Foto Vatican News
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El papa Francisco rechazó este viernes desde Bahréin la formación de «zonas de influencia y bloques contrapuestos» por parte de las potencias, renovó su pedido para que se abran «negociaciones serias de paz» entre Rusia y Ucrania y pidió al mundo no olvidar la «brecha en constante y dramático crecimiento» entre el norte y el sur, al cerrar en el país árabe un foro sobre la relación entre Oriente y Occidente.

«Deseamos que las disputas entre Oriente y Occidente se resuelvan por el bien de todos, sin desviar la atención de otra brecha en constante y dramático crecimiento, la que se da entre el Norte y el Sur del mundo», pidió el pontífice al cerrar el evento sobre la «coexistencia humana» del que participa en el Palacio Real de Sakhir del reino árabe.

En su discurso, Francisco deseó así «que la aparición de los conflictos no haga perder de vista las tragedias latentes de la humanidad, como la catástrofe de las desigualdades, por la que la mayor parte de las personas que pueblan la tierra experimenta una injusticia sin precedentes, la vergonzosa plaga del hambre y la calamidad de los cambios climáticos, signo de la falta de cuidado hacia la casa común».

En ese marco, el Papa deseó dos veces durante su discurso «que se ponga fin a la guerra en Ucrania y se emprendan negociaciones serias por la paz».

El Papa llegó este jueves a Bahréin para una visita de cuatro días al país de mayoría musulmana durante la que, además de participar en el foro de este viernes, mantendrá encuentros con autoridades islámicas y con la comunidad católica local.

«Hoy nos encontramos ante dos mares de sabor opuesto: por una parte, el mar calmo y dulce de la convivencia común; por otra, el mar amargo de la indiferencia, ensombrecido por conflictos y agitado por vientos de guerra, con sus olas destructoras cada vez más turbulentas, que amenazan con arrastrarnos a todos. Y, lamentablemente, Oriente y Occidente se asemejan cada vez más a dos mares contrapuestos», admitió Francisco durante su discurso.

«Nosotros, en cambio, estamos aquí reunidos porque queremos navegar en el mismo mar, eligiendo la ruta del encuentro y no la del conflicto, la vía del diálogo indicada por este Foro», contrapuso luego.

Foto AFP
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Bahréin, gobernada por una monarquía de la rama sunita del Islam, tiene sin embargo una población mayoritariamente chiita que ha denunciado encarcelamientos y persecuciones de parte de las autoridades, especialmente tras la denominada Primavera Árabe de 2011.

El Papa tendrá actividades en los alrededores de Awali, la zona desértica sobre la que está construido el Palacio, y en la capital Manama, en el Norte de la más grande de las 30 islas que dan forma al país acompañado por decenas de cronistas de todo el mundo, entre ellos un enviado de Télam.

En una visita que tiene como marco las tensiones mundiales expuestas tras la guerra en Ucrania, Francisco afirmó que «después de dos terribles guerras mundiales, después de una guerra fría que durante décadas tuvo al mundo en vilo, en medio de tantos conflictos desastrosos en todas partes del globo, entre voces de acusación, amenaza y condena, nos encontramos aún tambaleantes en el borde de un equilibrio frágil, y no queremos desplomarnos».

«Llama la atención una paradoja: mientras la mayor parte de la población mundial está unida por las mismas dificultades, afligida por graves crisis alimentarias, ecológicas y pandémicas, así como por una injusticia planetaria cada vez más escandalosa, algunos poderosos se concentran en una lucha decidida por intereses particulares, desenterrando lenguajes obsoletos, redefiniendo zonas de influencia y bloques contrapuestos», criticó.

Lamentó entonces que «parece que estamos presenciando un escenario dramáticamente infantil: en el jardín de la humanidad, en vez de cuidar del conjunto, se juega con fuego, misiles y bombas, con armas que provocan llanto y muerte, llenando la casa común de cenizas y odio».

En ese contexto de conflictos bélicos, el Papa advirtió por las «amargas consecuencias» para la humanidad «si se siguen acentuando las oposiciones sin redescubrir la comprensión, si se persiste en la firme imposición de los propios modelos y de las propias visiones despóticas, imperialistas, nacionalistas y populistas, si no nos interesamos en la cultura de los demás, si no se escucha el clamor de la gente común y la voz de los pobres, si no se deja de distinguir de modo maniqueo quién es bueno y quién es malo, si no nos esforzamos por entendernos y colaborar por el bien de todos».

Fuente: Telam

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