insulares, llegadas apenas para confirmar que es mortal como cualquier hijo de vecino.
Pero todo lo demás, absolutamente todo, concierne a una evolución metódica, incontrastable, susceptible de lanzarlo al despejado y dichoso cielo de su cielo.
Hijo de un camerunés y de una argelina, Mbappé nació en un suburbio parisino el 20 de diciembre de 1998, es decir, cuando perduraban las emanaciones de la gesta de Zinedine Zidane y los otros en la conquista de la Copa del Mundo en el Stade de France de Saint Denis, versus Brasil.
Después de brillar en las selecciones juveniles de su país, el 2 de diciembre de 2015, a 18 días de cumplir 17 años, saltó a la cancha en el Mónaco contra Caen, se convirtió en el debutante más joven en la historia de la Ligue 1 por delante de Tití Henry y el 20 de febrero del año siguiente hizo su primer gol, contra Troyes.
Al tiempo inscribió su nombre como el segundo jugador francés más joven en convertir un gol en la Champions League, un peldaño debajo de Karim Benzema, en 2017 fue proclamado por la UEFA como una de las revelaciones de la temporada, fue distinguido con el premio Golden Boy (mejor futbolista menor de 21 años) y ya en el París Saint-Germain junto a Edinson Cavani y Neymar, estampó la marca de 21 goles y 17 asistencias en 42 partidos.
¿Cómo se constituye el inventario del Mbappé celestial entre Rusia 2018 y el que llegará a Qatar 2022?
Con la camiseta de su selección también formó parte del equipo campeón de la Liga de las Naciones de la UEFA (gol y asistencia a Karim Benzema en el 2-1 a España), y hoy, con menos de 24 años, suma 28 goles en 59 partidos.
Y en París Saint-Germain -menos en la esquiva Champions League- se ha cansado de dar vueltas olímpicas en condición de pieza clave de un Dream Team: cuatro Ligue 1, tres Copa de Francia, tres Supercopa de Francia y dos Copa de la Liga.
Sus números totales con la camiseta del coloso parisino son propios de un fuera de serie: ¡188 goles y 93 asistencias en 235 partidos!
Sueño inalcanzable del Liverpool, del Chelsea, del Manchester United, del Real Madrid -que ofreció una montaña de euros, acarició su ficha y se quedó vestido y sin visitas- el apodado Donatello, o Kiki, irá por un infrecuente logro colectivo de los Mundiales es infrecuente: el bicampeonato.
Por lo pronto, en la primera fase del Mundial la selección gala se medirá con las de Australia, Dinamarca y Túnez. Después, en octavos de final, hasta podría repetirse el duelo de Rusia versus la Albiceleste.
Entretanto, ¿quién será tan osado como para desmentir la advertencia de Kylian?
«No tengo límites».
Fuente: Telam