«Schhhiii…», la primera exposición antológica dedicada a la artista brasileña Anna Maria Maiolino en Argentina que reúne más de 200 obras realizadas desde fines de los 70 a la actualidad, se inaugura este jueves en el Malba como corolario de tres años de investigación de su curador, Paulo Miyada, que rescata acontecimientos relevantes de la experiencia vital de la grabadora, pintora, escultora, poeta y diseñadora que fuera parte del grupo Nueva Objetividad Brasileña en los 60 y que continúa explorando materialidades desde los que aborda temas cotidianos, políticos y sociales.
Pinturas, dibujos, xilograbados, esculturas, fotografías de performances, piezas sonoras e instalaciones dispuestos en tres núcleos, conforman la muestra de Maiolino (Scalea, Italia, 1942) que podrá visitarse hasta el 20 de febrero, en el segundo piso del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).
Curada por Paulo Miyada -curador en jefe del Instituto Tomie Ohtake y curador de arte latinoamericano del Centro Pompidou de París- la muestra es el resultado de tres años de investigación y un intercambio con la artista que participó en su concepción. Como desafío estuvo esa traducción al espacio de la historia en espiral de una vida, asentada en esas situaciones que parecen repetirse, aunque diferentes, y desde donde se recuperan «acontecimientos significativos» de la experiencia vital de la artista multidisciplinaria.
Maiolino (Scalea, Italia, 1942) es una de las artistas más importantes que trabajan en Brasil en la actualidad. Entre 1968 y 1971 vivió en Nueva York siguiendo a su primer esposo, el artista Rubens Gerchman que había ganado una beca. Entre las tareas domésticas y el cuidado de dos hijos pequeños su trabajo artístico se vio relegado y no fue reconocida como parte del grupo de artistas brasileños en el extranjero, también trabajó como diseñadora textil y estudió en el Pratt Institute, y fue la época en que realizó sus dibujos «Entre pausas», donde traza sus experiencia cotidianas y su agobio.
«La manera más efectiva -de describir a Maiolino- es la suma de sus roles: es artista, poeta, escultora, pintora, performer, también es una madre, hija, abuela, nieta, amante, esposa, amiga, latinoamericana, italiana, brasileña, inmigrante, y en todo eso circula y crea su camino y su obra», reflexiona Miyada en diálogo con Télam.
¿Cuál es la relevancia de la artista en Brasil? «La importancia de Anna es doble: por una parte es una artista que vivió y respondió a su tiempo en momentos muy conflictivos de nuestra historia y pudo crear maneras sensibles de direccionar el dolor, el grito, la rebelión, y que llega al presente de manera oportuna, porque otra vez estamos en confrontación con gestos autoritarios, gestos de opresión», dice el curador. Y continúa: «es muy relevante por haber elegido expresar los múltiples roles de su vida sin separarlos y sin jerarquizarlos, colocándolos en diálogo».
«Creó y sigue creando un repertorio que es muy urgente en un momento en que sabemos que todas nuestras preocupaciones son legítimas y fundamentales para crear una sociedad sana, una discusión sana de la identidad», dice Miyada.
Por otro lado, expresa que la artista «siempre tuvo su sitio» en su territorio de adopción, Río de Janeiro, al que llegó en 1960 , con 18 años, junto a su familia desde Caracas, Venezuela, donde habían emigrado en 1954 desde una «Italia destruida por la guerra». Esta experiencia temprana de la guerra, el sufrimiento y el hambre, la migración, son como esos «gestos» que la artista imprimirá en sus obras, sobre todo a partir de los 80.
«Nunca pasó períodos muy largos sin exponer, por eso se presenta como una artista brasileña, especialmente porque su relación con el arte se hizo en Brasil y es constante, pero se puede percibir que en los últimos 20 años ha ganado aún más más reconocimiento, especialmente en artistas jóvenes que la miran y admiran, que perciben otras capas de su trabajo que tal vez en su tiempo no tuvieron atención», explica.
La simultaneidad de obras de distintos períodos dispuestas en la exposición es en torno a tres núcleos vida-obra. El primero es «Anna», que parte de una obra que juega con el nombre de pila, un palíndromo, el vínculo, la identidad, la subjetividad y el yo; el segundo es «No, no, no» centrado en lo macropolítico; y el tercero es «Acciones matéricas». Todos ellos están enfocados en aspectos de la vida y producción de una de las artistas en actividad más importantes de Brasil con sus 80 años y 60 años de obra.
En «Anna» están las obras en las que convergen vida, biografía, deseo, convivencia, la mujer, la artista, el deseo, el cuidado, el matrimonio, los hijos, y la imposibilidad de esos múltiples roles obligados. Y entre sus preocupaciones están la vida cotidiana que se refleja en la icónica fotoperformance «Por um fio» («Por un hilo», 1976), donde se retrata junto a su madre e hija unidas por un hilo que va de boca en boca, resumiendo mandatos, deberes, vínculos, amor.
Cerca de esta imagen está el video «Eu sou eu» (Yo soy yo, 2012) donde la poesía de Maiolino cobra en su voz una métrica profunda, existencial y se presentó en 2012 en la Documenta de Kassel, en Alemania.
En «No, no, no», se confronta el totalitarismo, la censura, la represión y la desigualdad: el interés político de la artista abarca «desde la violencia de las dictaduras militares en América Latina hasta la aparente naturalización de la pobreza y del hambre a escala global», escribe Miyada.
Es por eso que realizan el «re-montaje» de «Arroz e Feijão! (1979), pero acotada a una mesa con dos bolsas, una de arroz y otra de poroto negro, envueltas con una cinta de negro luto.
La muestra en el Malba trae como novedad la instalación «O amor se faz revolucionário», basada en un proyecto de 1992 en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo. Una obra que tiene un espacio cuasi privado con sus paredes negras, pequeños retratos de rostros gestados en arcilla y pañuelos bordados con los nombres de los desaparecidos colgando desde lo alto.
Y también, exponen otras obras que hacen referencia a la exposición «Aos Poucos» (1978) a la que Miyada identifica como un hito del arte político brasileño.
El último núcleo, el de las «Acciones matéricas» parte del encuentro entre materialidades diversas y gestos atávicos que vinculan con el trabajo cotidiano y los comienzos de la producción humana como presionar, moldear, cortar, entre otros actos que la artista trabaja en arcilla, pintura, hormigón y otras materias, explican, cuyo resultado es «una práctica visual y escultórica fuertemente vinculada con la escala del cuerpo».
Allí están sus experiencias con el hormigón o de la cerámica rakú, donde el secado del material o el fuego imprimen una huella personal en las obras.
Entre los objetos escultóricos expuestos están «Entre sí» de la serie «Hilomorfos» (2016), y ese encuentro entre forma y materia que establece, o la tinta sobre papel «Dois movimientos» de la serie «Aleph» (1982), una trama reticular de 1092 cuadraditos llenos de pequeñas comas y puntos, como gesto mecánico, salvo uno que queda vacío y que contiene la atención. También los mapas mentales, los dibujo-objeto, las geografías, o «Entrevidas» (1981) la foto que queda de la performance donde sus pies caminan entre huevos blancos; sus serpenteantes esculturas segmentadas, dibujos que rasgan la superficie del papel, y distintas xilografías, entre las más de 200 obras e instalaciones expuestas.
La muestra recoge en su título el poema homónimo de 1996, un texto emblemático de la producción de la artista nacida en Italia en 1942 y que vivió en Buenos Aires entre 1984 y 1989 junto al artista conceptual Víctor Grippo, en esa postdictadura complicada en el país. Un texto que marca ese «acercamiento visceral a la cuestión política y en rechazo al totalitarismo de las dictaduras, como escribe el curador, «de un modo emotivo, marcado por la experiencia sensorial», que en un fragmento dice: «Schhhiii… / Con ira santa vómito serpientes y lagartos, / la dictadura del ejército – violencia repetida, / y la intolerante estupidez de la humanidad…», algo que cobra una actualidad palpable, como señala Miyada.
Y si bien la artista tuvo una muestra más amplia en San Pablo este año bajo el título «PSSSIIIUUU…» que se refiere a esa dualidad de una onomatopeya que pide silencio y a su vez invoca, donde se explicita esa ambivalencia que es «un carácter constante de la producción de Maiolino» tal como lo expresa el curador, para la antológica de Buenos Aires no encontraron una voz que permitiera esa doble lectura.
«Ella se siente una artista brasileña en el sentido en que se involucró en la escena brasileña, pero como historia de vida está siempre entre muchas partes, entre muchas lenguas. A veces dice ´hablo muchas lenguas y no hablo ninguna, soy de muchas partes y no soy de ninguna´, creo que es un sentimiento muy recurrente en personas que viven inmigraciones», sostiene Miyada.
Con la conferencia inaugural el jueves a las 18 a cargo del Miyada, gratuita con inscripción previa que podrá seguirse en vivo por youtube, quedará inaugurada la exposición que podrá visitarse a continuación y días posteriores, en Av. Figueroa Alcorta 3415, de la ciudad de Buenos Aires.
Fuente: Telam