«El hincha», serie que sigue la historia de un joven de clase acomodada y su paulatina inmersión en el entramado delictivo que se oculta detrás de la fachada de una barrabrava de fútbol argentino, propondrá desde su estreno este miércoles a las 22, con doble episodio por El Nueve, «romper con los clichés».
«Hay como un inconsciente colectivo constante sobre lo que significan esos márgenes», plantea en charla con Télam Alejandro Ciancio, el director del envío que el jueves estará completo disponible en Flow, quien avisa que «el costado delictivo es una arista más» y que los personajes -como las personas fuera de la pantalla- no se reducen a eso.
No es la primera experiencia de Ciancio con un relato sobre universos delincuenciales dominados por hombres, ya que este mismo año terminó su largo viaje con «El marginal» desde 2016, donde dirigió casi todos los episodios.
«Por suerte entre ‘El marginal’ y ‘El hincha’ hice otro proyecto en el medio, la adaptación de ‘Historia de un clan’ para el mercado mexicano (que llegará el mes que viene a Netflix), que me permitió descomprimir y poner la cabeza desde otro lugar y no seguir siempre con la misma temática», confiesa el realizador.
De todos modos, advierte al público que aunque ambos títulos tienen cosas en común pudo «despegarlos»: «‘El hincha’ tiene otro tratamiento desde lo visual, en el tono de los personajes, en la intención sobre qué es lo que se quiere mostrar y el nivel de crudeza».
Producida por Flow, El Nueve, y el Ministerio de Cultura de la Nación y la Secretaría de Medios y Comunicación Pública a través del concurso Renacer Audiovisual 2021, la ficción cuenta con un elenco de figuras encabezado Victorio D’Alessandro, Luis Machín, Martín Slipak, Malena Villa, Silvina Acosta, Valentina Bassi y Nicolás García Hume, entre más.
«El hincha» es una idea original de Gonzalo Arias (GM Comunicación) y se compone de 8 capítulos de 45 minutos, con una trama centrada en Rodrigo (D’Alessandro), un joven de gran poder adquisitivo pero pesados traumas personales que en horas bajas se reencuentra con un amigo de la infancia apodado «Marciano» (Slipak).
(FW)»No resulta atractivo para el espectador un personaje que no tiene contradicciones, que no tiene anhelos, que no tiene frustraciones, que no siente, que no tiene pasión.»Alejandro Ciancio(FW
La amistad recuperada también lo lleva a un nuevo mundo, pues «Marciano» administra algunos negocios clandestinos de la barrabrava del ficticio Club Deportivo Vera, del que es hincha. De su mano, Rodrigo no solo va a entrar en la dinámica de la banda sino que poco a poco se hallará en posición de ser el nuevo jefe.
Télam: ¿Qué te atrajo de este proyecto?
Alejandro Ciancio: A mí me convoca Gonzalo Arias en 2019. Él estaba con una idea de hacer una serie sobre el mundo de las barras bravas, pero no tanto de la parte del fútbol sino de la parte de atrás, del mundo de los negociados, de cómo se construye el poder independientemente de lo deportivo. Y mientras me iba contando a mí lo que más me atrapaba era que el protagonista se encuentra en un momento de su vida en donde a partir del reencuentro con un amigo de la infancia empieza a encontrar casi sin darse cuenta un sentido de pertenencia. Empieza a poder expresarse en la totalidad de su ser humano. Me atrapaba esta idea de que todos necesitamos ser parte de algo y sentir que pertenecemos. Y la serie habla mucho de los vínculos.
T: ¿Qué es lo que lleva a este protagonista, que tiene la vida resuelta por lo menos desde lo económico, a meterse en un mundo tan peligroso?
AC: Hay algo de la insatisfacción del mundo en el que nace, que en ese mandato familiar o social nunca termina de encontrarse realmente y cuando se reencuentra con «Marciano» aparece un lugar en donde empieza a sentirse verdadero. Esa es la mayor motivación, el sentido de la libertad. El personaje está muy oprimido a pesar de que ante la mirada ajena pareciera que no le falta nada.
T: Más allá de las diferencias entre «El marginal» y «El hincha», ¿qué es lo que te interesa en esta clase de historias de mundos al margen?
AC: Lo interesante es romper con los clichés, con esas estructuras y esas miradas sociales establecidas de cómo tienen que ser, cómo tienen que vivir y cómo tienen que hablar los personajes que viven en estos espacios. Por sobre todas las cosas para mí al momento de encarar esto lo importante es no estigmatizar a nadie, no juzgar a nadie, no intentar tampoco hacer una falsa postura.
Para mí es una historia imaginaria, es una ficción; para construir estos personajes en ningún momento se intenta hacer como un recorte de la realidad, no somos un documental. El desafío está ahí y lo interesante sigue siendo, independientemente del marco, los vínculos humanos. Es esa búsqueda por cómo se conectan los seres humanos lo que más me atrapa.
T: ¿Por qué fascinan al público este tipo de relatos?
AC: Porque creo que tienen que ver con lo desconocido, porque la realidad es que la mayoría de la sociedad nunca transita ese espacio y entonces siempre hay algo ahí de curiosidad por las dinámicas en esos lugares.
T: ¿Hicieron alguna clase de investigación sobre las barras?
AC: Yo en particular traté de charlar con algunas personas que han transitado en algún momento ese mundo. Desde las hinchadas de fútbol, más que nada lo que es «la vieja guardia» de la década del 80 y el 90, que no tenía tanto que ver con la delincuencia, específicamente como está ahora anclado el mundo de los barras. Lo más interesante para contar en ese sentido, independientemente de lo atractivo que puede ser hacer una escena de un afano, es contar la pasión, contar el sentimiento que esa gente tiene, el sentido de pertenencia que les brinda y el lugar en donde los ubica en la sociedad. Ahí es donde hicimos el hincapié.
Y a mí lo que me interesa en los personajes que nosotros creamos en este verosímil son las aristas; no resulta atractivo para el espectador un personaje que no tiene contradicciones, que no tiene anhelos, que no tiene frustraciones, que no siente, que no tiene pasión. Lo interesante de la construcción de este tipo de personajes es que se vuelvan personas con relieve.
T: ¿Por qué existen los barras? Está identificado como un problema desde hace décadas y no parece estar cerca de cambiar.
AC: De cómo ese sentimiento tan noble de pasión por los colores termina en la conformación de una banda que genere hechos delictivos me parece que no tiene la responsabilidad el fútbol. El deporte mismo no es el culpable y los clubes en sí mismos no son los culpables. Me parece que las falencias ahí son de los seres humanos individuales que ocupan los lugares de toma de decisión, es responsabilidad de aquellos que han ido tomando las decisiones de cómo avanza la sociedad argentina desde hace muchísimos años y en ese sentido la construcción de esos márgenes de los que hablábamos al principio fue proliferando a lo largo del tiempo en la Argentina.
Fuente: Telam