El papá era de Boca pero la influencia paterna no fue determinante en Martín Gastón Demichelis. Tenía cinco años y un empleado de la empresa del padre en Justiniano Posse, Julio Damiani, le regaló el conjunto de River. Listo: en las carpetas escolares tenía fotos de Francescoli y Ortega. El Millo estuvo en el corazón por siempre.  

Su primera pensión no fue la de River, sino la de Renato Cesarini, en la provincia de Santa Fe. Estuvo dos años. Después le tocó la de Núñez, compartida con otros 30 chicos. Ahí sintió el desarraigo más fuerte, porque ya la distancia no era de 180 kilómetros, sino de más de 500. Pero el vínculo se potenció más allá del hincha: terminó la secundaria en el Instituto del club, y también trabajó, en el área de prensa del club, como cadete.

Si bien en gran parte de las Inferiores arrancó como volante central, ante la falta de zagueros empezó a jugar en el fondo. De todas maneras, más adelante, en el Bayern también fue mediocampista en otras etapas.

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Nunca pensó en irse de River. Estaba en el club al cual amaba y se enamoró del día a día. De todas maneras, a punto estuvo de retirarse, contra su voluntad, en 2001. No era tenido en cuenta por Américo Gallego, pero el Tolo se fue tras perder un campeonato y llegó Ramón Díaz, que lo subió de la Cuarta División y rápidamente contó con él. Micho contó que hubo un dirigente, Néstor Sívori, que resultó determinante. «A este chico hay que hacerle contrato profesional, no podemos dejarlo libre», les dijo a sus compañeros, según contó el mismo Martín en una entrevista con el periodista Diego Borinsky para el diario La Nación.

Martin Demichelis festeja un gol ante Corinthians por la Libertadores 03.

Martin Demichelis festeja un gol ante Corinthians por la Libertadores 03.

Ya como técnico en las Inferiores del Bayern Munich, seguía valorando su paso por la Banda. «Jugué en un club como River, que me formé, tenía la obligación de ganar», le dijo a Olé en 2019. Y también le quedaron amigos para toda la vida: Fernando Cavenaghi, Javier Poroto Lux, Javier Gandolfi y el Chacho Coudet. 

Y también había valorado a Manuel Pellegrini como el técnico «más importante» de su carrera. «Un prototipo de entrenador, que siempre adoré, lo estimo, le tengo respeto y admiración. Es un ejemplo de lo que quiero ser«, decía. Con el Ingeniero fue campeón en el Clausura 2002.

Aunque también sostuvo la importancia del Pelado. «Un entrenador súper convincente y ganador». Y recordó: «Yo estoy eternamente agradecido a Ramón porque vio algo en mí para debutar y después crecer como profesional en River. Le tengo mucho respeto y admiración, y él lo sabe».

En su único título local, hubo un partido que permanecerá de por vida en las retinas de todos los hinchas que fueron al Monumental: ante Racing, el otro equipo que peleaba por el campeonato. Había sido expulsado Angel David Comizzo, el Pelado no podía hacer más cambios y entonces Martín se calzó el buzo ante el tiro libre. El zurdazo de Úbeda dio en el Cuchu Cambiasso, le quedó al paraguayo Rojas, que cedió a otro guaraní, Nelson Cuevas, que tuvo una corrida descomunal que hizo temblar a todos antes de batir a Campagnuolo. Después, Micho contó: «Me arrepentí de no haberle pedido el buzo a Comizzo».

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Demichelis de arquero contra Racing.

Demichelis de arquero contra Racing.

Tuvo una expulsión, en un clásico ante Boca en la Bombonera, decretada por otro cordobés, Héctor Baldassi. Fue la única con la camiseta del Millo.

Micho contra el Chelo Delgado en 2002.

Micho contra el Chelo Delgado en 2002.

A mediados de 2003, se incorporó a Bayern Munich, que compró su pase en cerca de cinco millones de dólares. En la negociación participaron quienes eran sus representantes, Jorge Cyterszpiler y Adrián de Vicente, padrino de su primer hijo (Bastian), ambos ya fallecidos. Fue una transferencia clave desde lo financiero para la dirigencia que conducía José María Aguilar.

 Martín se quedó seis meses en el Millo una vez que se había acordado el pase. Quiso jugar la Libertadores 03, tenía esa necesidad pese a que ya lo tenía el más grande de Alemania y uno de los más grandes de Europa.

Su paso por el plantel profesional fue corto, con 27 partidos locales y nueve internacionales, con dos goles. Tuvo chances de volver en 2013, con Daniel Passarella de presidente. Ramón, que dirigía al equipo, había dado el ok. Pero Martín dio marcha atrás luego de un encuentro casual con el Kaiser en un restaurante. «No demostró un mínimo interés. Ni sabía quién era yo». Las otras fueron en 2015 y 2016: la primera no se concretó porque Gallardo prefirió revalorizar a Balanta y la segunda porque los tiempos no daban porque se estaba recuperando de una lesión.

«Algún día sueño con entrenar a River y también a los clubes en los que jugué», había dicho en abril de este año, en ESPN. Al mismo River al que, como hincha, deseaba a Marcelo Gallardo por 30 años más. Ahora, todos los caminos lo conducen a ser el sucesor del Muñeco.

Su deseo por River

Fuente: Olé

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