Bajo el ttulo Las mujeres de mi vida una primera retrospectiva que abarca ms de 30 aos de trayectoria Foto Ral Ferrari
Bajo el título «Las mujeres de mi vida», una primera retrospectiva que abarca más de 30 años de trayectoria / Foto Raúl Ferrari

La problemática cotidiana de la mujer y el humor como fórmula para abordarlo se despliegan en el homenaje que le dedica el Centro Cultural Kirchner a la reconocida dibujante Maitena Burundarena bajo el título «Las mujeres de mi vida», una primera retrospectiva que abarca más de 30 años de trayectoria y donde se combinan sexo, amores y otras cuestiones de época en una obra que exorciza fantasmas, critica mandatos y se desliza por ese costado más comprometido con los feminismos y el medio ambiente de la autora de tiras como «Mujeres alteradas», «Superadas» y «Curvas peligrosas».

Artista autodidacta, a sus 60 años Maitena es un ícono del humor «fresco», «directo» con una gran capacidad de observación o «de afilado sentido sociológico» -como destacan en el texto curatorial- de la vida cotidiana, femenina, y una de las referentes de la historieta latinoamericana. En síntesis, una pionera.

«Instalaciones, murales, bocetos, dibujos, originales de mujeres alteradas, superadas, curvas peligrosas, historietas eróticas y una sala especial para las chicas de @linea_peluda que congrega dibujantas de todo el país en un proyecto emocionante», promociona Maitena su muestra, que habitará hasta abril el cuarto piso del CCK.

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/ Foto Raúl Ferrari

«Es la muestra de mi vida» expresa la ilustradora ante un pequeño público previo a la multitudinaria inauguración, feliz de compartir el momento. Y aprovecha para recomendar a las dibujantes invitadas: «guarden todo porque es muy interesante ver el proceso, que es lo que pasó en esta muestra, de atravesar todas las épocas de dibujo y ver cómo te la pasás contando tu vida». Y agrega: «mirando tantas carpetas, dibujos, historietas, encontré a todos mis novios, novias, hijos, mi casa, mis lámparas, mis sillones, mi ropa, mis peinados, es una autobiografía infernal», define.

¿Qué representa para vos esta retrospectiva? «Son cosas que te pasan de muerto -expresa directa en diálogo con Télam-, así que poder estar acá cuando estás viva viendo esto, participando en el armado, decidiendo con mi grupo de curadores excepcionales, para mí representa un cierre a un montón de cosas de mi vida que ya quedan de ese lado, y creo que no había manera más increíble de hacer un cierre que este».

Pero todo cierre permite una apertura, sobre la que manifiesta: «Se abre una época de no proyectos. No tengo ganas de tener proyectos. Trabajo desde los 17 años, tengo ganas realmente de disfrutar de mis hijos, de mi nieta, de la huerta, del sol, las estrellas, no tengo proyectos ni quiero tenerlos».

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¿Seguís dibujando?, pregunta Télam. «Dibujo para causas solidarias alguna vez, para mi nieta», responde y agrega: «no tengo ganas de trabajar en el sentido de industria editorial, ya di mucho, me dio mucho, dejo la puerta a otras. No tengo por qué seguir haciendo libros, no tengo ni ganas ni necesidad, así que es un buen momento para parar y vivir un poco», sostiene Maitena.

La muestra curada por la escritora, editora y gestora cultural Liliana Viola -a cargo del Proyecto Ballena del centro cultural que en paralelo desarrolla estos días el Festival homónimo centrado en el tema de la libertad- tiene el diseño de montaje del diseñador gráfico y artista conceptual Alejandro Ros, y toma cinco salas como receptáculo de una investigación y producción conjunta que demandó seis meses de trabajo entre la dibujante, los curadores y el equipo del centro cultural.

Para Maitena Burundarena (Buenos Aires, 1962), también ilustradora y guionista de televisión, sus temas siempre giraron en torno a la mujer, «las relaciones humanas, los vínculos, el cuerpo, el amor, los hijos, las madres, la doble vida de la mujer que trabaja y quiere tener una vida», tal como enumera la propia artista.

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Referente de nuevas generaciones de artistas, la reflexión del universo femenino contemporáneo que refleja y vivencia una obra de más de tres décadas y que puede recorrerse a partir de la selección y el especial montaje, recibe un reconocimiento entusiasta a ese profundo pensamiento y aparente sencillez de una personalidad consagrada como gran impulsora del humor con perspectiva feminista.

Un impulso que se vislumbra desde esa mirada de género a partir de contrastes y absurdos de la vida y lugares comunes, que permite una identificación encarnada en dibujos, entrelazada con las vidas. Maitena es esa multiplicidad de mujeres que emergen desde los 80 y un espejo donde mirarse.

Parte de la propuesta curatorial invita a descubrir el proceso creativo, apreciar los cientos de bocetos que atiborran las cajas de su archivo preservando cada papelito de sus series de historietas y cómics como «Mujeres Alteradas», con la que saltó a la fama.

En la sala «Proceso creativo» instala su escritorio, pinceles, tintas, el espejo y la pinza y el cenicero que extraña, así como las primeras publicaciones entre las que está la de Ámbito Financiero de 1979, y una pared repleta de poquísimos bocetos y explicaciones escritas en pequeños papelitos amarillos.

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En «Alteradas», doce vitrinas temáticas dan cuenta de la tira publicada en la Revista Para Ti que da inicio a un «estilo Maitena» y su consagración «como gran impulsora de un humor con perspectiva feminista». Aquí Viola realiza un trabajo conceptual sobre esa mujer de clase media y la trae al presente, desde esos casi 10 años de producción de la historieta para mujeres que perdió actualidad o puede no revestir la corrección adecuada en una lectura contemporánea, «porque el mundo cambió mucho», según expresa Maitena.

«‘Mujeres alteradas’ fue el gran éxito de mi trabajo, fue la historieta que se publicó en 30 países, se tradujo a 12 idiomas, me hizo comprar una casa en la playa, me cambió el estatus de una pobre dibujante freelance a una estrella del cómic», describe. Y agrega: «es una serie que quiero mucho porque me cambió la vida, pero también me acercó a mí misma. Hablaba de la vida de las mujeres, fue una especie de diario paralelo de mi vida donde podía volcar todas las preguntas, inquietudes, observaciones que veía en el mundo y ayudarme a pensar».

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«Más que actualizarse (desde lo curatorial) lo que hace es poder pensar en dónde estamos ahora y de dónde venimos, porque si no hubiéramos estado ahí no llegaríamos hasta acá. Para mí fue repensar y entender cómo estamos y cómo eso también fue el principio de un malestar de las mujeres, el principio de esto no me gusta, esto no me lo banco, ¿por qué esto? y ¿por qué las mujeres no?», a lo que añade la dibujante: «estamos acá en parte por haber hecho ese proceso».

«En ese sentido me reconcilié con un montón de páginas que me parecían obsoletas y ya no me lo parecen, sino que son parte de la historia y del proceso de todo esto que pasó en el feminismo estos últimos años», apunta. Y concluye la breve entrevista: «Siempre hay peleas, luchas, falta un montón, porque esto del gueto feminista es chiquito. Todavía falta un montón y hay muchas mujeres que viven en condiciones horribles, que tienen vidas muy tristes y de mucha injusticia, y en condiciones familiares muy adversas, pero hay que seguir sembrando, seguir juntándonos sobre todo, creo que es el gran paso que dimos las mujeres, juntarnos».

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Entre las salas está la dedicada a esas más de 200 artistas de todo el país que respondieron a la convocatoria del grupo de ilustradores de «Línea Peluda», un colectivo de dibujantes transfeministas nacido como respuesta política al debate por el aborto en 2018 y que fueron invitadas expresamente por la artista a participar, de un espacio emergente. En concreto, se trata de un gran mural que parte de esa emblemática estampa japonesa de Hokusai, «La gran ola de Kanagawa» (1830), pero en verde. Una gran pegatina conformada por dibujos, que se acompaña por material audiovisual de las acciones en las calles, y expone ilustraciones inspiradas en la campaña que recorrió el país con fuerza entre 2018 y 2020 -año de la sanción de la ley Ley 27.610 de acceso a la interrupción voluntaria del embarazo- y continúa configurando esa marea verde que se expande en la actual intervención.

Y a medio recorrido se puede experimentar una sala de sensaciones donde sobran las palabras: «lo que interpela es darles vida a los dibujos, que tengan sonidos, luces, estímulos, que no sea solamente leer, es para vivir, no para leer», explica Ros.

«Uno de los grandes desafíos era cómo hacer para mostrar algo tan chiquito como un dibujo, una historieta, en otros tamaños y la idea fue entonces hagámoslo todo, desde el original pequeño hasta estas monstruas», apunta por su parte Viola sobre estos dibujos en gran tamaño de los personajes de Maitena.

En «Sexo implícito» (no recomendado para menores de edad) se exponen ilustraciones e historietas de contenido erótico que son una selección de dibujos publicados en las revistas Sex Humor, Cerdos & Peces y la Fierro entre 1986 y 1990, y que dan cuenta de mujeres deseantes, en una ambientación de paredes negras que comparte tras una cortina, otras intimidades hechas mural.

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Luego están las salas «Superadas en su laberinto» y «En esta sala no hay chistes» donde reúne trabajos alejados del humor, comprometidos: el atentado a la AMIA y la impunidad, y el 11-S (2001) con ese emblemático dibujo que dio la vuelta al mundo de la «estatua de la Libertad que baja del pedestal y recibe el abrazo de un ciudadano», tras el atentado en Estados Unidos, una imagen para un vacío de palabras.

Y saliendo del laberinto está «Curvas peligrosas» que tiene un mural basado en un dibujo del año pasado, el más reciente de la muestra.

La retrospectiva inaugura la primera instancia de un espacio que busca celebrar el humor y homenajear a los grandes historietistas del país como parte de las nuevas propuestas del CCK.

La exhibición podrá visitarse de miércoles a domingos de 14 a 20 en Sarmiento 151 (CABA), con entrada libre y gratuita.

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Fuente: Telam

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