El bloque de izquierda de la primera ministra socialdemócrata, Mette Frederiksen, logró una mayoría de apenas una banca en las elecciones legislativas celebradas este martes en Dinamarca, según los resultados finales de la compulsa, pese a las encuestas que señalaban que no llegaría a esa meta.
La bancada tendrá 87 diputados más otros tres procedentes de los territorios autónomos de las islas Feroe y Groenlandia, con lo que se asegura una mayoría de 90 escaños de los 179 del Parlamento, según la agencia AFP.
Con 16 o 17 escaños, el centro podría sumar una representación de relieve frente a la derecha y extrema derecha, que se encaminaba a lograr más de 70 plazas, de acuerdo a los sondeos divulgados al cierre de los colegios electorales por las cadenas públicas DR y TV2.
La mayoría del bloque de izquierda permite especular con un nuevo nombramiento de Frederiksen y aleja la chance de un nuevo primer ministro centrista o incluso de derecha.
La premier, de 44 años, gobierna Dinamarca bajo la delicada situación política porque estos comicios rompieron el tradicional sistema de bloques con el que el país ha funcionado durante más de cuatro décadas, a lo que se suma la crisis energética por la guerra en Ucrania y una inflación disparada.
Hasta conocerse los resultados finales, parecía clave el apoyo de los moderados del partido centrista fundado por el ex primer ministro liberal Lars Lokke Rasmussen.
Con apenas 2% de intención de voto hace dos meses, este partido iba camino a alcanzar las 16 bancas.
Según la agencia Ansa, el Partido Liberal Radical, uno de los principales promotores del voto anticipado, perdió más de la mitad de las bancas, mientras Alianza Liberal, de centroderecha, ganó 10.
Las elecciones fueron convocadas después de la «crisis de los visones», un escándalo surgido durante la pandemia del Covid cuando el gobierno decretó el sacrificio de millones de animales, una decisión que luego resultó ser ilegal.
Un socio minoritario del gobierno amenazó entonces con tumbar al Ejecutivo si no se convocaba a elecciones para asegurar que seguía teniendo el apoyo de la ciudadanía.
La campaña estuvo dominada por temas como el clima, la inflación y una posible reforma del sistema de salud.
Este país nórdico defiende desde hace 20 años políticas muy restrictivas en materia de inmigración.
El actual gobierno defendió una política de «cero refugiados» y trabajó para instalar un centro de acogida en Ruanda para tramitar las solicitudes de asilo.
La mayoría de los partidos respaldan políticas restrictivas y el tema habitualmente no da lugar a debates.
Pero el cambio climático es un asunto candente en este país de 5,9 millones de habitantes.
El domingo, unas 50.000 personas, incluyendo la primera ministra, se congregaron en «La marcha del pueblo por el clima» en Copenhague.
La izquierda ha prometido una ley para proteger la biodiversidad y quiere crear un impuesto a las emisiones de carbono de la agricultura, una medida que apoyan otras formaciones.
Del lado de la derecha, el Partido Liberal apostó por el desarrollo de soluciones verdes.
La ultraderecha se declaró abierta a la construcción de centrales nucleares, en un país que no cuenta con ninguna.
En total, 14 partidos concurrieron a las elecciones para los 179 escaños en juego, con cuatro representantes reservados a los territorios autónomos: Groenlandia y las Islas Feroe.
En Dinamarca, la participación electoral tradicionalmente es alta.
En 2019 un 84,6% de los cerca de 4,2 millones de electores se desplazaron para sufragar.
Fuente: Telam