Cada día nos superamos. Cada día damos otro paso hacia la barbarie. A un fútbol argentino impresentable desde lo organizativo, un fútbol en el que ya desde hace años no hay visitantes, pero, eso sí, a veces hay “neutrales”, le sumamos esto. Si algo nos faltaba, era esto. Esta vergüenza. Esta locura. Esta brutalidad.
Una nena, seis, siete años, llora, pide agua, está perdida. Un nene, ocho, nueve años, corre de la mano de su papá para ver si logran meterse en el campo y poder respirar. Gente grande que tose, descompuesta. Gente grande que vomita. Es un descontrol. El gas lacrimógeno que cubre todo. No hay lugar donde ir, para dónde salir, las puertas del estadio están cerradas, los rifles que disparan y disparan, las detonaciones que se suceden una tras otra. Hay chicos perdidos, abuelos golpeados, periodistas y camarógrafos con balazos de goma y la noticia que golpea, que sacude: un muerto. César “Lolo” Regueiro, 57 años. Falleció en la ambulancia. Era trasladado al hospital San Martín. Sufrió un paro.
La Policía deberá dar explicaciones. Los dirigentes de Gimnasia deberán dar ya, ahora, hoy mismo, explicaciones. La Aprevide deberá dar explicaciones. Axel Kicillof, gobernador de la Provincia, debe dar explicaciones. Julio Garro, intendente de La Plata, debe dar explicaciones. Gabriel Pellegrino, presidente del Lobo, debe dar explicaciones.
Horas después de la suspensión, el partido empieza. El partido que nunca se termina: el de echarse culpas. ”Nosotros lo que tenemos para mostrar es que el estadio estaba habilitado para 30 mil personas, se vendieron 3200 de 3500 entradas que podíamos vender. Es mentira que sobrevendimos entradas, tenemos la planilla, tenemos las que sobraron, está súper controlado. La Policía determina cuánto se puede vender. La Policía determinó cerrar las puertas del estadio, nosotros no dimos la orden”, dice Pellegrino.
El ministro de Seguridad, Sergio Berni, dice todo lo contrario y habla de codicia y avaricia en el fútbol. “Los clubes se tienen que hacer cargo de la venta de entradas. La responsabilidad la tiene el que organiza el evento”.
La represión comenzó, según las versiones, fuera de la cancha por la gente que quería entrar y las puertas del estadio estaban cerradas. También se dice que, en ese querer entrar de los hinchas, la Policía empujó a una nena. La versión (aunque no confirmada) es creíble. Cualquiera que haya ido a cualquier cancha del fútbol argentino lo sabe. Sabe lo que es el accionar policial en los estadios. Animales, que te tiran los caballos encima; bestias, que te tratan como ganado.
“Yo estaba por entrar a mi platea, 20.45 cerraron la puerta y me tiraron la valla encima. Y ahí empezaron los gases y la estampida de la gente”, cuenta Maxi, hincha del Lobo.
“Con los gases, la gente quería salir y tenía la puerta cerrada, no se podía respirar y estábamos todos atrapados en la tribuna”, dice Fernando, veintitantos, otro hincha del Lobo.
Un herido fuera del estadio.
La Voz del Estadio da los nombres de los nenes y nenas perdidos. Nenes y nenas que en medio de la locura se separaron de sus papás y están perdidos. La desesperación de esos nenes, la desesperación de esos padres… Dan ganas de llorar.
Marcos Rojo les da agua a los hinchas de Gimnasia. Los jugadores del Lobo corren desesperados para ver cómo están sus familiares en las plateas. Todo es desesperación, terror, incertidumbre, caos, cada vez más gente en el campo de juego porque las puertas de 60, por ejemplo, siguen cerradas. La gente queda atrapada en la tribuna, sin poder escapar, en medio del gas lacrimógeno.
Encima, los hinchas que logran salir del estadio (los ojos rojos, las gargantas prendidas fuego, el desconcierto, el pensar que van a estar mejor) se encuentran con que afuera los policías los reciben con balazos de goma. La represión no se corta nunca. No se detiene. Dura más de 40 minutos la represión. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser que no se pare esta locura? ¿Cómo puede ser que ninguna autoridad dé la voz de alto al fuego? ¿Cómo puede ser que sea tan desmedida y excesiva y salvaje?
Los incidentes en La Plata.
Fuera de la cancha, más enfrentamientos, más gas pimienta, más gases lacrimógenos. Y humo y balas y gritos y llantos. La AFA tuitea su comunicado. Dice que “repudia enérgicamente los hechos de público conocimiento y expresa su compromiso de continuar trabajando para erradicar esta clase de episodios”.
Parece chiste. Es humo. Más humo.
Ya son las 23.45 y la Voz del Estadio sigue dando los nombres de nenes y nenas perdidos…
Fuente: Olé