El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da SIlva, favorito para vencer al mandatario Jair Bolsonaro en el balotaje presidencial del 30 de octubre, aseguró que «en este instante hay que recuperar una palabra mágica llamada democracia», al explicar el respaldo que tuvo de los economistas ortodoxos que siempre lo criticaron por su política de expansión del gasto y que fueron los responsables del Plan Real.
«La política es el arte de lo imposible. No importa la visión del mundo que tenga cada uno, la ideología. En este instante es que debemos recuperar una palabra mágica llamada democracia, que es el régimen más difícil de ser ejercido porque requiere convivir con la contradicción, con la contrariedad», afirmó Lula a periodistas en San Pablo.
Lo hizo luego de recibir el apoyo del intendente de Río de Janeiro, Eduardo Paes, del Partido Social Democrático (PSD), una fuerza que está divida en apoyar al oficialismo en el Congreso, pero que cuenta con un ala lulista en los estados donde Bolsonaro es fuerte, como Río de Janeiro y Mato Grosso.
Lula defendió al lado de los dirigentes del PSD los apoyos que recibió para el balotaje por parte de exrivales y dejó en claro que su rumbo económico no será modificado pese a que sectores ortodoxos lo respaldaron en las últimas horas.
En Brasilia, el presidente Bolsonaro sostuvo que con la elección del domingo pasado el Congreso reforzó su mayoría de centroderecha y derecha, lo cual hará «volcar» a un eventual gobierno de Lula.
Fue durante un evento con parlamentarios en el cual participó la primera dama, Michelle Bolsonaro, que consideró en un discurso cargado de evangelismo el balotaje como una «guerra espiritual del bien» contra la oposición a su marido.
En el marco de la batalla de respaldos que se disputan los candidatos, en San Pablo, como señal al mercado financiero, optaron por Lula «en defensa de la democracia» los padres del Plan Real diseñado en los gobiernos de Itamar Franco (1992-1994) y Fernando Henrique Cardoso (1994-2002), históricos rivales y eje de discusiones sobre ortodoxia neoliberal contra desarrollismo y aumento del gasto con el Partido de los Trabajadores.
Firmaron la carta por la elección de Lula los economistas ortodoxos Persio Arida, Edmir Bacha, Arminio Fraga y André Lara Resende, en línea con el voto anunciado por Cardoso el miércoles pasado.
Así, los antiguos pesos pesados de la política ortodoxa de paridad del real ante el dólar que combatió la inflación en los noventa y que mantiene algunos pilares en la actualidad, como la fijación de metas de inflación del Banco Central, identificados con el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), se sumaron al frente anti-Bolsonaro.
Lula ofreció definiciones y reiteró que está contra el techo del gasto público, fijado en 2016 por presión de sector financiero durante el gobierno de Michel Temer tras la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.
La norma indica que debe durar hasta 2036, aunque Bolsonaro la flexibilizó para lanzar el paquete de ayuda electoral gambeteando el ajuste de su gobierno.
«Soy el presidente que más responsabilidad fiscal tuvo en ocho años, siempre con superávit fiscal, pero también con aumentos por encima de la inflación en los salarios más un aumento extra en salarios de acuerdo con el crecimiento anual de la economía del país», explicó Lula.
El expresidente Temer, del Movimiento Democrático Brasileño de la candidata Simone Tebet, que respalda a Lula, expresó neutralidad, aunque dijo que quiere votar a quien «defienda la democracia» y las reformas que él realizó del techo del gasto y reforma laboral.
Sectores del mercado financiero presionaron a Lula para definir un ministro de Economía en caso de ser elegido, pero el líder del Partido de los Trabajadores (PT) contó que nunca hizo eso ni en 1989, 1994, 1998, 2002 y 2006.
«Si tengo 10 economistas antes de la elección conmigo y elijo a uno, los otros nueve se me van», respondió entre risas al lado del alcalde carioca Paes y el senador bahiano Otto Alencar, figura del PSD que combatió a Bolsonaro en la pandemia.
«Estoy en contra del techo del gasto. Fue un techo para evitar dar dinero a la educación y a la salud pública, pero permitiendo el pago a los banqueros (de los títulos públicos). Hay que garantizar el acceso a los alimentos para las familias. Vamos a tener responsabilidad fiscal y responsabilidad social», aseguró.
El exmandatario, cada vez que se acelera su favoritismo, es requerido para hablar con los sectores que apoyan al bolsonarismo, como los evangelistas y el agronegocio. La prensa económica le pidió una carta al sector agrícola exportador.
«No pienso en hacer una carta específica, no para los evangelistas y ni el agronegocio», afirmó Lula.
Bolsonaro logró una gran elección en los principales estados agrícolas y ganaderos, sobre todo en el llamado ‘arco de la deforestación», en el sur de la selva amazónica.
Lula dijo que su gobierno «respetará la libertad religiosa» de todas las tendencias, en respuesta a la ola de bolsonarismo en las redes, que llegaron a comparar al líder del PT con Satanás.
El expresidente recordó que en su gestión (2003.2010) Brasil vivía en «éxtasis» con salarios por encima de la inflación, consumo que superó la crisis de 2008 y, además, el país logró ser elegido como sede de los Juegos Olímpicos de Río 2014 y el Mundial de fútbol 2014.
«Vamos a volver a desarrollar la política de petróleo y gas. Vamos a desarrollar una política de infraestructura con los 27 gobernadores desde el primer día», anunció.
Durante la jornada también calificó de «monstruo» a Bolsonaro por afirmar que el PT es culpable del analfabetismo en el nordeste, razón por la cual, según el mandatario de ultraderecha, votan a Lula los que no tiene acceso a la educación.
«Lo que él no dice es que las elites a lo largo de siglos condenaron al analfabetismo a la población del nordeste, de las periferias empobrecidas. Fuimos nosotros lo que cambiamos esa ecuación», aseguró.
Antes, en Sao Bernardo do Campo, Gran San Pablo, en un discurso ante la Catedral de la ciudad donde forjó su vida sindical y política, el petista de 76 años pidió a la multitud: «Quien tenga una gota de sangre nordestina no puede votar a este negacionista, a este monstruo que gobierna el país».
Lula nació en el estado nordestino de Pernambuco, de donde escapó de la miseria en la década del 50 para afincarse en el estado de San Pablo.
Bolsonaro, por su parte, mostró fuerza en un acto con los bloques mayoritarios en el Congreso que surgieron de las elecciones del domingo. Y allí advirtió al mercado financiero y empresarial que solo él es capaz de garantizar gobernabilidad y administración.
«El Congreso que surgió el domingo es menos rojo, es más verdeamarillo, más de centroderecha, con proyectos que van a llevar a Brasil al primer mundo de verdad. El otro piloto será un fracaso, va a volcar en la primera o en la segunda curva si se sube a esta Ferrari llamada Brasil», aseguró el jefe del Estado.
En caso de un gobierno de Lula, el sector de izquierda o centroizquierda deberá abrir negociaciones con los partidos bolsonaristas para llevar adelante sus proyectos.
Con el favoritismo de Lula en las encuestas para el balotaje, el candidato de ultraderecha del Partido Liberal anunció que prepara un plan calcado de la propuesta del PT, que apunta a renegociar las deudas de las familias más pobres: más del 70% de la población está endeudada.
El objetivo es alcanzar a cuatro millones de personas que tienen deudas ante la Caixa Económica Federal, el banco público destinado a la pequeña renta, para renegociar el 90% de sus deudas, con prioridad para las mujeres.
«Ahora están copiando a último momento y mal el plan para refinanciar las deudas de las familias», apuntó Lula.
Fuente: Telam