El músico, productor musical e ingeniero de sonido Nicolás Romano, conocido artísticamente como Shigant-G, un alias ligado a canciones y discos de YSY A, Acru, Lil Supa y Cazzu, aseguró que «no hace falta pegar ‘hits’ mundiales para que te vaya bien con la música», al reflexionar sobre el camino del artista dentro de la abundancia de oferta dentro de la música urbana.
Dentro de su campo de trabajo, el estudio de grabación, empezó a forjar la necesidad de fomentar el conocimiento de su oficio para ponerlo al servicio de los recién iniciados: así surgió la idea de un primer libro titulado «Método Arcoiris» con el que promete ayudar, en tan solo ocho pasos, en la creación de «un sonido exitoso» y una obra conceptual.
Desde muy chico, Shigant-G trabajó tanto con compañías discográficas como con algunos de los talentos que emergían de las competencias de rap callejero y sentaron las bases de la renovación de la música urbana: «Yo no estuve adentro del freestyle pero estuve justo en el momento en el que pasaron cosas», señaló el productor de «El Origen», el primer disco de Acru, presentado en la histórica despedida del Quinto Escalón en 2017.
En aquellos años ya se había lanzado como solista y productor de sus propias composiciones, mientras colaboraba con otros artistas e incursionaba en otras experiencias de la industria musical en «campamentos musicales» como el «Phantom Track Camp», largas jornadas de trabajo que ponían a colaborar a artistas con compositores, productores e ingenieros hasta dar con la creación.
A punto de tomarse un micro con destino a San Bernardo para ser parte de otra edición junto a artistas como María Becerra, FMK y BigOne, recibió un llamado de Yesan -guitarrista y pieza clave en la producción de Duki- y desvió su camino hacia Tigre para sumar a la línea sonora de «Hecho a Mano», el segundo álbum de YSY A, que reunía a otros productores como Omar Varela, Club Hats, Orodembow, Asan, entre otros.
«Su premisa era hacer un disco nacional con los once mejores productores de Argentina, pero también con ingenieros de ‘mastering’ y otro de ‘mezcla’ también de acá. Traté de desentenderme de la presión que significaba tener que trabajar sobre las producciones de esos colegas. Traté de enfocarme en el concepto y hacer lo que a mí me pareciera para potenciar su obra», sostuvo Shigant-G, quien además dejó su firma como productor en «Negociando por tiempo».
«Cada día vivo con menos, valoro un poco más lo que tengo alrededor y hasta utilizo muy pocas cosas para crear. Prefiero enfocarme, porque entre tanto ruido es muy difícil funcionar.»Shigant-G
A partir de ahí, su nombre quedó ligado al de YSY A, con quien además trabajó en el tercer álbum titulado «Trap de verdad» y siguió explorando dentro del campo de la enseñanza, dando charlas y ofreciendo mentorías: convocado por la AES LAC, uno de los eventos latinos más importantes del mundo del audio, expuso sobre las técnicas de producción y composición de las «nuevas generaciones» en un panel junto a otros experimentados como Andrés Mayo, Tweety González, Nico Btesh y Gabriel Pedernera (Eruca Sativa).
Télam: ¿Por qué decidiste escribir un libro como mentor? ¿Y cómo lograste conectar la búsqueda que estabas encarando en tu vida personal con esta otra faceta dentro del estudio y con la de divulgador?
Shigant-G: Cuando tomé la decisión de recuperarme de mi problema con las drogas inconscientemente empezó un camino que me sirvió para impulsarme hacia arriba, porque para abajo ya no había más nada. Después de haber tenido una mala experiencia como emprendedor, porque siempre me la jugué por un artista o un negocio, tuve un mal gire económico que me dejó en la calle. Ahí me propuse salir adelante. Seguí estudiando con ingenieros como Pablo Rabinovich, mientras cursaba negocios en España. Ahí conecté que los dos me estaban enseñando lo mismo. El concepto de la polaridad, esto de que apretás un botón y se invierte todo. Conecté ambos mundos cuando aprendí que no hay crecimiento profesional si no hay desarrollo personal.
T: ¿Y cómo se inscribe esta obra dentro de este panorama musical y de las infinitas posibilidades tecnológicas que hay a mano para la producción musical?
S: Gracias a la tecnología hoy podés grabar una voz, hacer otra y otra. Todo se vuelve un poco impredecible, pero lo lindo de todo esto es que al ser impredecible, hay un universo de oportunidades para todos. Y cualquiera lo puede hacer. Se eliminaron las excusas. El libro habla sobre un estilo de vida, y está destinado a aquellos que, como yo, estamos acá encerrados todo el día, lidiando con preguntas y respuestas en la cabeza constantemente. Con el libro apuesto a generar una comunidad para ser más y mejores, y a que sigamos creciendo todos juntos. Yo aprendí que no hace falta pegar «hits» mundiales para que te vaya bien con la música. Que uno puede generar un buen caudal de música y establecerse dentro de su país. El problema son las cosas que se te suben a la cabeza. Gracias a la gente que me acompañó, que me puso colchones alrededor para que mis golpes no me quiebren tanto como para quedar limado, empecé a despojarme de varias cosas. Cada día vivo con menos, valoro un poco más lo que tengo alrededor y hasta utilizo muy pocas cosas para crear. Prefiero enfocarme, porque entre tanto ruido es muy difícil funcionar.
T: En el libro ponés el acento en la búsqueda del concepto artístico por encima de cualquier creación. ¿En qué momento de la producciíon termina de definirse ese rasgo de la obra?
S: Yo creo que todo el proceso musical es un arte, porque es una historia en la cual todos aportan elementos para potenciar la emoción que el artista le impregnó. Para mí es un arte agarrar una toma de voz y potenciarla. Es arte puro. Más allá de las cuestiones estéticas, se trata de tocar algo y potenciarlo para hacer que una persona se emocione, llore, se ría, o se ponga eufórica.
T: ¿Qué representa la cultura del hip-hop dentro de tu historia? ¿Y cómo era incursionar en un género como el trap mucho antes de toda la explosión?
S: En los noventa mi expectativa de vida era tener un trabajo, una familia y vivir feliz. A medida que fue pasando el tiempo, conocí una cultura que me metió adentro algo extra. Me dio un propósito. Es por eso que es increíble lo que hizo YSY A a nivel nacional e internacional con las decisiones que tomó. Hoy los pibes en vez de estar haciendo jueguitos en la esquina están tirando freestyle. Es como si en Nueva York se pusiera de moda el Chaqueño Palavecino. Eso es lo que pasó con el trap en Buenos Aires. Alejo (Acosta Migliarini) creó una plataforma donde confluyeron un montón de factores que confiaron en su visión que hizo que todo eso explotara. Y, de repente, el resto de los pibes también empezamos a pensar en crear nuestros proyectos.
T: ¿Y sabés cuál es el próximo paso en esa visión?
S: Alejo siempre piensa en ayudar y en crear espacios para que la gente pueda crecer y no ser comida por lo que sucede en el camino. Porque cuando vos más alto estás y más destacás, más te apuntan todas las gomeras a vos. Él es consciente de todo eso y sobre su aporte. Crea y, en conjunto, cocreamos todos para hacerle la vida más fácil a las generaciones que vengan después. YSY sigue siendo la misma persona de siempre, porque si hay algo que tiene es que es original.
T: ¿Hoy qué te pasa con el reconocimiento que está cosechando tanto la escena como algunos de sus productores, como ocurrió con Evlay en los últimos Premios Gardel?
S: Estoy sorprendido, porque siento que antes no había tanta aceptación por parte de las generaciones anteriores de músicos. Celebro los premios para Evlay y Wos, tanto como la actualidad de los chicos que están entre los más escuchados y que tengan este aval de la gente que estaba antes. En los Gardel vi a generaciones anteriores reflejar su propia juventud en los artistas de ahora; entendiéndolos y apoyándolos desde ese lugar. Fue increíble, pero como en todo están el día y la noche, porque si no no habría equilibrio.
Fuente: Telam