La agrupación rockera Cielo Razzo regresará este viernes a Buenos Aires para una única función en el Teatro Vórterix de Colegiales, en el marco de su actual gira nacional bautizada como «Sólo Clásicos» que los tuvo este año por ciudades como Rosario, Villa Mercedes, Río Cuarto, Córdoba, Santa Fe y localidades bonaerenses como San Miguel, Haedo y La Plata.
En la antesala de esta presentación, el cantante Pablo Pino confirmó a Télam la llegada de un nuevo material de estudio que retomará la discografía de estudio fijada en pausa en 2015 con «Tierra Nueva» y explicó las razones del lazo histórico que mantienen con el público que los sigue desde hace más de veinte años.
«El reencuentro viene siendo muy fuerte. La gente que nos quiere y nos escucha aporta una energía muy particular. Es como un cariño muy poderoso el que nos entrega el público, y nosotros también disfrutamos mucho de volver a tocar porque, después de la pandemia, es como que hubo un rebrote energético de ellos y nuestro», sostuvo.
En ese sentido, añadió que la «explicación» hay que buscarla en la «química» que mantienen todos los integrantes de Cielo Razzo: «Somos mucho más que un grupo, diría que un colectivo artístico que genera más que música. Es lo que nos sostuvo tanto tiempo. Es la conciencia de asumirnos como unos privilegiados y que el grupo no es un elemento más en nuestras vidas», añadió.
A lo largo de su historia, Pino y sus compañeros Diego Almirón (guitarra y coros), Fernando Aime (guitarra), Cristian Narváez (bajo) y Javier Robledo (batería) fueron sobrellevando «cosas muy negativas, desgracias y hasta celebraciones paganas» que lograron reconvertir «en algo real, fuerte y todopoderoso» que se explica con el contacto en directo con sus seguidores.
El grupo es, además, parte de una camada de proyectos artísticos que emergieron durante la crisis desatada a comienzos del segundo milenio y que sumaron su voz y compromiso como catarsis ante el descalabro social y económico: «Recuerdo que éramos un grupo de amigos de veinte años y estábamos todos saliendo a la vida y cargando mucha angustia porque no teníamos ningún tipo de futuro».
Inspirado en esa realidad, editaron un primer disco titulado «Buenas» y se dieron a conocer de la mano de «Qué se yo», la canción con la que saldrían de la escena rosarina: «Pienso que fuimos testigos de una época súper compleja, pero fueron nuestros antecesores, los colegas que desde los años sesenta, sentaron las bases. A nosotros nos tocó ese momento. Cuando compuse esa canción, yo no era un músico dedicado porque el pan de cada día no me lo ganaba haciendo música».
«Habla de un personaje imaginario, que podía existir realmente pero que no era yo, porque no tenía hijos y tampoco trabajo. El imaginario me llevó a pensar en un tipo que le costaba la vida y vivía angustiado el hecho de no poder darle de comer a sus hijos. Cada vez que la canto me parece que sigue siendo muy actual, porque todavía veo padres que llevan a sus hijos al colegio en bicicleta y que, en el camino, paran para buscar comida en la basura», añadió sobre aquella canción viralizada a través de celulares y por descargas piratas en la vieja era de internet.
A veinte años de aquel lanzamiento, el grupo de rock revisitó durante este 2022 el repertorio de «Buenas»: el primero de esos shows en Rosario fue editado luego con un registro en audio y video, cuyo primer corte fue «El silencio del ave» que antecedió al estreno del material completo con el nombre de «Cielo Vivo».
Fuente: Telam