No existen clases sociales, ideologías, modismos, fronteras ni discapacidades, que impidan disfrutar del deporte y, en especial, del fútbol. Una escuela de valores y aprendizajes que nos iguala frente a una pelota. Y quién mejor para ratificar esto que Los Murciélagos. En 1991 se creó el seleccionado argentino de fútbol para ciegos masculino, que tomaría el nombre en 2002, antes de la final por el Campeonato Mundial que se jugó ese año.
«El arte de volar como Los Murciélagos».
En ese tiempo, cosecharon una infinidad de títulos y finales son los que cosechó en su corto tiempo de vida, entre ellos se destacan: tres campeonatos de América (1999-2005-2017) y dos campeonatos del Mundo (2002-2006). De las mejores; una Selección de élite.
Pero mucho antes de que se convirtieran en potencia y referencia, debieron atravesar un sinfín de obstáculos. «Esta historia de superación y amor al deporte, merece un libro», pensó Alejandro Ansaldi, periodista y escritor que compuso “Fútbol Ciego (el arte de volar como Los Murciélagos)” libro testimonial sobre la creación del seleccionado y las historias de vida de algunos personajes que forman parte de su historia.
Los Murciélagos campeones del Grand Prix de Japón.
– Todo comenzó por casa. Acá, hay dos grandes temas: la ceguera y el fútbol. La ceguera porque mi mujer es maestra de ciegos. Yo soy periodista deportivo y trabajo con el fútbol hace más de 20 años. Siempre hablamos de estos dos grandes temas de conversación en casa. En el año 2009, empezaba a salir con Natalia, mi mujer, y una de nuestras primeras citas fue ir a ver la Copa América de Fútbol Ciego y me voló la cabeza verlos.
– ¿Y ya desde ese primer momento fue que te nació la idea de escribir el libro?
– Siempre tuve ganas de escribir un libro, de algo, pero no sabía bien sobre qué. El año pasado en plena pandemia, tuve mucho tiempo libre por las mañanas y arranqué a redactar sobre esta historia que me tocaba muy de cerca, por el trabajo de mi señora, y por mi amor al fútbol. Mi objetivo era que una familia que tenga algún integrante ciego se entere sobre esto y le pueda cambiar un poquito su realidad, porque el fútbol como vector social es impresionante y puede movilizar un montón de cosas. A un montón de ciegos les cambió la vida descubrir el fútbol y mi libro, Fútbol Ciego, contiene testimonios de jugadores del seleccionado actual, de viejos equipos, de directores técnicos y propulsores de esta actividad. Son pequeñas historias que se van cruzando y logran una gran historia: la de Los Murciélagos.
Alejandro Ansaldi, periodista y autor de «Fútbol Ciego».
– Cuándo estabas haciendo la investigación para tu libro, tuviste la oportunidad de jugar con ellos… ¿Cómo fue esa experiencia?
– Fue impresionante. Una de las mejores experiencias que viví en mi vida. Esta oportunidad surgió cuándo entrevisté a Martín Demonte (entrenador de Los Murciélagos 2009-2021). Después de dos horas de entrevista para el libro, se me ocurrió preguntarle eso para poder vivir la experiencia de jugar con los ojos vendados, a lo que me responde “Si, dale. Vení y tené la experiencia de jugar con los ojos vendados, pero no vas a poder hacer nada. Después, vas a jugar con los ojos destapados, y tampoco vas a poder hacer nada”. Yo como futbolero, pensaba que tenía posibilidad de hacer algo con los ojos vendados. Me invitaron a la concentración, a comer con ellos y a compartir el día. Cuando llega el momento de jugar, me pongo la venda y no sabía dónde estaba parado. Pero más impresionante fue verlos jugar con los ojos destapados, no me podía mover de lo bien que me marcaban. Hermoso momento vivido.
Tapa y contratapa del libro.
– Si me tuvieras que convencer, ¿Por qué debería leer el libro?
– Porque cada historia que vas a leer te va a dejar con la boca abierta y, te va a ayudar a preguntarte: ¿cómo me puedo hacer problema por una pavada?. Todos nuestros problemas quedan chiquititos al lado de la vida de estos chicos. Son ejemplos de vida que conmueven y te hacen sentir un gil por quejarte de las cosas que nos quejamos todo el tiempo. Cada historia de vida es una tragedia, pero con final feliz: el fútbol.
Fuente: Olé