El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dependerá de su amplia capacidad negociadora para entablar un diálogo con un Congreso dominado por el bloque centroderechista Centrao, que adhirió al bolsonarismo pero siempre tendió puentes con todos los oficialismos, mientras se empieza a delinear una transición ríspida.
El Partido Liberal del presidente Jair Bolsonaro fue el gran vencedor con casi un centenar de diputados en la primera vueta de las elecciones y forma parte del Centrao, el aglomerado de partidos que siempre fue oficialista desde los años 90.
Para implementar la agenda económica de Lula, el próximo oficialismo necesitará de grandes acuerdos parlamentarios y la transicion tambien tendrá su agenda legislativa.
Los principales asuntos que harán presión fiscal son el aumento de los planes sociales y la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, dos de las promesas de campaña.
Para ello, los bolsonaristas de hoy tendrán que ser los lulistas de mañana.
Incluso este lunes, en un diálogo con periodistas en San Pablo, la presidenta de Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, Gleisi Hoffmann, anunció que abrirán negociaciones con el Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB) del expresidente Michel Temer, a quien el presidente electo llamó «golpista» antes de la elección del domingo por haber conspirado siendo vicepresidente de DIlma Rousseff.
También aceptó sentarse a negociar apoyo el titular de Partido Social Democrático (PSD), Gilberto Kassab, uno de los jefes del gobernador electo bolsonarista en San Pablo, Tarcisio Freitas. Kassab fue ministro de Ciudades de Rousseff y se mantuvo neutral a nivel presidencial.
Pero el MDB es el partido de la tercera en la primera vuelta, Simone Tebet, clave para los tres millones de votos más que Lula logró en la segunda vuelta respecto de la primera.
Uno de los nombrados como posible ministro de Economía de Lula, el senador electo y exgobernador de Piauí Wellington Dias, es un interlocutor con el mundo empresario y financiero.
Uno de los objetivos del equipo de transición de Lula es revisar el presupuesto enviado por el gobierno de Bolsonaro para 2023, sobre todo la polémica tercerización presupuestaria dejada por el Ejecutivo al Legislativo.
«Queremos el detalle del país que recibiremos, debemos estar atentos a la ejecución del presupuesto y abrir un diálogo para contemplar nuestro camino de propuestas de mejorar la vida de la población», afirmó Dias a Télam.
Para el lulismo, no habrá problemas en negociar con los actuales rivales una vez que dejarán de ser oficialistas con el fin del mandato de Bolsonaro.
«Mirando el campo democrático hay una amplia mayoría en la cámara y en el Senado, existen partidos con compromiso con la democracia, contamos a 370 de los 513 diputados y 50 o 55 de los 81 senadores», explicó.
Dias, uno de los principales asesores de Lula, deberá ser uno de los garantes de la responsabilidad fiscal del Gobierno.
Mientras tanto, el dólar cayó y la Bolsa de Valores de San Pablo subió en el primer día de Lula presidente electo por tercera vez.
El mercado presionó para que dijera el nombre de su ministro de Economía y ahora quiere ver un plan, según el profesor de economía de la universidad de negocios Insper, de San Pablo, Roberto Dumas.
«El mercado no está viendo -dijo a Télam- una ruptura económica porque si no, la devaluación sería grande; esto no quiere decir que el gobierno no tenga que tener una política fiscal».
El economista alertó que el mercado financiero buscará explicaciones sobre cómo aumentará el gasto público para cumplir las promesas de Lula y la forma en la que serán utilizados los bancos estatales como motores del consumo y el crecimiento.
«Si se expande el gasto y aumenta la inflación de demanda, aumentará la tasa de interés; Lula necesita montar una buena base en el Congreso porque su plan es de difícil ejecución», analizó Dumas.
Fuente: Telam