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Con representantes de 15 provincias con seis editoriales y 20 librerías y con Paraguay como país invitado, comenzó en la ciudad de Resistencia el Primer Congreso Nacional de Libreros y Editores que se extenderá hasta el domingo y tiene como uno de sus ejes la preocupación por el aumento y la falta de papel como insumo central para el sector.

Organizado por la Cámara Argentina del Libro (CAL) y con gran concurrencia de distintos actores del sector de todo el país, el congreso fue inaugurado con un panel integrado por Jorge Capitanich, gobernador de la provincia del Chaco; Francisco “Tete” Romero, presidente del Instituto de Cultura chaqueño; Natalia Portalópez, coordinadora nacional del Plan de Lectura; Martín Gremmelspacher, presidente de la Cámara Argentina del Libro; y Rubén Bisceglia, titular de la Librería de la Paz, de Chaco.

Las actividades se desarrollan en el Hotel Gala Amerian, de la capital chaqueña durante este fin de semana y el programa del encuentro está diseñado teniendo en cuenta las problemáticas que afectan a todo el sector, con sesiones formativas, mesas de trabajo y herramientas que contribuyan a la capacitación de los participantes y al desarrollo de toda la cadena de valor del libro.

Luego de las palabras de presentación y bienvenida por parte de Bisceglia, diputados de las cámaras de Nación y de Chaco respectivamente hicieron entregas de declaraciones de interés sobre la presente actividad.

El presidente del Instituto de Cultura, Francisco Romero, compartió su “alegría por la asistencia de librerías e editoriales de 15 provincias, y 20 de Chaco” y remarcó que “la política es la historia del presente y recuperar la historia del mundo del libro argentino es recuperar la memoria y el orgullo de la gran industria nacional, porque en los momentos en los que Argentina fue el octavo país del mundo, antes del golpe del 76, la nuestra era la principal industria cultural de Hispanoamérica. En los momentos de mayor distribución de la riqueza nacional aparece la industria y el mayor grado de conciencia”.

En tanto, Gremmelspacher, afirmó que «el panorama de producción y comercialización del sector presenta desafíos variados y complejos” y recalcó que «desde la CAL el objetivo es poder establecer un diálogo permanente que fortalezca el vínculo con entre editores y libreros, reconociendo que nuestras editoriales, distribuidoras y librerías son las principales garantes de una oferta de libros federal y diversa».

«También nos interesa establecer alianzas público privadas con los estados municipales, provinciales y nacionales para sumar esfuerzos”, dijo el presidente de la entidad quien también destacó la serie de medidas realizadas para afrontar la emergencia de la pandemia y de la recesión económica “de un modo proactivo, como fue brindar los servicios de manera remota, con reuniones y capacitaciones virtuales y ya en 2021, los formatos híbridos para lograr de a poco la presencialidad plena; continuamos generando informes estadísticos, y brindando servicios de asesoramiento permanente y mantuvimos reuniones permanentes gestiones ante los poderes públicos para acompañar al sector en políticas activas”, acotó.

Además, planteó que el congreso busca «debatir entre todos los actores de la industria del libro las políticas que tendremos que impulsar desde aquí en adelante, superada la pandemia, pero con una economía que plantea problemas».

“El aumento del papel, el desabastecimiento del papel, las importaciones, los créditos blandos para el sector, el recupero del IVA, fueron algunos de los asuntos recurrentes en cada una de las gestiones”, enumeró.

Por último, subrayó que desde la CAL apuestan «por el sector y por el país» porque están convencidos de que hay «por delante múltiples posibilidades, garantía para que los autores y autoras del país puedan seguir contando y llegar con sus textos a toda nuestra geografía. Un país con lectores y editores es un país es condición necesaria para una economía diversificada, y más equitativa de la que tenemos, y la mejor manera de cerrar el paso a los intentos autoritarios que campean en el mundo”.

A su turno Capitanich destacó la importancia de poder debatir durante los tres días del congresocómo potenciar y organizar las cadenas de valor y promover el desarrollo de la actividad” y llamó a que el encuentro sirva no solo para debatir las problemáticas del sector, sino también para pensar cómo potenciar las diferentes cadenas de valor que promuevan el desarrollo de la actividad, “impulsando el sentido colectivo a través de una comunidad de lectores”.

“Hoy el libro compite con distintos formatos y tecnologías, tenemos que fomentar la lectura en un sentido colectivo. La imprenta permitió la democratización de la cultura; la perspectiva de la formación racional y también del placer por el mero acto de la lectura”, resaltó el gobernador.

Para finalizar realizó una serie de propuestas para el diseño de políticas públicas: “Debatir la articulación entre editores, libreros, y Estado, no sólo para el financiamiento de la producción sino también para los mecanismos para su distribución equitativa, segundo, fomentar este tipo de encuentros, foros, ferias y toda actividad que vincule al escritor, editor y lector -enunció. También el fomento de herramientas como por ejemplo la venta de libros a mitad de precio, como hemos logrado en nuestra provincia, y sistemas de financiamiento con subsidios por vía estatal, para facilitar el crecimiento de una comunidad de lectores».

“Hay que reinterpretar los mecanismos de vinculación, y en ese contexto es importante remarcar que la industria editorial, las librerías, los trabajadores, los asesores culturales merecen que el Estado los apoye para formar una sociedad libre, justa, equitativa con una base cultural que nos genere un liderazgo internacional”, completó.

Al finalizar el panel Gremmelspacher comentó a Télam que hay mucha expectativa por la realización de este primer congreso en el que el objetivo será «debatir sobre los grandes desafíos como la logística, la impresión a demanda que cambia los paradigmas, la concentración editorial, las nuevas plataformas” e identificó como principales obstáculos para el sector “los costos de transporte, y para los editores, el costo del papel, que está descarriado totalmente”.

La propuesta para hace frente a esto reside en la “asociatividad , un tema respecto del que las pymes somos más permeables, buscar una manera de gestionar en conjunto, en la impresión buscar costos, y en el papel es el Estado el que debe intervenir fuertemente, son dos las empresas oligopólicas, Ledesma y Celulosa, que dominan gran parte de un mercado con precios cartelizados”.

Por su parte, Ecequiel Leder Kremer, vocal librero de la CAL, manifestó a esta agencia que uno de los objetivos de la presente actividad es “la reflexión y el diagnóstico para reafirmar las problemáticas que afectan a todo el sector, la distribución, el precio del papel, y también buscamos la construcción de herramientas para abordar estos desafíos”.

En ese sentido destacó como el principal desafío el “desabastecimiento del papel y el monopolio de su distribución, cuestión de la cual el Estado debe hacer cargo”.

Además indicó la necesidad de que el sector librero alcance “una vinculación logística de todas las librerías del país, ya que los fletes tienen cada vez mayor incidencia en el coste de los libros, es imperioso coordinar con el correo argentino un sistema de distribución con costos y niveles de eficiencia aceptables”.

Con respecto al problema de la falta de papel, durante la jornada los organizadores difundieron un comunicado titulado «Sin papel no hay libros y sin libros, no hay librerías» en el que se preguntaron qué pasa con el papel y detallaron que que «desde 2021, el papel viene subiendo muy por encima de la inflación. En 2021, la duplicó. En 2022, el papel ilustración (para las tapas de todos los libros y los interiores de los libros infantiles) estaba a $258.75 el kilo en febrero y, en agosto, costaba $842.45, es decir, un 225% de aumento solo en seis meses. Por otra parte, el papel para interiores de la mayoría de los libros, tiene aumentos que van del 60% al 100% en los mismos meses, lo que proyecta un aumento anual muy por encima de la inflación».

Reconocieron que esta situación se produce desde 2018 pero precisas que se ha «agravado en los últimos dos años, la incidencia del papel como materia prima en el costo de un libro haya superado el 50%, cuando históricamente estaba en torno al 30-35% del costo de producción».

«Este escenario inédito provoca que toda la cadena de valor resigne utilidades en favor de los grandes grupos concentrados que producen papel en el país y del puñado de importadores de papel ilustración», manifestaron y marcaron que «este desabastecimiento hace que los editores se vean obligados a aceptar cualquier precio que se fije porque, si no, es imposible producir y mantener activas a nuestras empresas».

Ante este panorama expresaron preocupación porque esto implica que «la producción tienda a menguar y la bibliodiversidad se vea amenazada por la imposibilidad de producir constantemente tanto novedades como reimpresiones, lo que vacía a las librerías de libros y concentra la oferta en unas pocas manos».

Este Primer Congreso de Libreros y Editores consta de una variada agenda de presentaciones y encuentros, con sesiones formativas, y mesas de trabajo durante la jornada de este viernes y sábado.

El domingo por la mañana tendrá lugar una mesa de editores de Paraguay, se presentará además el Plan Estratégico de Internacionalización del Libro Argentino y luego será el cierre y elaboración del documento final.

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Fuente: Telam

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