Muchas veces desde este espacio hemos sido críticos del fútbol argentino, de un torneo multitudinario, con equipos de más, con reglamentos que se cambian (o se intentan cambiar) sobre la marcha, con partidos inmirables y con canchas que no están acordes para la Primera. Muchas veces, peyorativamente, se habla de “el producto”, para menoscabar el nivel de la Liga Profesional, y cada línea se puede reafirmar. Claro que, como se cuentan las malas, también hay que abrir las alas y abrazar fuerte este final de campeonato, este torneo (que por más que tenga 28 insólitos equipos) tuvo un final de película, con Boca quedándose con un nuevo título, con Racing no pudiendo creer lo que dejó pasar, con River e Independiente tirando por la borda todas las especulaciones que se hicieron durante la última semana, una vez que se supo que podían darle el campeonato a su clásico rival.

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Boca es campeón porque fue el equipo más regular, porque en la recta final cosechó un montón de victorias (algunas sin merecerlo, casi siempre sin brillar, muchas por la mínima, pero de los últimos 16 encuentros ganó 11, empató cuatro y perdió sólo uno), porque se quedó con el superclásico y porque el día de la definición tuvo más personalidad para aguantar a un Independiente que fue a ganar a la Bombonera como pidieron Agüero y Bochini.

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Racing no pudo tener su fiesta porque los mismos fantasmas de toda la temporada le bajaron como ya le había sucedido en la Copa de la Liga, en la Copa Argentina, en la Sudamericana y ayer. Y la Acadé no festejó porque enfrente tuvo a un digno River, que en la despedida de Gallardo mostró los valores de un ciclo que será recordado por siempre por los resultados (14 vueltas olímpicas), pero también porque patentó un cambio cultural importante.

Con este final ganó nuestro fútbol.

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Fuente: Olé

Por admin

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